Cuando hablamos de enfermedades mentales, es habitual que exista cierta confusión: no es lo mismo pasar una temporada triste, de bajón, o desanimado que padecer una depresión; no es lo mismo tener cambios de humor esporádicos que padecer un trastorno de bipolaridad; no es lo mismo comer un día más de lo conveniente que padecer un trastorno alimenticio.
Lo mismo ocurre con la ansiedad. Sentir nervios y ansiedad de vez en cuando es algo normal. Puede pasarnos antes de un examen, si tenemos un encargo importante en el trabajo o ante problemas personales que nos preocupen especialmente. Eso no es lo mismo que padecer un trastorno de ansiedad.
Las personas afectadas por este problema puede llegar a sentirse incapacitadas para llevar una vida normal debido a los sentimientos de angustia y estrés que les producen situaciones que para otros son completamente normales y manejables. Aunque es una enfermedad que hace sufrir mucho a quienes la padecen, habitualmente con terapia y si es necesario con la ayuda de algunos medicamentos, esas personas pueden conseguir llevar una vida normal y retomar el control de sus emociones.
Qué es la ansiedad y sus distintos tipos
La ansiedad es una enfermedad mental que causa a quien la padece un miedo irracional a situaciones cotidianas que no tienen objetivamente nada de amenazantes. En un trastorno de ansiedad, si no se le pone remedio, esos miedos no desaparecen sino que normalmente aumentan con el tiempo, llegando a afectar a su capacidad para llevar una vida normal.
Existen distintos tipos de ansiedad. Algunas características son comunes a todos ellos mientras que otros son específicos de alguno en concreto.
1. Trastorno de pánico. Ataques de terror que aparecen de pronto y pueden causar sudoración, palpitaciones y dolor en el pecho, haciéndote pensar que estás a punto de sufrir un infarto.
2. Trastorno de ansiedad social. También llamado fobia social, supone una preocupación y nerviosismo exacerbados provocados por situaciones sociales cotidianas, por miedo a ser juzgado por los demás, quedar en ridículo o avergonzado.
3. Fobias específicas. Miedo irracional a cosas concretas, como las alturas, los espacios cerrados, algunos animales...
4. Trastorno de ansiedad generalizada. Sentimientos de terror provocados por motivos inexistentes o poco realistas.
Cómo puedes saber si sufres ansiedad
La diferencia entre la ansiedad, digamos, normal y la patológica no siempre es fácil de distinguir. Si se trata de algo subjetivo, ¿qué se considera normal? Aquí tienes algunos síntomas que pueden ayudarte a determinar si sufres un trastorno de ansiedad y te vendría bien pedir ayuda.
1. Preocupación excesiva
Es el principal síntoma de la ansiedad: un miedo y una preocupación excesivos. ¿Pero qué es excesivo?
En este caso, se considera una preocupación excesiva si tienes pensamientos angustiosos la mayoría de los días de la semana durante más de seis meses. Además, son pensamientos que interfieren de alguna forma con tu día a día habitual y que pueden ocasionar otros problemas, como estrés o fatiga.
La clave está en si esa preocupación te está causando sufrimiento y problemas para llevar una vida normal.
2. Problemas para dormir
Tener problemas para quedarse dormido o para dormir del tirón es un problema a veces sin importancia, cuando ocurre solo ocasionalmente, por ejemplo antes de un evento importante.
Pero si te pasa a menudo que no puedes dormir porque te sientes nervioso por un problema concreto o por nada en particular, y te pasas la noche dando vueltas en la cama y a la cabeza, puede que sea señal de que padeces ansiedad. También si nada más despertarte ya estás angustiado, con la cabeza a mil por hora y eres incapaz de parar.
3. Miedos irracionales
Si sientes un miedo desproporcionado a una situación cotidiana, como coger el ascensor, o esporádicas, como toparte con una serpiente, quizá padezcas una fobia, que es un tipo de ansiedad. Con desproporcionado nos referimos a un miedo paralizante, que eres incapaz de superar y que no está a la altura del riesgo que supone esa situación, en principio mucho menor.
Muchas fobias no son evidentes, bien porque aparecen de repente donde antes no había ningún miedo o bien porque están relacionadas con situaciones poco habituales que la persona que las padece no se ha encontrado en décadas.
4. Tensión muscular
A menudo los trastornos de ansiedad van acompañados de tics musculares como apretar los puños o las mandíbulas, tan interiorizados que la persona que la padece puede no darse cuenta de que lo está haciendo.
Hacer ejercicio es una buena forma de desahogar esa tensión y mantener los músculos bajo control. Algunas personas con ansiedad necesitan utilizar protectores dentales por las noches, porque una vez dormidos vuelven a apretar las mandíbulas sin darse cuenta.
5. Indigestión frecuente
Aunque la ansiedad es una enfermedad mental, a menudo se manifiesta en síntomas físicos por todo el cuerpo. Uno de los más habituales son los problemas digestivos: malestar, náuseas, gases, estreñimiento o diarrea son algunos síntomas comunes que pueden estar relacionados con la ansiedad.
A menudo ambos problemas se retroalimentan: el malestar digestivo produce ansiedad y cuanta más ansiedad, mayores problemas digestivos.
6. Miedo escénico
A la mayoría nos causa cierto nerviosismo hablar en público. Pero si en tu caso el nerviosismo ocupa tu cabeza varias horas al día durante semanas antes de tu intervención y lo hace de un modo que te hace sufrir y te impide llevar a cabo tu vida normal (no te deja concentrarte, te quita el hambre y el sueño...), quizá padezcas un trastorno de ansiedad social.
El miedo no tiene lugar solamente antes del evento, también después: las personas que lo padecen pueden pasarse días y semanas dándole vueltas a cómo lo hicieron y cómo les juzgaron los demás.
7. Inseguridad
Un trastorno de ansiedad social no se manifiesta solamente cuando el afectado debe hablar en público: a menudo cualquier interacción social, como hablar con una persona desconocida en una fiesta, se convierte en una fuente de ansiedad debido a la inseguridad.
Esta ansiedad puede transformarse en temblores, náuseas, enrojecimiento de la cara o sudores. Esto puede dificultar o impedir el mantener relaciones sociales normales, conocer gente nueva o progresar tanto en la etapa académica como en la laboral.
8. Ataques de pánico
En un ataque de pánico el paciente experimenta un sentimiento repentino de terror acompañado por síntomas físicos como dolor en el pecho, palpitaciones, sudores, visión borrosa...
No todo el mundo que sufre ataques de pánico padece ansiedad, pero si los ataques de pánico se repiten, puede que esa persona padezca un trastorno de pánico. Los afectados a menudo viven en un estado de ansiedad, temiendo el siguiente ataque de pánico y evitando aquellos lugares donde han padecido ataques de pánico anteriormente.
9. Flashbacks angustiosos
Recordar y revivir eventos traumáticos es uno de los síntomas del síndrome del shock postraumático (PSTD), que hasta hace poco se consideraba un tipo más de ansiedad y no una patología en sí misma.
En el caso de las personas que padecen ansiedad, a menudo no son recuerdos de experiencias traumáticas, o al menos no obviamente traumáticas, sino de momentos que resultaron especialmente angustiosos, como haber sido ridiculizados o haber pasado mucho miedo.
10. Perfeccionismo exacerbado
La atención obsesiva por los detalles es uno de los síntomas del trastorno obsesivo-compulsivo, pero algo similar puede ocurrir a las personas que padecen trastornos de ansiedad: si pasas mucho tiempo preocupado por no cometer errores, o por errores cometidos en el pasado, o por cómo pudiste hacer mejor algo que ya está hecho, quizá sea un problema de ansiedad.
11. Cuestionarte a ti mismo continuamente
La autocrítica y autoexploración son algo muy sano, pero cuando se convierten en un eco machacón dentro de tu cabeza que se cuestiona continuamente todo lo que haces, puede ser síntoma de un trastorno de ansiedad.
Las personas que lo padecen se preguntan cosas difíciles de responder, como por ejemplo: "¿quiero a mi pareja tanto como mi pareja me quiere a mí?" y sufren con la incertidumbre de no poder darse una respuesta completa.
Causas de la ansiedad
Como ocurre con muchas otras enfermedades mentales, no está claro qué causa la ansiedad, pero parece ser una conjunción de factores que van desde la bioquímica del cerebro hasta cambios en el entorno pasando por factores genéticos. A veces el trastorno de ansiedad se da en varias generaciones de una misma familia.
Consejos para manejar la ansiedad
El tratamiento para la ansiedad incluye acudir a terapia y algunos medicamentos que se prescriben bajo receta y que no deben tomarse sin control médico, como antidepresivos, antipsicóticos y ansiolíticos.
Pero hay algunos cambios en el estilo de vida que pueden ayudar a mantener la ansiedad bajo control.
1. Reduce la cafeína
Intenta reducir tu ingesta diaria de cafeína tomando menos café, té, chocolate, refrescos y bebidas energéticas. La cafeína estimula el sistema nervioso y puede acentuar los síntomas de la ansiedad.
2. Come bien y haz ejercicio
Al ejercitarte, tu cerebro libera sustancias que ayudan a reducir la sensación de estrés y que mejoran tu estado de ánimo general.
3. Duerme y descansa
La ansiedad pasa factura entre otras cosas por agotamiento. Crea una rutina que te ayude a descansar y si tienes problemas para dormir consulta con tu médico.
4. Consulta siempre con tu médico
Antes de empezar a tomar cualquier medicamento o producto de herbolario, consulta siempre con un especialista, porque algunos de ellos pueden tener componentes que empeoren los síntomas de la ansiedad.
Este artículo fue originalmente publicado por Rocío Pérez en noviembre de 2017 y ha sido revisado para su republicación.
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