El hambre es el principal enemigo de nuestra dieta, y es que la gran mayoría de nosotros nos dejamos llevar cuando el hambre hace acto de presencia y nos llevamos a la boca cualquier cosa que nos sacie el hambre. Por norma general suelen ser alimentos con alta carga calórica y pocos nutrientes, haciendo que engordemos de una manera no muy sana. Por ello, y para evitar estos episodios de hambre, en este post queremos dar algunas de las claves que para sentirnos saciados y engañar al hambre.
Seguro que en más de una ocasión hemos tenido la sensación de que la comida que nos hemos llevado a la boca no nos ha quitado el hambre, y al momento nuestro cuerpo nos vuelve a pedir alimento. Esta sensación es más común de lo que pensamos, y habitualmente nos lleva a consumir más alimentos que de manera habitual. Por ello es necesario que controlemos mucho mejor las ganas de comer mediante la ingesta de alimentos que nos nutran y nos sacien.
La digestión
Para conseguir una correcta saciedad es necesario que tengamos en cuenta algunos requisitos. En primer lugar vamos a tener presente en nuestra cabeza la digestión. Esta es la encargada de hacer que los alimentos sean asimilados por el organismo. Si la digestión es rápida y los nutrientes se procesan muy rápido, enseguida tendremos hambre de nuevo. Esto lo que hace es que tengamos menos sensación de saciedad en el estómago.
Para conseguir que esto no sea así debemos saber que los alimentos ricos en fibra mantendrán la saciedad, ya que el organismo tarda mucho en procesar la fibra. Por ello la fruta la debemos comer con piel siempre que se pueda, al igual que los cereales, que deben ser integrales para que nuestro estómago se mantenga saciado por más tiempo.
El volumen de los alimentos
El volumen de los alimentos que consumimos es otro de los factores que tiene que ver directamente con la saciedad, y es que el estómago se sacia en la medida en la que se está lleno y no cabe más alimento. Por ello es importante que optemos por variedades de alimentos que nos aporten el mismo valor calórico, pero que tengan más volumen y nos sacien más. Por ejemplo, siempre será mejor consumir una ensalada de verduras que un trozo de tarta.
La preparación
La preparación de los alimentos a la hora de cocinarlos es otro de los factores que influye directamente en la saciedad que éstos nos van a aportar, y es que los alimentos sufren una serie de cambios cuando los sometemos a la acción del calor para comerlos. Las moléculas que contienen se convierten en micro-moléculas que hace que sean más digestivos y fáciles de asimilar por el organismo. Pero el problema está cuando los recalentamos y no los comemos al momento.
Esto pasa sobre todo con los cereales integrales, que al ser recalentados las moléculas que los conforman se hacen aún más pequeñas, quedando a efectos del organismo como hidratos simples que se digerirán muy rápido y no nos mantendrán saciados por mucho tiempo.
Masticar correctamente
La masticación es otro de los puntos a tener en cuenta a la hora de controlar la saciedad, y es que los alimentos que nos obligan a masticarlos mucho tienen mayor poder saciante. Además, es necesario que mastiquemos detenidamente los alimentos para conseguir un efecto de saciedad mayor y conseguir un bolo alimenticio mayor.
La importancia de la fibra
Algo parecido sucede con la fibra, y es que tiene la cualidad de expandirse en el estómago. Para ello debemos mezclarla con líquidos que hacen que el estómago se sacie mucho antes. Las verduras y las frutas contienen mucha fibra, pero además las algas pueden ser el aliado perfecto para conseguir una saciedad elevada. A esto debemos sumarle el bajo valor calórico que nos ofrecerá este tipo de alimentos, por lo que son el complemento ideal para otros alimentos necesarios que nos saciarán mucho menos. De este modo conseguiremos consumir menos cantidad de alimento y saciarnos mucho más.