En los últimos años se ha detectado un aumento de los problemas de salud mental en la población. Según datos de la APA (American Psychological Association) entre 2005 y 2017 el porcentaje de personas afectadas ha aumentado de manera muy importante, especialmente entre los jóvenes. En parte, se considera que esta mayor detección de problemas de salud mental se debe a que cada vez estamos más dispuestos a hablar de ello, pero esto no explica todo.
Además de la depresión, los trastornos de ansiedad son los que afectan a más personas en el mundo. Se calcula, de hecho, que alrededor del 10% de la población sufre algún tipo de trastorno de ansiedad. Y, sin embargo, aunque cada vez se habla más de ello y hay más información, en muchas ocasiones seguimos sin saber qué es, exactamente la ansiedad, por qué nos afecta y cuáles son sus síntomas.
De qué hablamos cuando nos referimos a la ansiedad
Dentro de los trastornos de ansiedad existen diferentes como las fobias, la ansiedad social, los ataques de pánico o el estrés postraumático. El trastorno de ansiedad generalizada es uno de los más habituales y más conocidos. Habitualmente solemos referirnos a él, cuando lo padecemos, como que "estamos nervioso"o "tenemos nervios", sin embargo, no es exactamente esto.
Seguramente todos hayamos sentido nervios en alguna ocasión de nuestra vida o preocupación por eventos o situaciones habituales como el trabajo, el dinero o la salud. Sin embargo, los trastornos de ansiedad van más allá de eso y es que las preocupaciones resultan extremadas y los nervios y la ansiedad afecta incluso cuando no hay motivos aparentes para ello.
Esto provocaría que las personas que lo sufran tengan dificultades para controlar esta ansiedad, además de generar problemas para mantener la concentración. Esta puede darse independientemente de la edad o género.
Cuáles son las causas de la ansiedad generalizada
La ansiedad es una respuesta evolutiva que, aunque pueda parecer imposible para quienes la sufren, su función es la de ponernos en alerta cuando se presenta un peligro y, en última instancia salvarnos la vida.
El problema es que, evolutivamente esta respuesta tenía sentido, y nos ha permitido sobrevivir, ya que los seres humanos tenían que estar alerta ante diferentes peligros - como animales, etc -, pero en la actualidad se trata de un mecanismo del que no solemos tener tanta necesidad.
A las personas que tienen un trastorno de ansiedad generalizado les ocurre que este mecanismo se activa en momentos que no son necesarios o que el mecanismo se activa de manera desproporcionada ante algún problema ya que su cuerpo no llega a interpretar bien la situación o elementos que generan la sensación de peligro.
En definitiva, esta respuesta de ansiedad se activa a pesar de no existir un peligro real que amenace nuestra vida. Esto provoca que, de manera fisiológica, estemos activados, pero al no existir un peligro real no podamos dar respuesta a esta activación y, básicamente, nos mantengamos en alerta por posibles peligros desconocidos, pero incipientes, que en realidad no existen.
Dicho de otra manera, al activarnos, todas las señales fisiológicas de nuestro cuerpo nos gritan "¡peligro! ¡Peligro!", pero no hay un peligro real al que dar respuesta (de huida, de lucha, etc.,) y nos mantenemos activos y en tensión máxima ante la perspectiva de ese peligro de muerte que no termina de llegar.
Lo que no se sabe todavía, exactamente, es por qué algunas personas sufren estos problemas o "mal funcionamiento" de la respuesta de ansiedad. Se considera que, en parte, puede ser hereditaria. También parece haber causas biológicas implicadas - procesamiento erróneo de la información en el córtex prefrontal- , así como influencia ambiental y de nuestros aprendizajes.
Síntomas del trastorno de ansiedad generalizada
Los síntomas de la ansiedad pueden variar de persona a persona. En ocasiones habremos escuchado que sienten como si fueran a tener un ataque al corazón. Para otras personas, entre las que me incluyo, la ansiedad afecta con mareos y la sensación de que nos vamos a desmayar o a perder el control.
En cualquier caso existen algunos síntomas comunes, tanto cognitivos como físicos, que suelen ser señal de que sufrimos ansiedad generalizada.
Síntomas cognitivos
- Preocupación excesiva y constante por situaciones cotidianas o problemas cuyas consecuencias reales son más leves de lo que se prevén.
- Anticipación constante de posibles problemas para los cuales no existen evidencias, de peligros y de consecuencias fatales.
- Percepción de amenaza en situaciones que realmente no lo son.
- Dificultades o incapacidad para centrarnos en otros asuntos cotidianos o concentrarnos. Interrupción constante de nuestra vida habitual.
- Imposibilidad de olvidarnos de nuestras preocupaciones o de relajarnos.
- Nerviosismo constante
- Pensamientos irracionales y catastróficos.
- Dificultad para dormir.
Síntomas físicos
- Tensión muscular
- Temblores
- Agitación
- Sudoración
- Problemas estomacales
- Mareos
- Palpitaciones
- Dolores de cabeza
- Dificultad para tragar
Cómo se puede tratar la ansiedad
Uno de los mayores temores de las personas que padecen ansiedad generalizada es que nunca vayan a curarse o que tengan que vivir encontrándose mal el resto de su vida. Incluso que vaya a peor o se estén "volviendo locos".
Por ello, lo primero que necesitamos saber, cualquiera de los que estemos en esta situación, es que la ansiedad tiene tratamiento y, aunque quizás no se pueda curar - recordemos que es una respuesta evolutiva - podemos vivir con ella de manera saludable y manejándola de manera adecuada e, incluso, beneficiosa para nosotros.
El tratamiento de la ansiedad generalizada suele tener dos ramas importantes: psicoterapia y fármacos. Si notamos alguno de estos síntomas, es importante que acudamos a nuestro médico para que pueda hacernos las pruebas que considere oportunas y diagnosticar de manera fidedigna si tenemos un trastorno de ansiedad generalizada.
En ocasiones, nuestro médico de cabecera nos derivará a psiquiatría y/o a psicología. El médico o el psiquiatra determinará si necesitamos medicación y de qué tipo. Lo más habitual es utilizar ansiolíticos para tratarlo. En cualquier caso, nunca debemos automedicarnos, ya que las pautas de tratamiento son especialmente importantes en estas enfermedades, así como la manera en la que retiramos la medicación. Todo esto debe venir bien pautado por parte de profesionales médicos.
Además, ya sea con un psicólogo de la sanidad pública, como privado, es importante que recibamos psicoterapia. El área que científicamente ha demostrado tener más eficacia ante trastornos de ansiedad generalizada es la cognitivo-conductual.
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