Tras todo un embarazo completo éste culmina con el nacimiento de nuestro hijo, mediante lo que reconocemos como parto, pudiendo ser una cesárea o bien un parto vaginal o natural. Si estás llegando al fin de tu gestación, debes saber que así es el parto, desde que comienzan las contracciones.
Aunque como dijimos puede ser cesárea, nos dedicaremos a describir el parto vaginal (aunque no más frecuente lamentablemente), para el cual se suceden una serie de hechos:
Expulsión del tapón mucoso
El tapón mucoso es lo que mantiene cerrado y sellado el cuello del útero, representando una barrera tanto para la salida como para la entrada de todo tipo de microorganismos y sustancias.
Como su nombre lo indica, tiene consistencia de moco y puede ser amarillento o transparente así como con tonos marrones o incluso, sanguinolento.
La expulsión del tapón mucoso nos prepara para el borramiento y dilatación del cuello del útero, es decir, para que salga el bebé, por ello su pérdida es una señal de parto inminente.
Sin embargo, el tapón mucoso puede perderse por completo inmediatamente al comenzar con contracciones, horas antes de las mismas o bien, días previos y poco a poco. En mi caso personal recuerdo haber comenzado a visualizar pérdidas del tapón mucoso hasta una semana antes del parto pero la mañana previa al nacimiento de mi hija la porción expulsada era muy superior y notoria.
Ante la expulsión del tapón mucoso el cuerpo no experimenta mayores cambios, no es doloroso y no es preciso acudir al médico excepto que no estemos al final de la gestación, razón por la cual haber perdido el tapón mucoso representaría un riesgo para la gestación.
Dilatación precoz
Aun antes de tener contracciones de parto podemos comenzar con la dilatación del cuello del útero, siendo en una primera fase imperceptible para la mayor parte de las mujeres.
Esta primera fase de dilatación se reconoce como latente o pasiva que es justamente cuando se inicia la apertura del cuello del útero y el borramiento del mismo, permitiéndonos alcanzar los 3 cm de dilatación que es el inicio de todo el proceso de parto.
Aunque puede suceder sin molestia alguna e incluso hasta una semana previa al parto, muchas mujeres experimentan contracciones aisladas o bien dolor en la espalda baja, calor en el vientre y dolor semejante al de la menstruación, diarrea e incluso indigestión.
Como dijimos es una fase que se produce en todas las mujeres y que suele ser imperceptible, representando por ello una ventaja para el momento del parto propiamente dicho, ya que no será igual llegar con 3 cm de dilatación que con el cuello aun cerrado, no dilatado en absoluto.
Romper aguas o rotura de bolsa
Aunque puede suceder antes de las contracciones, también es posible que las contracciones se inicien y el cuello del útero se dilate aun sin romper aguas, de hecho, han nacido bebes dentro de la bolsa de líquido amniótico sin inconveniente alguno.
Si has roto bolsa el síntoma que reconocerás fácilmente es la pérdida de líquido vía vaginal, un líquido transparente o rosado, con olor suave y muy diferente a la orina, cuya salida no produce molestia alguna ni dolor.
Ante la rotura de bolsa es inminente el comienzo del trabajo de parto (si aun no se ha iniciado), pero si esto no sucede en el transcurso de 24 horas lo más probable es que se inicie la inducción al mismo. Igualmente, siempre es conveniente notificar al médico de esta situación y respetar sus indicaciones.
Las tan temidas contracciones y la dilatación final
Para que el parto vaginal tenga lugar, además de los hechos mencionados anteriormente es imprescindible que se presenten las tan temidas contracciones de parto así como que se dilate por completo el cuello uterino.
La dilatación precoz mencionada antes se completa con una fase de dilatación activa que nos permite ir desde los 4 cm de dilatación a los 10 necesarios para la salida del bebé que puede suceder en 6 horas (1 hora por cm dilatado) o en más tiempo, siendo las madres primerizas las que más tiempo tardan en lograr la apertura completa del canal de parto.
Este proceso de dilatación generalmente se acompañan de contracciones de parto, es decir, de contracciones que duelen, son regulares o rítmicas y cada vez se suceden con mayor frecuencia. La intensidad del dolor se incrementa a medida que avanza la dilatación por eso conviene siempre recordar métodos de alivio del dolor como respirar profundo y lentamente, adquirir determinadas posturas corporales, andar lentamente, entre otros.
Las contracciones propiamente dichas pueden iniciarse cada una hora, cada 20 minutos o bien cada menos tiempo, lo importante es que sean rítmicas. Cuando tengamos contracciones cada 2 o 3 minutos por una hora aproximadamente es momento de acudir al médico o al hospital, sobre todo si no somos primerizas, pues de allí a la fase expulsiva de parto no queda mucho tiempo.
Nacimiento del bebé y alumbramiento
Una vez que ya se ha dilatado por completo el cuello del útero, es el momento oportuno para dar lugar al reflejo de pujo que es lo que nos permite ayudar al bebé a nacer al obligarnos a empujar de forma involuntaria con cada contracción.
Cada vez que pujamos o empujamos el bebé avanza por el canal de parto hasta que sale de nuestro cuerpo, unido al cordón umbilical que posteriormente se corta y se espera la fase de alumbramiento que es la expulsión de la placenta.
Esta última parte transcurre en un muy poco tiempo y puede experimentarse de formas muy diferentes de una mujer a otra, de una situación o médico tratante a otro. Pero así es el parto, ya sea en casa, en hospital, natural o medicalizado y estas son las etapas que se suceden.
Imagen | Pixabay e iStock
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