Durante los últimos días seguramente hayamos escuchado hablar sobre un posible "baby boom" como consecuencia de la cuarentena provocada por el COVID-19. Más allá de que esto sea un posibilidad real o no, es posible que algunas mujeres hayamos notado que estamos teniendo retrasos con respecto a nuestra menstruación o, directamente, no teniéndola.
Por supuesto, esto puede ser una señal de embarazo - y lo recomendable es que nos hagamos un test para descartarlo -, pero también puede tratarse de una respuesta ante la situación de estrés y ansiedad que estamos viviendo.
Estrés y ciclo menstrual: la respuesta del hipotálamo
El aumento de los niveles de estrés y ansiedad pueden afectarnos también físicamente y, entre otras cosas, a nuestra salud reproductiva. Unos niveles altos de estrés pueden provocar cambios hormonales que alteren nuestro ciclo menstrual y provoque que podamos sufrir retrasos en la menstruación.
La principal causa son alteraciones a nivel hipotalámico. En una situación normal, el hipotálamo de las mujeres libera de forma intermitente una hormona que se conoce como GnRH, cuya función es liberar gonadotrofinas y que estimula la hipófisis. Cuando esta recibe la GnRH, procede a la liberación de otros hormonas clave en la menstruación: las FHS y LH.
Estas últimas son las responsables de que se dé la ovulación ya que gracias a ellas se desarrollan los folículos en el ovario y se producen los estrógenos y la progesterona. El problema es que, con altos niveles de estrés, la liberación de la hormona GnrH se puede ver alterada. Si en una situación normal esta liberación se da de manera intermitente, por causa del estrés puede darse de forma continuada.
Esto provocaría que la liberación de la FSH y LH se viera inhibida lo que impactaría, directamente, en nuestra ovulación y, por tanto, en nuestro ciclo menstrual. Esta puede ser una de las causas de que tengamos retrasos en la menstruación estos días.
El papel de la hipófifis y la prolactina
No solo eso, sino que la hipófisis también es liberadora de prolactina. La mayor liberación de esta hormona se da para producción de leche materna durante la lactancia. Sin embargo, el estrés puede también se causante de que la liberación de prolactina aumente.
Cuando esto se da en un momento en el que la mujer no está lactando, puede causar también desarreglos en el ciclo menstrual y colaborar en que suframos alteraciones. A esto hay que añadirle que la hipófisis también es controladora de la glándula tiroides. La alteración de esta glándula también puede estar involucrada en los cambios en el ciclo menstrual.
Otras alteraciones provocadas por el estrés
Las alteraciones en nuestro ciclo mensual pueden no ser las únicas consecuencias que el estrés provoque en nosotros. Si sufrimos alguna de ellas, unido a un retraso menstrual, puede ser una señal todavía más clara de que lo que nos pasa es fruto del estrés y la ansiedad.
- Bruxismo nocturno y diurno: durante etapas de alto estrés es habitual que apretemos la mandíbula y rechinemos los dientes. Esto puede pasar sobre todo mientras dormimos, pero también podemos encontrarnos haciéndolo durante el día.
- Pérdida de masa muscular: los periodos de estrés pueden provocar alteraciones en la hormona de cortisol. Esto podría generar cierta movilización de las proteínas para obtener energía y esto generaría que se diera pérdida de la masa muscular y un aumento de la masa grasa.
- Cefalea tensional: un alto nivel de tensión y estrés pueden generar cefaleas tensionales, provocados por la tensión o contracción de los músculos del cuello o del cuero cabelludo e, incluso, migrañas.
Es completamente normal que en una situación como la actual suframos un aumento de los niveles de estrés y, aunque podemos intentar aliviar un poco esta ansiedad y hacerlo más llevadero, puede ser buena idea ser comprensivos con nosotros mismos y con la situación.
En cualquier caso, si tenemos retrasos en nuestra menstruación durante estos días y hemos mantenido relaciones sexuales, es importante que nos hagamos un test de embarazo para poder descartarlo, independientemente de que tengamos o no otros síntomas de estrés.
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