Lo hemos dicho muchas veces en Vitónica: el número de personas que sufren obesidad en nuestro país - y en el mundo - ha aumentado y cada vez aumenta más. Y esto también afecta a los niños multiplicándose por diez en los últimos 40 años. En este momento es una de las principales causas de muerte por delante de los accidentes de coche, los atentados terroristas o la enfermedad de Alzheimer y se habla de ella como de epidemia.
La obesidad provoca enfermedades como la diabetes, afecta a nuestro sistema musculoesquelético, aumenta las posibilidades de sufrir problemas cardiovasculares o hepáticos y un largo etc. Para combatirlo, nosotros incluidos, hacemos promoción de hábitos saludables con buena intención. Sin embargo, a veces olvidamos que las personas con menos ingresos son las que más posibilidades tienen de sufrir obesidad y que la obesidad es una enfermedad multifactorial.
De nuevo, no ocurre solo en los adultos, sino que es algo que afecta también a los niños. Recientemente conocíamos que la obesidad se había reducido en los niños con más ingresos y había aumentado en los niños con menos ingresos. Esto nos lleva inevitablemente a pensar en la industria de la alimentación, las empresas de productos ultraprocesados y en nuestras políticas de salud, para poder entender a qué están supeditados nuestros patrones de alimentación.
Obesidad, culpabilización y el movimiento body positive
No solo eso, nos lleva más allá: ¿quién tiene la culpa? En algunos casos puede llegar a parecer que los culpables son esas personas por no cuidarse. Podemos escuchar a gente crítica hacer afirmaciones - normalmente basadas en prejuicios y en la experiencia propia - sobre el hecho de que tenemos toda la información posible y todas las opciones para saber alimentarnos de manera adecuada y hacer buenas elecciones.
Lo llamativo es que no se aplica la misma dureza a las personas que para estar delgadas - que no sanas - realizan dietas terriblemente peligrosas o a quienes consumen alcohol o tabaco de manera frecuente. Podemos escuchar a menudo defender a quienes lo consumen apelando a la política ya que se prohibirían si no interesaran. Sin embargo, en el caso de la obesidad, se sigue culpando a las personas y olvidando o negando que exista algún culpable más que su presunto desinterés por cuidarse.
En los últimos años el movimiento body positive se ha hecho cada vez más fuerte. Ha sacado a la luz y criticado discriminaciones y animado a la no culpabilización y no estigmatización de las personas con cuerpos no normativos. Se han comenzado a desterrar muchos mitos y empezado a comprender que la salud no siempre está relacionado con la talla. Si para estar delgado estamos realizando dietas peligrosas para nuestra salud, la contradicción está clara.
Sin embargo, a este movimiento se le llega a criticar que haga apología de la obesidad. En un momento en el que hay más personas que nunca que sufren obesidad pero en el que al mismo tiempo se busca salir de la tiranía de la normatividad corporal, ¿cómo concienciar del problema de salud que es la obesidad al mismo tiempo que intentamos desterrar prejuicios y gordofobia? ¿De quién es la responsabilidad mayor o final en esta epidemia de obesidad? ¿Qué pueden o deben hacer las políticas públicas para ayudarnos a estar sanos?
La realidad es que no tenemos casi ninguna de las respuestas a estas preguntas que tan a menudo nos hacemos en nuestro trabajo diario. Por ello, hemos decidido consultar con varios profesionales de diferentes ámbitos de manera que ellos puedan darnos una visión profesional. Hemos podido entrevistar al tecnólogo en alimentación y divulgador, Mario Sánchez. Contamos también con la conocida nutricionista, Gabriela Uriarte y, por último, para hablarnos de políticas públicas hemos hablado con Ramón Mateo, economista.
La obesidad es incompatible con la salud, pero ¿qué es la obesidad?
Una pregunta que se hacen muchas personas es si es posible padecer obesidad y estar sano y si delgadez significa salud. En este caso, Uriarte afirma que "la obesidad es un factor de riesgo para muchísimas enfermedades mortales por lo que estar obeso y sano a medio-largo plazo no es compatible", pero lo matiza aclarando qué es la obesidad: "(la obesidad) se define por un exceso de acumulación de tejido adiposo. No es una talla de pantalón. Hay mujeres con una 44 de pantalón que tienen un porcentaje de grasa saludable de igual manera que hay mujeres mas menudas y delgadas que tienen una 34 y no tienen anorexia".
La conocida nutricionista está de acuerdo con la necesidad del movimiento body positive "hemos sufrido y seguimos sufriendo mucho la tiranía del modelo único de belleza". Sin embargo, nos recuerda que igual que en el caso de la anorexia, la obesidad es también una enfermedad y que no deberían utilizarse ninguno de los dos extremos de manera mercantilizada para obtener beneficios.
Además, recalca que "puedes tener un cuerpo con un porcentaje de grasa sano y no estar sano ni ser saludable. La salud es un estado de completo bienestar físico, mental y social, y no solamente la ausencia de afecciones o enfermedades" y siendo esto verdad, no se puede utilizar la salud ajena en pos de un beneficio económico propio.
Cúales son las causas de la obesidad
Cuando les preguntamos a los expertos por las causas del aumento de población con obesidad, Mario Sánchez lo tiene claro "existe un gran consumo de ultraprocesados en nuestra sociedad actual que difícilmente puede controlarse. Los niños tienen acceso desde edades más tempranas a este ambiente que nos rodea e incita a consumir productos insanos". Y, sí, es cierto: los productos ultraprocesados nos rodean por todas partes y su relación con la obesidad está más que comprobada.
Además, al ser extremadamente accesibles se le añade que resultan más baratos y más rápidos de preparar y consumir. ¿A quién atrae más este tipo de alimentos? A las personas con menos recursos. No es casualidad que en España las poblaciones con menor PIB per capita sean también las que más personas con obesidad tengan y viceversa. Económicamente resulta más barato y requiere menos tiempo, cosa que de la que suelen carecer las personas con trabajos y horarios precarios.
Se muestra de acuerdo en esto Ramón Mateo que indica que, "tampoco puede ignorarse el impacto de la malnutrición asociada a unos mayores niveles de pobreza infantil, que han crecido considerablemente durante la crisis". Tanto Gabriela como Mario insisten en que la obesidad tiene una causa multifactorial en el que también afectan las predisposiciones genéticas y los factores ambientales.
En ese sentido Sánchez cree que "hay que buscar quién o quiénes son los responsables de esa situación de obesidad global *que vivimos. La obesidad es una enfermedad multifactorial, por lo que no tiene mucho sentido culpabilizar al propio individuo que la padece".
Mateo lo tiene claro, "deberíamos empezar a abordar este debate como un problema de salud pública, y no de elecciones personales. Nadie acusa ni responsabiliza a una persona de los problemas causados por respirar aire con altos niveles de contaminación, pese a que seguramente podría tomar alternativas para reducir su exposición. Del mismo modo, tampoco deberíamos descargar el peso de la responsabilidad sobre los consumidores sin antes analizar a qué circunstancias se ven expuestos en su entorno".
Cuáles son las soluciones que tenemos para tratar el problema de la obesidad sin caer en la gordofobia
En este sentido, muchas de las soluciones pasan por la educación directa con los pacientes, pero como nos recuerda Mario Sánchez, "desde el sector político deberían empezar los cambios económicos y regulaciones en la industria que pueden revertir esta situación. Más impuestos a productos insanos y políticas favorables para productos saludables como frutas, verduras y legumbres podrían ser el inicio del cambio".
Qué se está haciendo políticamente con relación a la obesidad
Una de las dudas que más parece surgir es si este tema realmente interesa a nuestros políticos o la industria alimentaria tiene demasiado poder como para meter mano. Queremos saber si, siendo un problema de salud pública, se están llevando a cabo o planteando algún tipo de solución. Mateo indica que "ciertamente es un tema que interesa y que figura de manera recurrente en el debate político", sin embargo que aparezca de manera en el debate político todavía no ha desembocado en la creación de acciones concretas.
En este momento, según refiere el economista, "en esta legislatura tan sólo se han presentado en el Congreso de los Diputados dos iniciativas que tratan sobre la obesidad infantil". Parece que el Gobierno habría informado de su intención de aprobar un Plan de Lucha Contra la Obesidad Infantil, pero por el momento sigue siendo tan solo una intención.
En las autonomías, sabemos que Andalucía o Galicia han aprobado planes específicos y, como nos indica Ramón Mateo, "Cataluña ha sido pionera a la hora de implantar un impuesto sobre las bebidas azucaradas, siguiendo el ejemplo de otros países europeos, y cuyos resultados hasta el momento han sido alentadores".
En cuanto a la posibilidad de implantar a nivel español otros impuestos, Mateo nos habla de la posibilidad de hacer uso de algunos como " "Impuesto sobre los Azúcares Añadidos" (incluidos los azúcares libres que se añaden mediante jarabes, concentrados, etc.) que afectase a todos los alimentos elaborados, no sólo a las bebidas azucaradas", además se podrían tener en cuenta la posibilidad de implantar impuestos a las grasas saturadas o a los sazonantes.
Sin embargo, Ramón recuerda que este tipo de impuestos podría perjudicar en mayor medida a las rentas más bajas porque afectan a productos que son consumidos en mayor medida por esta población. En este sentido, "sería necesario, por tanto, más estudios rigurosos y un debate previo antes de tomar cualquier medida al respecto". Sin embargo, tomado el ejemplo de Cataluña con las bebidas azucaradas, podría funcionar.
Estudios recientes hablaban de la eficacia de introducir gráficos de advertencia en las bebidas azucaradas como los que tienen los paquetes de tabaco. En este sentido, el economista refiere que serían deseables ya que "este tipo de medidas son menos "drásticas" que introducir nuevos impuestos, por lo que podrían plantearse como un primer paso para concienciar a la población sobre el problema de la obesidad", además, añade la posibilidad de hacer lo mismo con las grasas saturadas o los sazonantes.
Lo que está claro, según este experto es que "España necesita un Plan Nacional de Lucha contra la Obesidad Infantil, fruto de un amplio debate que implique a toda la sociedad sobre la necesidad de abordar este problema como reto de futuro", pero además hace falta plantearse otras medidas como la introducción de mayor información alimentaria en establecimientos de restauración o el etiquetado de productos alimentarios en los supermercados. Para ello necesitamos "estudios serios y rigurosos sobre su previsible impacto, inclusive a nivel redistributivo".
Cómo no caer en la gordofobia y qué pueden hacer los profesionales de la salud
Más allá de lo que se pueda hacer políticamente, entramos en qué podemos hacer ahora los divulgadores de salud y los profesionales que tratan con pacientes con problemas nutricionales. Gabriela lo tiene claro, "para luchar correctamente contra la obesidad y el ambiente obesogenico es fundamental que no exista gordofobia en el profesional". Esto incluye a todo el personal sanitario y de ayuda social al que estas personas acudan.
Mario Sánchez sigue esta misma línea "hay que ser especialmente sensible con estos asuntos y sobre todo respetar la libertad del individuo. No podemos ni debemos obligar a nadie a que actúe en contra de su voluntad, mucho menos juzgarlo. Lo que debemos hacer es educar, divulgar y enseñar los beneficios y perjuicios de según qué estilos de vida". Uriarte nos refiere que ella cree que lo más importante es tener empatía y ofrecer herramientas y no reprimendas ya que "es terrible el estigma social que recibe el paciente con obesidad, se habla de SER obeso habitualmente como si fuera una parte de la personalidad de la esencia de la persona algo perenne cuando tiene solución".
Es importante recordar que la obesidad y la malnutrición pueden estar relacionadas con la pobreza y con la dificultad de poder mantener una dieta más saludable. Mateo nos recuerda que "el precio de la fruta ha aumentado en una década tres veces más que el nivel de precios, y su consumo en consecuencia ha caído un 12%".
Intentar no culpabilizar y no caer en la crítica desde el prejuicio es básico en estos casos ya que, como nos recuerda el economista, "falta concienciación por parte de los consumidores, pero, ¿qué margen de maniobra tiene un consumidor cuando la mayoría de alimentos más o menos procesados contiene altos niveles de azúcar, incluso aquéllos en los que intuitivamente no esperaría encontrársela? ¿Hasta qué punto podemos exigir un esfuerzo creciente de información al consumidor, sin exigírselo en paralelo a la industria?".
Gabriela cree que es importante que los profesionales analicen todo el entorno que rodea a estas personas y que el paciente entienda que hay algunos factores que no dependen de él y no son su culpa. Para ella la aceptación de uno mismo tal y como es es básica porque "el cambio de hábitos debe salir desde el amor no desde el odio a uno mismo".
La realidad es que el body positive no debería estar reñido con el estar saludable a todos los niveles - no solo en lo que se refiere a nuestro porcentaje de grasa corporal - sino que más bien deberían ir de la mano: querernos y aceptarnos cómo somos debería también suponer cuidarnos y hacer siempre lo mejor que podamos por nuestra salud.
Además, la nutricionista recuerda que "la presión social sobre (especialmente) el cuerpo de la mujer desgraciadamente no se limita solo a las mujeres obesas sino a todas, es una manera de esclavitud, de estar siempre disgustada con alguna parte de nuestro cuerpo. Si invirtiésemos por cada segundo que nos decimos algo feo otro en decirnos algo bonito la cosa cambiaría mucho. Ojala algún día los titulares no giren entorno solo al físico si no a mas cosas ya que somos mucho mas que un cuerpo".
Imágenes |NBC, Cosmopolitan, Unsplash, Pixabay
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