Todos tenemos clara en nuestra cabeza la imagen de la persona que está muy triste y disgustada y acude en busca de la ayuda del helado de chocolate para superarlo. Este ejemplo no es más que un cliché y está exagerado. Sin embargo, también está basado en hechos reales. Acudir a la comida como consuelo es algo más habitual de lo que parece. La única diferencia es que no tiene por qué ser helado, ni tiene por qué ser la tristeza la causante.
Muchos de nosotros podemos tener ciertos problemas manejando algunas emociones como el enfado, el estrés, la tristeza, la nostalgia, u otras emociones, y es posible que hayamos adoptado el consumo de comida como estrategia. De este modo, comemos aunque no tengamos hambre, como herramienta para distraernos u olvidarnos de lo que nos hace sentir mal, en vez de enfrentar estas emociones. Esta estrategia se conoce como "hambre emocional" y esto es lo que podemos hacer para dejar de usar la comida como herramienta para gestionar nuestras emociones.
De qué hablamos cuando hablamos de hambre emocional
Casi todos nosotros sabemos manejar emociones como la alegría, la euforía o la ilusión. Se tratan de las emociones conocidas como "positivas" y tienen una prensa mejor que las "negativas" por lo que casi todos nosotros solemos obtener herramientas durante nuestra educación para manejarlas adecuadamente. Existen excepciones, pero en general solemos tener herramientas más adaptativas para enfrentarnos a ellas.
Sin embargo, en el caso de las emociones conocidas como negativas, muchas personas no llegan a aprender herramientas adaptativas para manejarlas. Es por esto que acaban desarrollando otras estrategias menos adaptativas para ser capaces de lidiar con ellas. Dentro de estas posibles estrategias alternativas encontramos el hambre emocional. Básicamente, ante la presencia de emociones negativas estas personas sienten un hambre incontrolable y comen para intentar aliviar con alimento la sensación desagradable que les provocan sus emociones.
Cómo dejar de utilizar la comida para gestionar emociones
Dedicar tiempo a la introspección y el autoconocimiento
Uno de los principales problemas del uso de la comida como estrategia para gestionar las emociones es que no somos conscientes de que lo estamos haciendo. Es decir, es posible que sepamos que nos sentimos mal y es posible que sepamos que la comida nos hace sentir mejor, pero no reconocemos en ello una estrategia.
De hecho, puede ser más sencillo que lo reconozcas si solo lo hacemos de manera ocasional, que si resulta algo cronificado en nosotros. Por ello, es importante que dediquemos tiempo a conocernos a nosotros mismos. Debemos intentar aprender a reconocer las emociones que sentimos, cómo reacciona nuestro cuerpo ante ellas, qué señales nos manda - en este caso pueden ser de hambre - y qué estrategias ponemos en marcha ante esas señales.
Solo de esta manera seremos capaces de reconocer cuando nuestro cuerpo nos está pidiendo comida como método para tapar o aliviar una mala sensación. Y solo cuando seamos capaces de reconocer eso podremos empezar a ponerle remedio.
Buscar la ayuda de un profesional de la salud mental
Uno de los motivos por los que comemos para gestionar nuestras emociones es que buscamos en la comida el alivio que no conseguimos de otra manera. Comemos hasta sentirnos bien. El problema es que, como el malestar viene de las emociones, la comida nunca nos va a poder aliviar y por ello se trata de una estrategia tan poco adaptativa y poco útil.
Acudir a un psicólogo o profesional de la salud mental es importante en estos casos, especialmente si se trata de un hábito que ya tenemos cronificado. Esta persona no solo nos ayudará a reconocer ante qué emociones desplegamos la estrategia de la comida, sino que nos dará herramientas para reconocer nuestras emociones, ponerles nombre y buscar técnicas más adaptativas y adecuadas para lidiar con nuestras emociones.
Aprender técnicas de relajación
Independientemente de que utilicemos esta estrategia cuando estamos nerviosos o estresados, es buena idea que conozcamos algunas técnicas de relajación. Si acudís a un psicólogo, este probablemente os enseñará alguna. El motivo es sencillo, cuando aparece el deseo de comer ante una emoción negativa, es más que posible que nos pongamos en tensión. Esto ocurrirá, especialmente, si ya sabemos que nos ocurre y estamos intentando evitarlo.
Hacer uso de las técnicas de relajación que conocemos no solo nos ayudará a reducir la tensión provocada por el deseo de comer desproporcionadamente, sino que nos distraerá de dicho deseo y de la emoción negativa que estemos sintiendo. Gracias a estas técnicas sencillas, que todos podemos hacer en casa, es más posible que evitemos caer en la tentación de darnos un atracón.
Para ello, algunas técnicas de relajación muy utilizadas son la relajación progresiva de Jacobson, la técnica de visualización, o las técnicas relacionadas con la respiración. Estas últimas consisten en aprender a respirar de manera adecuada, haciendo uso de la respiración diafragmática.
Soluciones a corto plazo
Si estamos empezando ahora a intentar gestionar las emociones de una manera diferente y buscando no caer en el uso de la comida, mientras aprendemos a utilizar las nuevas estrategias señaladas - u ofrecidas por nuestro psicólogo - hay un truco sencillo que podemos poner en marcha: no tener en casa comida poco saludable y procurar tener solo la cantidad de alimento que necesitemos para las comidas diarias.
Si no tenemos ese tipo de alimentos en casa es menos probable que los consumamos. Sin embargo, se trata de una estrategia a corto plazo y como tal se debe usar. El fin es aprender a manejar todas nuestras emociones de manera adecuada y, para ello, la ayuda de un profesional de la salud mental y la adquisición de nuevas herramientas es fundamental.
Imágenes | El diario de Bridget Jones, Giphy, Unsplash
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