El verano está, desde siempre, asociado a las vacaciones. Y aunque es verdad que muchos de nosotros podemos, actualmente, elegir tener vacaciones en otros meses, resulta agradable aprovechar estos días de más calor y mejor tiempo para descansar y viajar.
Sin embargo, a veces ocurre que, cuanto más queremos descansar menos lo hagamos. Y es que con los cambios propios del verano y las vacaciones, nuestro sueño puede verse alterado y nos puede resultar más difícil dormir y descansar de lo que anticipábamos.
No alterar demasiado el horario de sueño
Lo habitual durante las vacaciones es que nos vayamos más tarde a dormir y nos despertemos más tarde. Es parte de la gracia de las vacaciones y no queremos perderlo. Sin embargo, alterar demasiado nuestro horario de sueño en comparación con el resto del año, puede suponer un problema. No solo para el descanso durante las vacaciones si no también a la hora de volver a la rutina.
Por ello, la recomendación habitual es intentar no alterar nuestro horario de sueño en más de dos horas. Es decir, no irnos a dormir ni despertarnos más de dos horas después de lo que lo hacemos el resto del año.
Manejar los cambios de cama y de habitación
Si viajamos es habitual que la diferencia de la cama con respecto a la nuestra nos afecte a la calidad de nuestro sueño. No todos los colchones se adaptarán a lo que nos gusta a nosotros. Las almohadas pueden ser más duras, más blandas, más altas o más bajas que las nuestras. También nos puede afectar que entre luz en la habitación o haya más ruido del habitual.
Aunque con el colchón no podemos hacer demasiado, sí podemos hacer algunas cosas para manejar las otras diferencias. Una buena idea puede ser llevar nuestra propia almohada, llevar antifaz para evitar la molestia de las luces o tapones para los sonidos.
La temperatura de la habitación
La temperatura que haya en la habitación que vamos a dormir es especialmente importante. La recomendación habitual es que esta se encuentre entre los 19 y los 22 grados. Sin embargo, no siempre disponemos de aire acondicionado o de un ventilador. Por suerte, hay algunos trucos para mantener una temperatura adecuada.
Intentar mantener la habitación a oscuras durante el día, de manera que no se caliente demasiado, abrir las ventanas al anochecer para que haya corriente de manera que se refrigere más, elegir la habitación que esté más abajo ya que allí se acumula menos el calor o ducharnos antes de dormir son buenas ideas.
Intentar no hacer demasiados cambios en la alimentación
Además de los cambios en el horario, en la temperatura y en el entorno, lo habitual cuando estamos de vacaciones es que también cambiemos nuestra rutina de alimentación y comamos algo "peor" o en mayor cantidad. Estos cambios en la dieta también afectan a la calidad y cantidad de nuestro sueño.
Hidratarnos bien, evitando el alcohol que deshidrata, nos ayudará a regular nuestra temperatura corporal. Además, según recomienda en Instituto del Sueño, lo ideal es evitar las comidas muy copiosas, así como alimentos ácidos, café o chocolate.
Alimentarnos de manera que consumamos suficiente vitamina C, magnesio y zinc ayudará a tener una mejor calidad de sueño. Incorporar en nuestra dieta, especialmente en la cena, alimentos como plátano, lácteos y cereales integrales como arroz, avena, trigo o maíz puede ser una buena idea, según indican estos profesionales.
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