Efectos de convertir el deporte en una obsesión

Que el deporte engancha es algo que muchos de nosotros tenemos en cuenta, y es que como hemos comentado en infinidad de ocasiones, realizar ejercicio hace que expulsemos endorfinas, la llamada hormona de la felicidad, algo que nos hace sentir muy bien y es la culpable de que asociemos deporte con bienestar. Hasta aquí todo bien, pero la cosa se pone más complicada cuando el deporte comienza a ser una obsesión y nos afecta de diferente modo.

La mayoría de los que asistimos al gimnasio lo hacemos para mantener un físico en buenas condiciones a la vez que conseguimos una salud de hierro que al fin y al cabo es lo que queremos. El problema reside en hacer del deporte y los entrenamientos nuestro modo de vida. Este paso puede ser más perjudicial para la salud que beneficioso.

Como hemos comentado en infinidad de ocasiones, el deporte debe ser una vía de escape a través de la que debemos encontrarnos mucho mejor. Es la mejor forma de desconectar de la rutina diaria por unos momentos a la vez que trabajamos nuestro cuerpo. Junto a esto cabe destacar que es una de las vías más importante para acabar con el estrés y recobrar una situación de calma al conseguir quemar la adrenalina que se forma y se acumula en el organismo debido a las tensiones de la jornada.

Esta filosofía del deporte es la que debe primar, ya que su uso es el de hacer que mejoremos la salud general, no solamente a nivel físico, sino también a nivel mental. El problema reside cuando la obsesión por el deporte puede a la coherencia. Muchas veces hemos comentado que los excesos nunca son buenos, y en el deporte sucede lo mismo, ya que si esto es así los resultados de la actividad pueden ser los opuestos a los que buscamos.

Muchas personas convierten la actividad deportiva en una obligación, no en un hobbie. Esto hace que nos sintamos presionados a la hora de llevar a cabo esta actividad. Las presiones por lo general suelen causar en nosotros una sensación de agobio que se traducirá en estrés y ansiedad. Para que nos demos cuenta, la persona que siente el deporte como una obligación no disfrutará de su realización, sino que se mantendrá en alerta logrando acumular más estrés en vez de acabar con él. Este tipo de personas dejan en un segundo plano su vida y anteponen el deporte a todo, sintiéndose ansiosos y decaídos los días que no pueden realizar su actividad deportiva.

Esta situación psicológica de presión es la que hará que no nos sintamos realizados en el deporte y cada vez queramos más para sentirnos mejor. Lo que en un principio empieza como una obsesión puede acabar como un problema físico, puesto que el cuerpo tiene un límite que no debemos en ningún caso sobrepasar, debido a que el efecto será mucho peor que si no asistimos al gimnasio. Normalmente lo que sucede es que caigamos en el sobreentrenamiento y la fatiga muscular que puede derivar en lesiones o dolores crónicos de diferentes partes del cuerpo.

Es importante que sepamos controlar la actividad deportiva y saber que es una parte más de nuestro día a día, en ningún caso es algo a lo que estemos obligados y mucho menos tenemos que ponernos de mala leche u obsesionarnos si un día no podemos entrenar. Para conseguir un correcto desarrollo deportivo primero debemos pasar por una estabilidad psicológica y emocional.

Imagen | Vook tv

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