Pensar que el ejercicio físico únicamente impacta positivamente sobre la calidad y la cantidad de la masa muscular es un error muy habitual.
A día de hoy se ha visto que el ejercicio tiene una gran repercusión sobre el sistema nervioso, y aunque no son pocas las adaptaciones que sabemos que produce, lo más probable es que todavía desconozcamos muchas de ellas.
Aunque lo simplificaremos todo con el objetivo de facilitar la comprensión, una gran parte de estas adaptaciones se producen debido a la secreción de mioquinas por parte del músculo, y a la liberación de neurotrofinas que pueden provocar estas mioquinas en el cerebro.
Mejor gestión del estrés
El ejercicio puede reducir nuestro estrés de manera directa pero además también es capaz de hacernos afrontar las situaciones estresantes futuras de una manera más eficaz y productiva.
En cualquier caso, ten en cuenta que este efecto se produce de manera crónica y evidentemente no es algo agudo. De hecho, lo más probable es que ocurra todo lo contrario tras una sesión de ejercicio a alta intensidad, dado que estarás fatigado y con altas concentraciones de catecolaminas.
Mejora del autoconcepto
Aunque este efecto es bastante relativo y se produce más bien a nivel psicológico, el ejercicio puede mejorar la imagen que tenemos de nosotros mismos y puede modificar nuestro comportamiento en base a esto.
Mejora en la coordinación intramuscular
El propio ejercicio puede mejorar la coordinación de las fibras que forman el área de sección transversal de un músculo, de manera que esto derive en consecuencias como un mejor control motor, una mayor coordinación y un aumento en la capacidad de producción de fuerza.
Mejora en la coordinación intermuscular
El ejercicio también puede mejorar la coordinación que se produce entre distintos grupos musculares al producir un movimiento en el que varios de ellos se ven involucrados.
Esto evidentemente tiene transferencia a otros gestos de nuestro día a día, como por ejemplo caminar, correr o subir escaleras y puede ser positivo ya que refuerza todas estas conexiones neuromusculares.
Adaptaciones estructurales a nivel cortical
El ejercicio es capaz de afectar a propiedades directas del sistema nervioso como por ejemplo la neuroplasticidad, y también es capaz de favorecer la neurogénesis, dando lugar todo esto a un sistema nervioso mucho más sano y productivo.
Este fenómeno no solo es capaz de mejorar la función cognitiva, sino que además puede reducir la incidencia de sufrir enfermedades neurodegenerativas como el Alzheimer o el Parkinson.
Mejora de trastornos depresivos
La depresión es un trastorno que tiene mucho que ver con el estado del cerebro, y es que un cerebro sano es mucho menos propenso a sufrir este tipo de problemas.
Además, un cerebro depresivo es propenso a evitar que el cuerpo se mueva, y esto a su vez puede favorecer los comportamientos depresivos, creando así un círculo vicioso muy perjudicial.
Por ello, el ejercicio es una herramienta que debería considerarse obligatoria a la hora de tratar la depresión, ya que puede impactar positivamente tanto física como mentalmente.
Mayor sensación de bienestar
La secreción de ciertos neurotransmisores durante el ejercicio, como por ejemplo las beta endorfinas, puede aliviar el dolor y puede hacer que nos sintamos más positivos y de mejor humor.
Estos neurotransmisores pueden actuar de manera similar a la forma en la que lo harían otros opiáceos como por ejemplo la morfina, pero con la ausencia de los efectos secundarios que pueden provocar estas drogas.
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