El frio del invierno puede bajar las defensas de nuestro sistema inmunitario o simplemente ser el ambiente ideal para el desarrollo de agentes patógenos como los virus que provocan el resfriado común o la gripe.
Así que no, el frio no enferma, lo que enferma es estar expuesto a estos virus. No obstante el frio puede ser el contexto perfecto para que nuestro sistema inmunitario no pueda hacerles frente. En este artículo te explicamos cómo el ejercicio físico puede fortalecer tu sistema inmunitario y hacer que no enfermes tanto en invierno.
¿Qué es el sistema inmunitario y qué hace?
El sistema inmunitario, que no inmune, está compuesto por una gran red de moléculas, células y estructuras que conforman un mecanismo que nos protege ante agentes ya sean internos o externos. Entre las labores de este mecanismo están la de identificar a estos agentes y eliminarlos.
Este sistema nunca interrumpe su actividad y siempre está funcionando a través de órganos, estructuras o fluidos como la sangre, pulmones, hígado, huesos, anginas, ganglios, timo, bazo, médula ósea e incluso intestino.
De esta manera cuando un agente patógeno como puede ser el virus de la gripe entra en contacto con nosotros, nuestro sistema inmunitario rápidamente lo identifica y trata de aislarlo y eliminarlo. En este caso, el frio puede hacer por un lado que el desempeño de nuestro sistema inmunitario decaiga y por otro que el desarrollo del virus sea más rápido de lo habitual dado que se encuentra en un ambiente favorable. Por eso la fiebre es una de las primeras cosas que nuestro sistema inmunitario usa como arma para combatir agentes patógenos.
Lo que el ejercicio físico puede hacer por nuestro sistema inmunitario
Durante el ejercicio físico existe una gran interacción entre los diferentes sistemas de nuestro cuerpo: el neurológico, el inmunitario y el endocrino. La práctica de ejercicio físico es un estresor y que por lo tanto inicia una cascada de acontecimientos a todos los niveles. Por ejemplo, la liberación de hormonas como la adrenalina o el cortisol durante el ejercicio físico tiene efectos antiinflamatorios pero a costa de una inmunosupresión transitoria al inhibir la función de linfocitos B y T, importantes para producir anticuerpos y atacar agentes extraños.
Podríamos resumir todo esto en que el ejercicio físico a corto plazo puede hacer descender las defensas de nuestro sistema inmunitario, pero como cualquier estímulo o agente estresor, si nos exponemos periódicamente y de forma dosificada a él, nos fortalece por pura adaptación.
Tal y como decíamos, la exposición prolongada a lo largo del tiempo al ejercicio físico no solo hará que nuestro sistema inmunitario se fortalezca sino que además los efectos agudos o a corto plazo que provoca el ejercicio, serán más moderados.
Así que aunque a corto plazo pueda haber cierta inmunosupresión transitoria en nuestro sistema inmunitario, a medio y largo plazo nuestro cuerpo estará mejor preparado para afrontar enfermedades futuras provocadas por virus o bacterias.
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