Si ha habido un año retador para nuestra salud mental, ha sido sin duda 2020. Los niveles de ansiedad de la población han aumentado de manera importante y es que la situación sanitaria, pero también la económica, laboral y social provocada por la COVID-19 ha supuesto grandes complicaciones para muchos de nosotros.
En cualquier caso, ha sido también el año en el que ha quedado más claro que nunca la importancia que tiene cuidar no solo de nuestra salud física, sino también de la mental. Aunque, en principio, con la llegada de la vacuna, las cosas deberían ir mejorando a lo largo de este 2021, la realidad es que todavía nos quedan unos meses complicados por delante.
Por eso, seguir cuidando nuestra salud mental es más importante que nunca, si cabe. Estas son algunas cosas que podemos hacer en nuestro día a día para cuidar de nosotros mismos y ponérnoslo algo más fácil dentro de una situación tan complicada.
Acudir a terapia psicológica
Aunque hay cosas pequeñas - o no tan pequeñas - que podemos hacer en el día a día para cuidar nuestra salud mental y facilitarnos las cosas, la estrategia más importante sin duda alguna es acudir a terapia. Buscar ayuda para obtener herramientas que nos ayuden a vivir con la situación de salud mental que estemos sufriendo es muy importante.
Y es que, aunque el resto de hábitos diarios pueden ayudarnos, reducir los riesgos de sufrir enfermedades de salud mental, o mejorar ligeramente los síntomas, será la terapia la que nos ayude a obtener herramientas y formas más adaptativas de lidiar con nuestro problema. En los momentos en los que la sintomatología está más activa puede resultar muy complicado y agotador el simple hecho de intentar mantener los otros hábitos saludables. Es perfectamente comprensible y por ello la terapia es tan importante.
Además, debemos tener en cuenta que incluso teniendo hábitos saludables y esforzándonos por cuidar nuestros hábitos para cuidar también de nuestra salud mental, podemos sufrir ansiedad, depresión, etc. Por eso, si estamos en esa situación, la terapia es la primera estrategia a implementar. Todas las demás pueden ayudarnos a ponernos las cosas más fáciles y favorecer que podamos hacer el trabajo en terapia que necesitamos.
Practicar ejercicio físico
La realización de ejercicio físico no solo nos ayuda a cuidar nuestro cuerpo, sino también nuestro cerebro y esto puede impactar en la salud mental. Es importante aclarar que practicar ejercicio no va a curarnos si sufrimos ansiedad, depresión o cualquier otro trastorno relacionado con la salud mental. Pero sí puede ayudar a reducir el impacto de los síntomas en nuestra vida y, teniendo en cuenta que muchos de los trastornos de salud mental son multifactoriales, ser un factor de protección.
La realización de deporte nos ayuda a liberar hormonas como la serotonina, endorfinas o dopamina, que nos ayudan a sentirnos mejor, mejorar el humor y cuidar nuestras funciones cognitivas. Además, como parte de una rutina, nos ayuda a tener hábitos estables y rutinarios, así como a obtener sensación de logro.
Mantener un estilo de vida activo
Sabemos que la realización de ejercicio físico puede ayudarnos a reducir los síntomas de algunas enfermedades mentales, pero no es lo único. El hecho de mantener una vida activa, puede prevenir la aparición de problemas de salud mental como la depresión. Cuando nos referimos a tener una vida activa no implica solo hacer deporte una hora al día, sino a ser activos durante todo nuestro día.
Realizar actividades que impliquen movimiento, elegir las escaleras en vez del ascensor, hacer recados andando, buscar actividades al aire libre en nuestros fines de semana, etc. son buenas opciones para aumentar nuestra actividad diaria. Incluir en nuestra vida la práctica diaria de actividades como el Yoga también puede ayudarnos, ya que estaría asociada con una reducción de los síntomas depresivos.
Cuidar nuestra alimentación y bacterias intestinales
Desde hace un tiempo se estudia el vínculo existente entre las bacterias del intestino y nuestra salud mental. Según investigaciones como la de Nature en 2019 las personas que padecen depresión muestran menos presencia de dos géneros bacterianos: "coprococcus" y "dialister".
Sabemos que nuestra salud mental afecta a nuestro estómago e intestino (la ansiedad y la depresión pueden aumentar el riesgo de sufrir colón irritable, hinchazón, diarrea, estreñimiento y otras molestias), pero también parece funcionar al revés.
Además de eso, se ha encontrado relación con el consumo de algunos alimentos y el riesgo de padecer problemas que afecten a nuestra salud mental. Investigaciones de Harvard han encontrado que las dietas con alto consumo de carne procesada, cereales refinados, dulces, salsas altas en grasas y poca fruta y verduras podría estar relacionado con un mayor riesgo de padecer depresión.
Igualmente, el hecho de consumir una alta cantidad de comida basura podría estar relacionado con un riesgo un 37% mayor de sufrir depresión. Por ello, cuidar de nuestra alimentación y seguir una dieta rica en verduras y frutas puede ser de gran importancia y una estrategia sencilla que implementar.
Mantener buenas rutinas de sueño
Las rutinas estables pueden ser una gran ayuda a la hora de reducir los síntomas de algunos problemas de salud mental. Cuando padecemos este tipo de trastornos, especialmente en los momentos de mayor sintomatología, puede ser especialmente difícil dormir bien o mantener rutinas estables. Por ello, acudir a tu médico especialista y buscar ayuda psicológica es de vital importancia.
Sin embargo, en los momentos en los que ya estamos haciendo un trabajo psicológico y la sintomatología no es tan incapacitante, mantener rutinas de sueño puede ayudar a manejar estos síntomas. Irnos a dormir a la misma hora, levantarnos a la misma hora, intentar mantener un horario de sueño estable, puede ser de gran ayuda.
Evitar el consumo de alcohol y drogas
El consumo de alcohol y drogas puede afectar de manera importante a los síntomas de trastornos de salud mental, empeorándolos o agravándolos. Tomemos o no medicación, reducir o eliminar el consumo de alcohol y drogas reducirá el riesgo y la gravedad de los síntomas.
En personas con vulnerabilidad genética incluso el consumo de drogas conocidas como "blandas" puede ser el desencadenante de trastornos como la esquizofrenia. Además, tanto el alcohol como las drogas pueden producir alteraciones del control inhibitorio impactando en nuestros síntomas.
Aprender técnicas de relajación
Una de las cosas que nos pueden enseñar en terapia es a relajarnos de manera adecuada, de forma que en momentos de más estrés o ansiedad tengamos una manera de autorregularnos. En cualquier caso, es algo que podemos aprender por nosotros mismos. Las técnicas de relajación como la respiración diafragmática, otras técnicas de relajación guiada como la relajación de Jacobson o la práctica del Mindulfness y la meditación pueden ser de gran ayuda para aliviar los síntomas.
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