Cuando queremos perder peso nos centramos mucho en controlar la dieta, el entrenamiento y el descanso, pero rara vez prestamos atención al efecto que puede provocar el estrés sobre la recuperación y sobre nuestras adaptaciones al entrenamiento.
Cómo afecta el estrés a tu peso
El estrés puede interferir en tus resultados de muchas formas distintas; puede reducir de manera directa las ganancias del entrenamiento, puede hacer que modifiques inconscientemente tu alimentación, puede aumentar la incidencia de enfermedades...
Todo esto además puede empeorar tu estado de humor, y evidentemente esto, sumado a todos los efectos anteriores, puede hacer que reduzcas la intensidad a la que entrenas o el volumen de entrenamiento que acumulas.
En definitiva, tengas el objetivo que tengas, un nivel elevado de estrés va a complicar que lo consigas.
Entiende a tu cuerpo
Muchas veces caemos en el error de pensar que la pérdida de peso es lineal, y por lo tanto nos alteramos y nos estresamos al ver que esto no está ocurriendo así, empeorando aún más nuestro progreso.
Tu peso depende de muchos factores, y lo cierto es que no es predecible, así que no te frustres si actualmente no estás perdiendo peso al ritmo que lo hacías antes o si con una dieta concreta no estás perdiendo tanto peso como esperabas.
Ten sexo
El sexo tiene infinidad de beneficios, y en concreto uno de ellos es la reducción que puede provocar sobre el cortisol, que es la hormona que secretamos cuando sufrimos estrés.
No te preocupes si no te apetece tener sexo especialmente porque esto de hecho es algo normal que ocurre cuando estamos estresados, pero desde luego encontrar un hueco para disfrutar de ello con tu pareja puede ayudarte con este problema.
Haz que el descanso forme parte de tu entrenamiento
No es necesario que entrenes todos los días; fuérzate a descansar.
Reserva varios días al mes para relajarte, descansar, socializar y estar con las personas que quieres, y comer un poco más de lo habitual.
Haciendo esto estarás mejorando la relación que tienes con la comida, reducirás tus niveles de estrés y ansiedad, y probablemente mejores tu rendimiento.
No estamos diciéndote que tengas que comer hasta reventar ni que tengas que sabotear tu dieta, pero sí que deberías utilizar estos días para dar un paso hacia atrás de modo que te sea más sencillo dar dos hacia delante.
La meditación, un gran aliado
Seguramente ya sepas esto, pero es conveniente que insistamos en ello dado que se ha visto en infinidad de ocasiones que la meditación puede ser muy efectiva para reducir el estrés.
Puede ser suficiente con que le dediques 20 minutos al día y a día de hoy tienes una gran cantidad de aplicaciones móviles que pueden guiarte durante todo el proceso de modo que solo tengas que seguir las indicaciones.
Evita los grandes déficits
Cuando seguimos una dieta de pérdida de peso es inevitable que creemos un déficit calórico, o sea; es necesario que comamos menos calorías de las que gastamos.
Esto, aunque puede hacernos perder grasa y en definitiva puede mejorar nuestra composición corporal, también puede estresar al cuerpo dado que limita su disponibilidad energética.
Si el déficit es moderado no tiene por qué haber problemas, pero si queremos ir demasiado deprisa y terminamos cayendo en un déficit calórico muy agresivo nuestro cuerpo sufrirá reacciones que acentuarán las sensaciones de estrés y ansiedad.
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