Todos los antojos mencionados en este artículo son reales, los han padecido distintas mujeres durante sus respectivos embarazos.
Pasarse el embarazo pelando y friendo patatas porque tienes un antojo irresistible de patatas fritas caseras, comer bollos industriales llenos de azúcar a los que de otra forma ni te acercarías o inflarte a pepinillos y aceitunas aunque nunca antes te hubiesen apetecido demasiado...
Los antojos durante el embarazo son un fenómeno que se encuentra entre la ciencia y la intuición: son ganas repentinas e intensas de comer un alimento en concreto, a veces con tanto deseo que eres capaz de hacer un esfuerzo desacostumbrado (o de obligar a tu pareja a hacerlo) por comerlo cuanto antes. ¿Cuántos paseos en medio de la noche han causado los antojos, en busca del alimento antojado?
¿Son los antojos algo real o solo un capricho?
¿Por qué de pronto una mujer embarazada sería capaz de vender a su futuro bebé por unos pepinillos? ¿O por un helado de fresa? ¿O por un tazón de cereales de chocolate? ¿De verdad es una necesidad física? ¿O estamos hablando más bien de un capricho?
La mayoría de los médicos coinciden en que se trata de una mezcla de ambas cosas. Es muy posible que los antojos sean una forma en la que el cuerpo expresa la necesidad de un nutriente concreto: sodio, potasio, azúcar, energía... Eso hace que a una mujer le apetezca mucho determinado sabor salado, dulce, ácido o picante. A partir de ahí, son los gustos de la mujer en cuestión los que dan forma al alimento concreto.
Me apetecen cosas que antes no me gustaban (y al revés)
Los antojos durante el embarazo pueden resultar especialmente desconcertantes si se combinan con otro fenómeno bastante común: el sentido del gusto, y también el del olfato, se alteran durante estos meses. Eso quiere decir que una mujer embarazada puede desear desesperadamente comer un alimento en concreto, como por ejemplo, kilos y kilos de fresas o naranjas a todas horas cuando nunca antes había demostrado demasiado interés por ellas.
De la misma forma puede ocurrir todo lo contrario. Puesto que, sobre todo durante los primeros meses, el sentido del gusto y del olfato son más sensibles y están alterados, algunas mujeres descubren que no pueden soportar olores y sabores que antes disfrutaban. Puede ocurrir incluso con bebidas e infusiones que suelen tomar a diario y que durante el embarazo no pueden ni oler, y en los casos más extremos, con el olor particular de su propia casa.
Mitos falsos sobre los antojos
Algunas personas aseguran que si las embarazadas no satisfacen sus antojos, el bebé nacerá con una mancha en la piel que simbolice el alimento antojado. Esto, obviamente, no es cierto. Otro mito común es que si el antojo es de alimentos dulces, el bebé será una niña, y que si es de comida salada, será un niño. Esto tampoco es cierto.
La realidad es que los antojos, más allá de lo importantes que puedan resultar para la madre, no tienen un impacto mayor en la salud de la madre o la del hijo. Excepto en algunos casos...
Algunos antojos sí tienen riesgos
Aunque para esto hay dos excepciones. Una de ellas es cuando el antojo se refiere a cosas que no son alimentos, como el impulso de comer tierra o pintura. Esto es parte de un trastorno mental que va más allá del embarazo, pero que se puede acentuar durante esos meses, y que puede resultar en un envenenamiento de madre e hijo por sustancias tóxicas que haya en la sustancia ingerida, como plomo.
Otra de ellas, menos grave pero más común, es cuando los antojos se refieren a comida poco saludable, con mucha sal, azúcar, harinas refinadas o grasas de mala calidad, como la bollería industrial, los churros, el chocolate o los sandwiches de ensaladilla procesada de las máquinas de vending. En esos casos, es importante controlar los antojos y no ceder siempre al impulso de satisfacerlos ante el riesgo de descuidar la nutrición.
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