Dos veces al año, en marzo y en octubre, los europeos tenemos que hacer un cambio de hora (hacia adelante o hacia atrás) para, en teoría, adecuar nuestros horarios a las horas de luz. Esta medida que comenzó a tomarse en los años 70 coincidiendo con la crisis del petróleo para ahorrar energía, y desde el año 2000 es obligatoria para todos los países de la UE.
Esto podría cambiar próximamente. Tras abrir una consulta a los ciudadanos europeos, y que estos hayan votado que preferirían eliminar el cambio de hora, la Comisión Europea va a plantear una reforma legislativa para implementar esa preferencia.
Aun falta tiempo (y un complicado proceso legislativo) para que se cumpla, pero si lo hace, cada país podrá decidir en qué horario prefiere quedarse, o si quiere cambiar de huso horario (como se lleva tiempo planteando en España para adecuarnos a la hora de Portugal y Reino Unido), pero no podrá cambiar de uno a otro durante el año.
Y eso sería lo mejor para nuestra salud
Y más allá de sus efectos sobre el consumo energético o la economía, esta sería una gran noticia para nuestra salud porque cada vez que cambiamos la hora somos nosotros los que notamos las consecuencias.
Al quitarle o añadirle una hora a nuestro día, eso afecta a nuestros ritmos circadianos, los ciclos de tiempo en los que nuestro cuerpo regula y divide sus tareas de mantenimiento y funciones. De pronto esos ciclos tienen que acomodar una hora más (normalmente eso no es mucho problema) o hacerse en una hora menos (esto es más difícil).
Y como resultado, dependiendo de la sensibilidad de cada uno, podemos experimentar síntomas como cansancio, irritabilidad, problemas para dormir, desajustes en la digestión, somnolencia a deshoras, dolores de cabeza... Normalmente quienes peor lo llevan son los niños, que están mas acostumbrados a las rutinas y para los que una hora más o menos es un cambio mucho más notable.
Más accidentes y más infartos
En la mayoría de los casos, el cambio de hora nos deja cansados y malhumorados durante unos cuantos días, y eso es todo, pero las estadísticas señalan que el cambio de hora pasa factura a nuestra salud de formas más severas.
Un estudio sugirió que en los días laborables después del cambio de hora se producen más infartos, y otros, que en esos días se dan más accidentes de coche y accidentes laborales de lo habitual. Son resultado de ese mayor cansancio que sentimos tras el cambio de hora, especialmente el de marzo, que nos hace dormir una hora menos.
¿Horario de verano o de invierno?
Si la propuesta de la Comisión Europea sale adelante, y es aprobada por el Parlamento y por el Consejo Europeos, cada país podrá decidir en qué horario quiere quedarse, el de verano o el de invierno.
En el caso de España, la decisión que se tome puede afectar de distintas formas a cada región. Por ejemplo, si nos quedamos en el horario de verano, en invierno amanecería más tarde de lo que estamos acostumbrados, entre las 9-9:30 en Madrid, pero eso sería aun más tarde en Galicia, que no vería la luz del sol hasta pasadas las 10 de la mañana algunos días.
Por el contrario, si nos quedamos con el horario de invierno, en verano amanecería entre las 5:30 y las 6 de la mañana en Madrid, pero antes incluso en Baleares, Cataluña y Levante.
Sin embargo, aun queda bastante tiempo antes de que el cambio horario deje de producirse dos veces al año, si es que llega a desaparecer. De momento, el próximo 28 de octubre, a las 3 de la madrugada volverán a ser las 2. Alégrate, al menos este es el cambio más fácil para tu cuerpo.
Imágenes | Unsplash
En Vitónica | Guía práctica para que el cambio de hora te afecte lo menos posible
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