El miedo a quitarnos la mascarilla en interiores es real y te pasa por esto

Después de más de dos años, y de que muchos países europeos ya lo hayan hecho, parece que el final de las mascarillas en interiores se acerca también en España. Todavía no tenemos una fecha clara de cuándo ocurrirá, pero sí parece que será antes de Semana Santa. Es decir, en tan solo unos días.

Por un lado, muchos estamos deseando que se acabe el tener que llevarla - no solo por incomodidad, sino por tener cierta sensación de volver a la normalidad -. Pero, por otro lado, no es raro que también podamos sentir algo de incertidumbre, de miedo o de desprotección.

Ansiedad después de la pandemia

Antes de nosotros, otros países han ido abandonando la obligatoriedad del uso de mascarilla y, también en estos casos, se ha observado que una parte importante de la población tenía cierto recelo a dejarla. Es el caso de Estados Unidos donde, según datos de la American Psychological Association, alrededor del 50% de la población presentaba ciertos niveles de ansiedad ante la idea de retomar los contactos sociales sin la protección de la mascarilla.

De hecho, algunos profesionales médicos y de la salud mental, como el Dr. Shilagh Mirgain, le han puesto un nombre a esta preocupación: "no-mask anxiety". Básicamente, ansiedad a no llevar mascarilla. Hay que tener en cuenta que mucha parte de la población o bien ha sufrido la pérdida de seres queridos por causa de la COVID-19 o han sufrido la enfermedad en propias carne con efectos graves.

No es de extrañar, por tanto, que muchas personas sientan cierto estrés postraumático y la idea de quitar una de las barreras de protección contra el virus aumente dicho estrés. Y es que, la mascarilla ha sido, durante mucho tiempo, nuestro elemento de protección más claro.

Pérdida de la sensación de control

Durante la pandemia se ha dado un aumento en los niveles de ansiedad de la población general. Entre otras cosas, la situación médica ha generado una sensación de incertidumbre y falta de control que puede afectar, precisamente, a nuestra ansiedad.

En una situación de pandemia, donde poco o casi nada estaba bajo nuestro control, la mascarilla era una de las pocas cosas que hemos podido controlar. Usar mascarilla, mantener la distancia de seguridad y lavarnos las manos habitualmente. Estas eran las pautas de seguridad que se nos dieron desde el principio de la pandemia, que podíamos seguir y que nos daban cierta seguridad de estar cuidándonos.

Retirarnos la mascarilla puede causarnos la sensación de que estamos perdiendo algo del poco control que teníamos sobre el virus y sobre nuestro riesgo de contagiarnos.

Tolerancia al riesgo

Aquí entra en juego también un término que se conoce como "tolerancia al riesgo". Básicamente, sería la percepción que tenemos de la probabilidad que hay de que suceda un determinado evento multiplicado por las consecuencias potenciales. En este caso, cómo estimamos que es el riesgo de que nos contagiemos y de las posibles consecuencias de contagiarnos.

Cuanto mayor sea la percepción de riesgo que tengamos, probablemente mayor sea el miedo que sintamos. Esto puede afectar a nuestro miedo a dejar de lado la mascarilla en interiores.

La mascarilla ha sido un escudo contra la ansiedad social

Pero hay un último motivo por el que algunas personas pueden sentir reticencia a dejar de usar la mascarilla. Quizás sea el más sorprendente de todos, pero para muchas personas la mascarilla parece haber sido un escudo contra la ansiedad social y la idea de dejar de usarla puede generar cierto malestar.

Por una parte por el miedo a volver a interactuar con otras personas, pero también por volver a enseñar la cara al completo en distancias más cortas. es el caso de algunas personas, especialmente adolescentes, que pueden sentirse expuestos al mostrar su cara por completo y volver a enseñar cosas que les puedan disgustar de sí mismos. Al menos eso es lo que señalan algunas investigaciones recientes.

Para algunas personas, esta época de "aislamiento" casi forzado puede haber sido un refuerzo para su ansiedad social. Es decir, una forma de evitamiento de lo que les genera ansiedad, pero obligatorio. El problema es que, aunque seguramente se hayan sentido cómodos con esta situación, a largo plazo puede haber aumentado su ansiedad social.

En general, todas estas situaciones tienden a aliviarse con el tiempo y es cuestión de adaptarnos poco a poco al cambio y de ir comprobando mediante la experiencia si la situación es segura. Sin embargo, si percibimos que nuestra ansiedad o miedo van a más, que solos no podemos manejarnos y que nos está impidiendo hacer vida normal o habitual, es buena idea consultar con un profesional de la salud mental.

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