El frío, la lluvia, la calefacción, menos horas de luz.. Indudablemente, vamos camino del invierno sin que nadie pueda hacer nada para remediarlo. Y con ello, llegan algunos problemas de salud más asociados a estos meses, como los resfriados, el cansancio y, a veces, una peor alimentación.
1. Lávate las manos
En invierno parece que da más pereza, por aquello del agua fría, pero que no lo haga: lavarte las manos es un gesto sencillo que puede ayudarte a cuidar tu salud de una forma muy eficaz.
Muchos contagios de enfermedades se produce a través de las manos: alguien tose o estornuda tapándose la boca educadamente con una mano, luego toca con esa mano el picaporte de una puerta o la barra para agarrarse en el metro, detrás llega otra persona que pone la mano en el mismo sitio, y posteriormente se toca la nariz o la boca con esa mano... y listo. Ya han viajado los virus cómodamente desde un huésped hasta el siguiente.
Por eso es importante lavarse las manos con frecuencia, y lavárselas bien: frotarse tanto las palmas como el dorso y los dedos incluyendo los espacios entre ellos, lavar bien hasta las muñecas y, si es posible, bajo las uñas. Si además evitamos todo lo posible tocarnos la boca y la nariz sin habernos lavado las manos antes, mejor.
2. No dejes de moverte
Con el frío nos volvemos más perezosos, y si a eso se suman lluvia, viento o niebla, más aun. Y sin embargo, la actividad física moderada de forma habitual es también una forma sencilla de cuidar nuestra salud.
Aprovecha tu calor corporal al hacer ejercicio para combatir el frío y sal a correr, a montar el bici o a practicar deportes como el padle, el tenis o el fútbol. Es el momento perfecto para organizar un pequeño torneo con tus compañeros de trabajo o con tus amigos. Si lo incorporas a tu rutina semanal tendréis una excusa para veros más.
Pero si salir a la calle no te convence nada, prueba con ejercicios de interior: entrenar en un gimnasio, apuntarte a clases de baile o hacer yoga en casa son algunas opciones, pero hay muchas más. Busca la que más te apetezca y planta cara al frío con calor interno.
3. Toma un poquito el sol
En invierno, al durar menos los días y haber más días nublados, se reduce mucho la cantidad de luz solar que recibimos, y la luz solar es necesaria para estar sanos: su ausencia no solo aumenta el riesgo de depresión, sino que también puede hacer caer los niveles de vitamina D.
Así que pon de tu parte para seguir recibiendo al menos un poquito de luz solar al día o a la semana: los días que haga bueno, busca ratos para exponerte al sol, pasa tiempo al aire libre haciendo excursiones al campo cuando el tiempo lo permita y desplázate a pie o en bici siempre que puedas, especialmente los días soleados.
Y si tomar el sol no es posible porque en invierno ni siquiera lo ves asomar donde tú vives, recurre a la vitamina D que se puede encontrar en alimentos como el pescado azul, los lácteos, los huevos y otros alimentos que te contamos aquí.
4. Ventila bien
Precisamente porque hace frío, nos apetece muy poco hacer correr el aire por nuestra casa, y eso hace que en ambientes cerrados se acumule el polvo y también los gérmenes y microbios responsables de infecciones como los resfriados y las gripes.
Por eso es importante ventilar bien nuestra casa y nuestras habitaciones por lo menos 10 o 15 minutos al día. Hazlo después de levantarte y antes de hacer la cama, para asegurarte de que el aire circule también entre las sábanas. Eso sí, para ahorrar, asegúrate de que no abres las ventanas mientras tienes puesta la calefacción.
5. Que no te reseque la calefacción
Y hablando de calefacción, lo ideal es que equipes los radiadores con unos humidificadores que te ayuden a evitar que el aire que respiras esté demasiado reseco.
Cuando el aire está demasiado seco, eso reseca también nuestras mucosas, especialmente narices y gargantas, que son nuestra primera línea de defensa ante esos mismos gérmenes de los que antes hablábamos. Eso las hace más vulnerables a las infecciones, y por lo tanto a nosotros también.
Por eso unos humidificadores en los radiadores, o un humidificador eléctrico en la habitación pueden ser también unos buenos aliados para tu salud en invierno.
6. Come frutas y verduras frescas
Es cierto que la fruta veraniega es mucho más variada y colorida, pero es un error olvidarse de frutas y verduras en otoño y no volver a acordarse de ellos hasta la primavera. Los productos agrícolas de esta época son una gran opción para comer sano y variado y así recibir todos los aportes de minerales y vitaminas que nuestro cuerpo necesita.
Es, por ejemplo, una buena época para comer ensaladas, ya que son los meses de las escarolas, las espinacas, las acelgas y las endibias. También es buena época para probar y experimentar con las coles (la lombarda, el repollo, la coliflor o el brócoli entre otras). Son los meses de las alcachofas, las remolachas, las berenjenas, el cardo, la calabaza, los guisantes y las habas.
¿Y frutas? Pide a tu frutero aguacates, caquis, chirimoyas, granadas, kiwis manzanas, plátanos, naranjas, mandarinas, limones y pomelos. Aquí te damos recetas e ideas para que no te aburras jamás de los productos invernales.
Capítulo aparte para las castañas, estrellas de los caprichos otoñales e invernales con sus cucuruchos calientes de castañas asadas.
7. Cuida tus horarios de sueño
Menos horas de luz, más oscuridad, frío fuera... Es la receta perfecta para dormir hasta tarde los fines de semana, pasarse con las siestas, descolocar los horarios para dormir y luego cuando toca volver a los horarios normales arrastrar cansancio y falta de sueño durante toda las semana.
Por eso es buena idea no perder el control de los horarios de sueño aunque las horas de luz cambien. Intenta acostarte y levantarte más o menos a la misma hora todos los días, cuida el ambiente de la habitación en la que duermes y evita exponerte a luces muy intensas justo antes de irte a dormir.
La luz exterior es uno de los mecanismos que utiliza tu cerebro para regular los ritmos circadianos de tu cuerpo y así decidir cuándo tiene que activarse y cuándo es hora de descansar. Por eso cuando hay menos luz fuera estamos más cansados. Si bien ya no es necesario plegarse a la luz ambiental y sus horarios, enchufarse una luz blanca en la cara antes de acostarse (por ejemplo, la del móvil) es un extremo también innecesario que puede terminar provocándonos problemas de sueño.
8. Las comidas y dulces navideños, solo en Navidad
En invierno, las navidades son una época difícil cuando queremos cuidar nuestra alimentación y mantener determinadas rutinas saludables. Que los días estén llenos de dulces, alcohol y comidas copiosas es lo que nos lo pone complicado.
Hay muchas cosas que puedes hacer para evitar que estas semanas tiren tus buenos hábitos por la borda, pero la primera es esta: come dulces y productos navideños los días que realmente se corresponden con esas fiestas, y no durante todo el periodo en que están disponibles en tiendas y supermercados. Esto puede reducir los días de tentaciones de un par de meses a un par de semanas, haciendo que su impacto en tu salud sea más suave.
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