Hace unos días, la conocida profesora de nutrición - entre otras cosas - Marion Nestle, escribía en su blog un interesante artículo sobre políticas de salud y de prevención de la obesidad, argumentando por qué según ella la industria alimentaria no debería tener parte alguna en las decisiones que se tomen políticamente a este respecto.
Sus argumentos, claro, no eran menores precisamente. Y es que, en Australia, un comité está recolectando ideas sobre qué se debería hacer para prevenir la epidemia de obesidad, y las empresas alimenticias también están opinando. Tal y como refleja Marion en su blog, alguna de las opiniones resultan como mínimo llamativas.
En el artículo de la nutricionista cuenta como Coca-Cola habría indicando que los impuestos sobre el azúcar añadido serían contraproducentes ya que ellos ya están reduciendo el nivel de azúcar en sus productos. Nestlé - la empresa, no la nutricionista - pone la culpabilidad sobre los propios consumidores. Aparentemente, ellos aseguran que están intentando reducir la sal y el azúcar en sus productos, pero los consumidores no los compran. Además, señala al Gobierno asegurando que es su responsabilidad educar a los ciudadanos en materia de salud y dieta.
Para Marion queda claro que las empresas de alimentación no deberían tener voto en la creación de políticas contra la obesidad, ya que tienen un conflicto de interés claro: quieren vender sus productos y no van a apoyar políticas que les pueda estropear el negocio.
A raíz de esto, nos surge la duda sobre lo que ocurre en España y quién y cómo debería participar en la creación de este tipo de políticas. Por ello hemos hablado con varios especialistas: Uxío Meis,investigador de ACRA y politólogo especializado en economía de la salud y servicios de dependencia Daniel Ursúa (@Nutri_Daniel) dietista-nutricionista y Mario Sánchez (@SefiFood) tecnólogo de alimentos para que nos hablen desde una visión experta.
Deberían o no las empresas de alimentación participar en la políticas sobre obesidad
La opinión es unánime entre los profesionales cuando se les pregunta sobre la participación de las empresas de alimentación en la creación de políticas de obesidad: no. Uxío Meis lo tiene claro "Las empresas no deberían formar parte de los comités o plataformas que toman las decisiones legislativas, porque no es su lugar". Pero no solo eso, sino que tal y cómo él nos indica "las empresas actúan en formato lobby apretando o condicionando las decisiones que se toman por organismos públicos, lo cual es peor. Se pueden llevar a cabo comisiones o reuniones puntuales en donde participe la industria alimentaria, siempre y cuando no condicione la toma de decisiones en su favor, porque muchas veces no es así".
Daniel Ursúa nos recuerda que "no solo Marion Nestle ha opinado así. Hace ya cinco años, la entonces directora de la OMS, Margaret Chan, denunció la influencia de la industria alimentaria en los programas de salud". Y Daniel está de acuerdo con esto, "en mi opinión, todas las empresas de alimentación tienen intereses con respecto a esas políticas. Ya sea por verse beneficiadas o perjudicadas, por lo tanto, lo lógico es que el establecimiento de políticas contra la obesidad esté libre de influencias de cualquier tipo. Este tipo de políticas deben formularse en base a la salud, de forma objetiva".
Mario Sánchez recuerda que esta situación la vienen denunciando muchos sanitarios en España en los últimos años, pero que afecta a muchos otros países del mundo. Y Sánchez nos recuerda los motivos por los que las empresas van a mirar por sus intereses incluso aunque vendan lo contrario "son empresas y no ONG´s. No comulgo demasiado con la imagen de idealismo moral que algunas nos quieren vender respecto a su actividad profesional. Les diría a muchas: "miren, ustedes quieren ganar dinero con todo esto, lo demás es postureo y marketing". No creo que la implicación de según qué empresas alimentarias pueda tener como único fin defender la salud del consumidor".
No solo eso, sino que centra un poco más el foco en las empresas con más poder "debemos pensar lo siguiente: las que tienen más poder y recursos económicos son aquellas que forman parte de la industria de los ultraprocesados, no conozco muchas empresas de legumbres con tanta influencia por desgracia. El aumento exponencial de las enfermedades no transmisibles, entre ellas la obesidad, se debe al consumo de productos ultraprocesados que muchas de estas empresas comercializan en todo el mundo" por lo que, en sus propias palabras "no tiene mucho sentido incluirlas en esta toma de decisiones".
Los profesionales que deberían participar en la creación de políticas contra la obesidad
Para Meis este tipo de comisiones deberían estar formadas por un equipo multidisciplinar "especialistas del ámbito sanitario: nutricionistas, pediatras, técnicos de salud pública, etc. Ya además deberían contener psicólogos y trabajadores sociales especializados en infancia que conozcan el sujeto de estudio. Luego (imagino) que si nace del Parlamento o de otro organismo habrá una delegación gubernamental o de los demás partidos políticos". Daniel, como nutricionista se muestra de acuerdo y es que "la obesidad es un problema multifactorial en el que influyen muchas variables. Es un error reducirlo a una cuestión de valores de peso, masa grasa o energía".
Contar con un equipo multidisciplinar, con diferentes enfoques y conocimientos con respecto a la obesidad ayudaría, posiblemente, a conseguir unas políticas mucho más completas. Aprovechando que contamos con tres profesionales de distintos ámbitos de la salud, les hemos preguntado qué propondrían ellos a dichas políticas para frenar la epidemia de obesidad.
Sánchez nos remite a varios pilares importantes para él "sin duda apostaría por políticas económicas favorables para productos saludables como fruta, legumbres y hortalizas y una subida de impuestos en productos insanos. En los últimos años se ha hecho en otros países de la Unión Europea. También creo necesaria la educación en los colegios desde edades muy tempranas: concienciar desde la infancia sobre nutrición para que el desarrollo de hábitos saludables se inculque en el individuo desde el principio".
Daniel Ursúa también apuesta por la educación "es muy importante educar y empoderar a la población para que pueda evitar los engaños y artimañas que utiliza la industria mediante el marketing y retorciendo la legislación". Para ello propone mayor presencia de profesionales de la nutrición en los colegios y la sanidad. Además, sugiere la idea de una asignatura sobre nutrición en lo colegios de modo que aprendan la importancia de una buena alimentación para nuestra salud "ya que aún consideramos el peso más una cuestión estética que de salud"
Pero no solo eso, Ursúa nos habla de la importancia de la legislación "creo que es crucial que se legisle y se actúe para proteger al consumidor de esas artimañas, sobre todo en el caso de los niños. No podemos tener continuamente reclamos de dibujos, regalos y personajes animados que atraigan a los niños hacia un determinado producto. También considero importante mejorar el etiquetado y obligar a que las empresas adviertan del excesivo contenido en sal, grasa o azúcar según sea pertinente".
Uxío apoya la necesidad de seguir las directrices de los especialistas en nutrición, pero va un poco más allá "me gustaría que se hiciese más hincapié en "lo que pasa después". Mirando un poco más las situaciones familiares y las especificidades (ciudades grandes vs pequeñas o pueblos) y los hábitos no solo de consumo si no sociales que hay detrás. Fomentar otro tipo de actividades extraescolares como las artes, deporte o de socialización que complementen las políticas nutricionales".
Qué podemos esperar de nuestros gobiernos
Cuando hablamos de qué esperamos de nuestros gobiernos con relación a las políticas de salud y obesidad, las respuesta es bastante unánime también: los tres profesionales esperan implicación. Para Mario Sánchez esta implicación podría traducirse en "por ejemplo una mejora general en la legislación relativa al etiquetado de alimentos. Muchas veces existen a vacíos legales que confunden enormemente al consumidor y perjudican de forma directa su calidad de vida. Todas estas etiquetas "sin" que vemos en el supermercado necesitan una regulación urgente".
Uxío Meis, por su parte, confía en que esta implicación se convierta en más independiente "espero que las decisiones del gobierno no estén siempre condicionadas por la presión que ejercen las empresas. En cuanto al caso de la obesidad infantil, espero que desde las administraciones se tomen decisiones valientes aunque puedan reportar "menos" beneficios a estas grandes empresas. La legislación tiene que ser clara y nítida respecto a un tema capital como la alimentación, condicionando qué se puede vender y en qué cantidades".
Daniel Ursúa nos recuerda que esta implicación de los gobiernos es urgente "es dramático que, teniendo los avances que tenemos, no pongamos freno a un problema que cada vez es mayor. Creo que la mayor parte de la población no alcanza a imaginar la magnitud de lo que supone que tengamos las cifras que tenemos de obesidad infantil".
En este sentido Meis señala también a las administraciones "tienen mucho poder para condicionar hábitos de consumo saludables. Más allá de la legislación sobre qué productos poner en el mercado, y campañas en pro de una vida más saludable (actividades deportivas extraescolares), no están de más incentivos para que se implementen las políticas y si tienen efectos positivos que repercutan positivamente en la población (una especie de "premio" a aquellos que lo lleven a cabo, por ejemplo en exención de impuestos)". Es decir, que la cosa no se quede en gasto monetario en campañas vacías que no aporten resultados o sin medidas concretas que deban implementarse.
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