Llega la primavera y, con ella, la temida palabra: astenia. La astenia primaveral inunda el ánimo de cientos o miles de personas en esta época del año. Sin embargo, varios expertos señalan que no hay evidencias científicas que demuestren su existencia.
Eso no quiere decir que "no ocurra". Como pasa con otros síntomas generalizados, la astenia puede ser fruto de muchas cosas. Pero lo que nos importa es cómo podemos hacerle frente y ganar la batalla. Hoy hablamos de este problema y sus soluciones.
¿Qué es la astenia primaveral?
Se conoce como astenia a un fenómeno de fatiga, cansancio, debilidad física, despiste, confusión... los síntomas son generales y vagos, a veces más intensos, pero no suelen ser concretos. De esta manera aparece la denominada "astenia primaveral", un problema de fatiga y apatía, unido a la falta de energía, que se le atribuye a la primavera.
En concreto, la astenia primaveral se relaciona con ciertas manifestaciones depresivas, desidia, apatía, etc. También se le atribuye el nerviosismo, incomodidad y hasta insomnio. Todo esto, según sus defensores, se debe a los efectos del cambio en el organismo.
Procesos como las temperaturas más altas, la presencia de polen en el ambiente (y las reacciones alérgicas), los cambios de horas de luz, etc., afectarían a nuestro cuerpo de manera que nos sentiríamos más fatigados mientras el organismo se adapta a ellos. Sin embargo, esto tiene poco que ver con la astenia de verdad.
¿Cuándo y por qué aparece?
Supuestamente, la astenia primaveral aparece en primavera como consecuencia del cambio de temperatura, el cambio de luz y los cambios de hábitos. Otros aspectos, como es el polen que dispara las alergias y el malestar que genera pueden agravar lo síntomas.
No hay un periodo ni una razón clara para su aparición. De hecho, ni siquiera los síntomas son claros, a excepción de la fatiga, que tampoco está delimitada. En general, se denomina astenia primaveral a un batiburrillo de sensaciones relacionadas con el cansancio.
Normalmente, esta suele desaparecer con la primavera, a medida que llega el calor, pero, como decíamos, a pesar de que se le da un valor generalizado, no existen verdaderos estudios que muestren un comienzo, un final, una sintomatología clara o unas razones por las que aparece.
La astenia no se parece en nada a la astenia primaveral
A pesar de compartir el nombre, "astenia", la primaveral no tiene más que una ligera semejanza con la astenia patológica. La astenia es en realidad un síntoma de otros problemas de salud originado por todo tipo de enfermedades: infecciones, problemas metabólicos, cáncer...
En general, se caracteriza por una fatiga perceptible, una sensación de falta de energía y motivación, de agotamiento o cansancio intensos. También puede afectar a las funciones intelectuales y provocar pérdidas de la memoria, una menor atención, concentración o vigilancia.
A diferencia de la astenia primaveral, la astenia no provoca somnolencia ni apatía, los cuales pueden ser síntomas de una fatiga normal tras el esfuerzo físico o la falta de sueño. En los casos más graves, la astenia puede cursar con trastornos de personalidad y percepción alterada del mundo externo, ansiedad o depresión.
En general, la astenia propiamente dicha tiene consecuencias bastante más graves que la denominada astenia primaveral. Es un problema médico estudiado y analizado por sus implicaciones en la salud. La astenia primaveral, sin embargo, no tiene evidencias científicas que la avalen.
Esto ha provocado la reflexión de más de un experto, como Víctor Navarro, psiquiatra del hospital Clínico de Barcelona, quien afirmaba en prensa que: "No es una enfermedad, no hay que ir al médico ni tomar nada. Hay gente que dice sentirse algo fatigada y desmotivada, pero no hay ningún estudio científico que demuestre su relación con la primavera".
Cómo hacer frente a la astenia primaveral
Aunque la astenia primaveral no se parezca en nada a la astenia patológica, y aunque no exista ninguna evidencia de que exista una fatiga clara asociada a la primavera, eso no quiere decir que la gente no se sienta fatigada. Por suerte, esto tiene fácil solución.
En primer lugar, deberíamos controlar la alimentación: unos cambios de hábitos saludables, comer más verdura y frutas, productos frescos, reducir el azúcar y las grasas... todo esto nos sentará maravillosamente. Además, con la llegada del buen tiempo ya podemos ir pensando en recetas frescas y primaverales.
En segundo, no podemos dejar de lado el ejercicio. Si no queremos pasar por ejercicio intenso, siempre vale el movernos un poco. Para alejar los síntomas de fatiga y apatía no hay nada mejor como dejar de lado el sedentarismo.
En el caso del insomnio, este puede acrecentar la sensación de cansancio. Una buena higiene del sueño, ayudada por algo de ejercicio, nos proporcionará un buen descanso, lo que ayudará, sin duda, a combatir esta sensación de apatía tan molesta.
Imágenes: Unsplash
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