"Anda, vete a jugar", les dicen los padres, distraídos, a su hijo que lleva un rato dando vueltas a su alrededor, enredado o haciendo preguntas. Jugar es una de esas cosas que hacen los niños que a los mayores ya se nos quedó atrás como entretenimiento excepto en casos contados. "A jugar", como quien dice "Anda, encuentra algo con lo que entretenerte". No le damos mayor importancia.
Pero jugar no es un entretenimiento frívolo en los niños, advierte la Academia Americana de Padiatría en un informe, sino una actividad que les ayuda a desarrollar sus estructuras cerebrales, a aprender y practicar estrategias cognitivas y sociales y un método con el que gestionan y procesan el estrés. El juego tiene en la infancia un papel mucho más importante de lo que parece.
Qué es jugar y qué enseña cada juego
No es fácil definir qué es jugar, pero el informe lo recibe como una actividad con motivación intrínseca (proviene de la propia actividad y no tiene un objetivo externo), que favorece que el niño se introduzca y tiene un componente alegre en su realización. Es algo voluntario, divertido y a menudo espontáneo. A menudo implica crear una realidad imaginaria en la que hay que creer mientras dura el juego.
Distintos tipos de juego ayudan a desarrollar distintos procesos cognitivos.
Juegos con objetos
Es el que se da cuando un niño explora un objeto y va descubriendo sus propiedades. Puede progresar desde las primeras exploraciones sensoriales (cuando un niño se introduce un objeto en la boca) hasta el uso de objetos como símbolos (utilizar un plátano simulando que es un teléfono. Esto se aplica a la comunicación, el lenguaje y el pensamiento abstracto.
Juegos físicos y locomotores
Los típicos juegos del patio de un colegio: a pillarse, al escondite y similares. Estos juegos ayudan a desarrollar habilidades motoras básicas, además de promover una vida más activa, previniendo desde pequeños la aparición de la obesidad más adelante.
Estos juegos además promueven el desarrollo de habilidades cooperativas y sociales que serán críticas más adelante. Cuando el juego incluye algún tipo de contacto y de forcejeo, ayuda a aprender a correr riesgos de forma controlada, algo que también será necesario posteriormente en sus vidas. Habilidades de comunicación, negociación e inteligencia emocional pueden estar en las bases de estos juegos, así como de empatía en el cuidado de no hacer daño a sus compañeros de juegos.
Juegos de fingir y actuar
En estos juegos los niños experimentan asumiendo distintos papeles: unos son los padres y otros los hijos, unos son los profesores y otros, los alumnos. Esto permite negociar las reglas, o al menos el punto de partida del juego. Además, por imitación puede empatizar con otras personas que no son sus iguales, como sus padres o profesores.
Los juegos y el estrés
El informe de la academia menciona otro aspecto por el que los juegos infantiles son tan importantes para su bienestar. "Cuando en la vida de un niño faltan los juegos y las relaciones seguras e estables, el estrés puede interrumpir el desarrollo de sus funciones ejecutivas y el aprendizaje del comportamiento social; para los niños que crecen en situaciones adversas, el juego es aun más importante. La sintonía y comunicación positivas que comparten los niños y sus progenitores mientras juegan ayuda a regular la respuesta física ante el estrés".
Hay varios mecanismos por los que esto puede ocurrir. Gracias al juego, los niños aprenden esas habilidades ya mencionadas, lo cual les hace poco a poco independientes y les da la habilidad de autorregularse en interacciones sociales, de concentrarse y resolver problemas de forma eficiente y de manejar las emociones fuertes, como el estrés.
La relación entre el juego y el estrés es estrecha. En animales, jugar con frecuencia se asocia a niveles más bajos de cortisol, la hormona asociada al estrés, lo cual quiere decir que o bien el juego reduce el estrés o los animales con menos estrés juegan más. El juego, especialmente cuando va unido a los cuidados, ayuda a reducir el estrés negativo hasta niveles compatibles con la capacidad de adaptación.
Beneficios para los adultos que juegan con niños
Si los niños juegan con adultos (padres, profesores, hermanos mayores u otros familiares), no solo ellos se benefician del juego, sino que los adultos también pueden mejorar en varios aspectos, además de recuperar la alegría de los juegos de la infancia. Sobre todo porque jugando con ellos y leyendo sus cuentos, aprenden a ver el mundo desde sus ojos y a comunicarse mejor con ellos. Esto puede ayudar a reducir el estrés de los propios padres al facilitar y mejorar su relación con sus hijos.
Dejad jugar a los niños
El informe de la Academia Americana de Pediatría incluye una advertencia a favor de dejar que los niños jueguen. "Para muchas familias es un riesgo la actual tendencia a centrarse solo en actividades extraescolars orientadas al rendimiento, cada vez más deberes, preocupación por los exámenes y las notas con la idea de entrar en la universidad. Los efectos estresantes de este enfoque a menudo resultan en el posterior desarrollo de ansiedad, depresión y falta de creatividad".
A menudo, a los niños les queda poco tiempo para jugar libremente. A la vez, continúa el documento, muchos colegios han reducido los recreos, las clases de educación física, de arte o de música, en las que a menudo se enseñaba con juegos.
La tecnología tampoco es de gran ayuda, advierten. El uso de dispositivos fomenta la pasividad y el consumo de la creatividad de los demás en vez de un aprendizaje activo y el juego socialmente interactivo. Además, resta tiempo del juego real, ya sea en casa o al aire libre. "El aprendizaje social ocurre mejor cara a cara que en las interacciones con una máquina".
El informe termina con una serie de recomendaciones a los pediatras para que defiendan y promuevan el juego como una parte importante de la salud física y mental de los niños, así como de su desarrollo social y comunicativo normal.
Este artículo fue originalmente publicado por Rocío Pérez en septiembre de 2018 y ha sido revisado para su republicación
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