Pocas cosas hay peores en la vida que no poder descansar lo que tu cuerpo y tu cabeza necesitan. Poca gente se libra de haber pasado algún periodo de insomino ocasional y por eso todos sabemos que en esos momentos habríamos dado cualquier cosa por dormir una noche a pierna suelta.
Resulta que un orgasmo es un remedio que vale la pena probar. Además de hacerte sentir bien, elevar la autoestima y ser muy divertido, un orgasmo es un buen remedio para el insomnio, al menos en sus versiones más leves.
¿Qué es un orgasmo?
Un orgasmo es una descarga repentina de la tensión sexual acumulada que se caracteriza por contracciones musculares rítmicas en la zona pélvica. Están controlados por el sistema nervioso y pueden conllevar otros efectos, como espasmos o sonidos involuntarios.
En el cerebro, un orgasmo es como una exhibición de fuegos artificiales, porque junto con las contracción musculares se produce la liberación de varias sustancias químicas que son las responsables del placer físico, del sentimiento de euforia y de esa relajación posterior que es perfecta para ayudarnos a dormir.
¿Cuáles son esas sustancias? Concretamente oxitocina, norepinefrina, vasopresina, prolactina y serotonina, y esto es lo que hace cada una de ellas.
Lo que hace cada hormona
La oxitocina recibe el nombre de hormona del amor porque cumple una importante función en nuestros sentimientos sociales, familiares y románticos. De hecho, su producción se estimula durante el orgasmo pero también durante el parto y en el periodo de amamantamiento. En lo que aquí nos interesa, la oxitocina ayuda a regular los niveles de cortisol, otra hormona relacionada con el sentimiento de estrés, así que nos ayuda a relajarnos.
La vasopresina se conoce también como la hormona antidiurética porque entre sus funciones se encuentra promover la reabsorción de moléculas de agua en los riñones y con ello nos ayuda a moderar las ganas de orinar. Por otro lado, la vasopresina también influye en la regulación del cortisol y por tanto del estrés.
La prolactina es otra hormona relacionada con la reproducción, concretamente con el momento de la lactancia: la succión del pezón por parte del bebé estimula su producción. Pero la prolactina tiene también mucho que ver con el sueño, ya que sus niveles aumentan mientras dormimos y a su vez su aumento nos produce somnolencia.
La norepinefrina (también llamada noradrenalina) y la serotonina funcionan en este aspecto combinadas. Ambas se encargan entre otras cosas de regular los ciclos de sueño, así que su intervención en este asunto es crucial. La norepinefrina interviene en los ciclos REM (de gran actividad cerebral, es cuando soñamos), mientras que la serotonina regula los ciclos no-REM (compuestos por periodos de sueño de ondas largas, más tranquilos).
Orgasmos diferentes para hombres y mujeres
Aunque el efecto somnífero es común para todos, hombres y mujeres no experimentan igual los orgasmos.
Para empezar, los orgasmos femeninos son más largos: aunque por supuesto esto cambia en cada persona y experiencia concreta, según un estudio, ellos tienen orgasmos de entre 3 y 10 segundos, mientras que ellas los disfrutan hasta 20 segundos.
También hay diferencias en la cantidad de orgasmos que se pueden experimentar en cada encuentro sexual. Aunque hay algunos expertos que no están tan seguros de esto, está generalmente aceptado que las mujeres pueden alcanzar el orgasmo varias veces seguidas siempre que se vuelva a producir una estimulación antes de que la tensión acumulada descienda del llamado estado de meseta.
Sin embargo, se considera que los hombres necesitan un periodo de recuperación posterior a cada orgasmo, llamado periodo refractario, que impide que estos se produzcan tan seguidamente.
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