La forma en que elegimos vivir nuestra vida determina cómo de larga puede ser ésta y también la calidad con la que podremos vivirla a medida que envejecemos. Por supuesto, no todo está en nuestras manos. Hay factores hereditarios y ambientales que también influyen, así como accidentes y el azar.
Pero muchas otras cosas sí que dependen de nosotros, y su impacto en nuestra vida es notable. Una investigación llevada a cabo por científicos de la Universidad de Edimburgo ha repasado el historial de 600.000 personas, extrayendo relaciones estadísticas entre su genética, sus hábitos, su esperanza de vida y su longevidad, así como la relación disponible de sus padres y de sus abuelos.
El resultado es una ingente cantidad de datos que permite determinar, estadísticamente, cuánto aumenta nuestra esperanza de vida según los buenos hábitos que seamos capaces de crear y seguir.
Nunca haber empezado a fumar
Es el primero de la lista de comportamientos que afectan de forma negativa a nuestra esperanza de vida. Según los investigadores, fumar, y concretamente fumar un paquete de tabaco al día reduce la esperanza de vida un total de 7 años.
Dejar de fumar
Si el punto anterior te pilla tarde porque ya has empezado a fumar, esto te alegrará: según los investigadores, es posible para los fumadores recuperar esos siete años perdidos si lo dejan a tiempo. No dejan del todo claro qué significa "a tiempo", pero está demostrado que dejar de fumar aporta beneficios inmediatos así que nuestra recomendación es que lo dejes ya, hoy mismo, ¡ahora!
Reducir la presión arterial
Después de tabaco, el factor que más afecta a la esperanza de vida es la hipertensión, reduciéndola de media unos 5,2 años. Aquí entran en juego distintos hábitos, ya que la presión arterial es resultado de la combinación de la alimentación, la actividad física y, en algunos casos, la medicación.
Reducir el colesterol
En este caso, los investigadores buscaron en el historial de los pacientes la presencia o ausencia de un gen relacionado con la gestión que hace el cuerpo del colesterol: las personas con este gen tienen niveles más altos de colesterol en sangre, y viven de media 8 meses menos que las personas sin él.
No está en tu mano quitarte un gen, pero sí lo está el estar pendiente de tus niveles de colesterol y no dejar que se descontrolen.
Perder peso
Al analizar la historia médica de las personas con sobrepeso, los investigadores concluyeron que por cada libra (453 gramos) perdida aumenta en dos meses la esperanza de vida. Ojo, solo en las personas con sobrepeso, no si estamos en nuestro peso correcto y menos aun si estamos por debajo.
Eso quiere decir que si te sobran 10 kilos y consigues quitártelos de encima, estarías añadiendo casi 2 años a tu esperanza de vida.
Avanzar en tu educación
Por cada año que dedicado a estudiar una vez terminada la enseñanza obligatoria, los investigadores aseguran que la esperanza de vida se prolonga 11 meses.
No está muy claro si ese aumento de la esperanza de vida proviene directamente del hecho de estudiar, o si en realidad está causado porque, estadísticamente, la gente con niveles de educación superior mantiene también mejores hábitos de salud, como no fumar, una alimentación variada, ejercicio regular, etc.
Tener la mente abierta a cosas nuevas
Los propios investigadores reconocen que esto es un hábito difícil de cuantificar, y por tanto también es difícil medir cuántos años de vida puede esto añadirnos. Pero aseguran que existe un patrón que relaciona una mayor esperanza de vida con aquellas personas que se consideran curiosas y deseosas de probar cosas nuevas frente a las cautelosas que reconocen jugar siempre sobre seguro.
Bonus: hacer ejercicio de alta intensidad con frecuencia
En otra investigación no relacionada, varios científicos analizaron los niveles de ejercicio de más de 5.800 adultos, y encontraron que aquellos que hacían ejercicio de alta intensidad con frecuencia (unos 30-40 minutos de caminar rápido o correr unos cinco días a la semana) presentaban en sus células unos telómeros (las extremidades de los cromosomas) similares a los de personas 9 años más jóvenes.
Lo más importante de este estudio es que al concretar en periodos de tiempo, aunque sean en términos estadísticos (y la estadística siempre hay que tomarla con cautela), el beneficio de hacer mejoras en nuestro estilo de vida este beneficio se hace más real y palpable, y podemos incluso calcular el beneficio para nuestra esperanza de vida que obtendríamos al implementar en nuestro día a día varias de ellas. ¿A qué estás esperando?
Este artículo fue originalmente publicado por Rocío Pérez en octubre de 2017 y ha sido revisado para su republicación.
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