¿Son las bebidas isotónicas adecuadas para los niños?

Estamos en una etapa en que las bebidas isotónicas forman parte de la hidratación de la mayoría de los deportistas e incluso de personas que simplemente buscan tomar una bebida para refrescarse.

Tanto se ha extendido la toma de estos productos, que puede ser algo totalmente normal ver incluso a niños tomándolas después de practicar ejercicio. Pero, ¿son las bebidas isotónicas adecuadas para los niños?

Que nos aporta una bebida isotónica

Cuando realizamos una actividad física, a través del sudor, no perdemos únicamente agua sino que nuestro organismo acusa también una importante pérdida de minerales y un descenso de electrolitos imprescindibles para nuestros músculos. Por este motivo debemos, por un lado, rehidratarnos y, por otro, recuperar y reestablecer todos los niveles perdidos para, de este modo, propiciar una correcta recuperación.

En el mercado existen infinidad de bebidas deportivas destinadas a este propósito, y atendiendo a sus composición podemos encontrar diferentes tipos de isotónicos, desde los destinados en primera instancia a rehidratar, hasta otros que contienen mayores cantidades de minerales, como potasio y sodio, destinados a reponer electrolitos perdidos o aquellos con un mayor aporte energético.

Si atendemos a estas razones, y a este amplio abanico deportivo, lo más normal es que pensemos: ¿y por qué no tomamos todos bebidas isotónicas como locos si son buenísimas?, ¿cómo no se las voy a dar a mi hijo después del partido si son todo beneficios?

Cuándo es indicada una bebida isotónica y para quien

Como hemos dicho, lo cierto es que este tipo de bebidas deportivas son buenas para recuperar los niveles de agua y minerales que hemos perdido durante el ejercicio, pero su composición, en muchas ocasiones, también se exceden y están repletas de hidratos de carbono (fructosa o glucosa) y calorías.

La realidad es que el agua, indiscutiblemente, es el hidratante por excelencia, pero es cierto que en situaciones deportivas vigorosas y de alta intensidad/duración, puede quedarse "corta" en cuanto a aporte reconstituyente se refiere. Es en estas situaciones cuando se recomienda la toma de este tipo de bebidas deportivas, sin ser necesario acostumbrarse a tomarlas a diario cuando no realizamos ejercicio demasiado exigente.
Otra opción más económica y natural es elaborar nuestra propia bebida isotónica.

En el caso de los niños el límite se recorta un poco más. La vida activa de los niños es inquieta por naturaleza, en muchos casos eléctrica.. de este modo, un niño que realiza deporte de manera regular y acorde a su edad, no debería recurrir a este tipo de bebidas para rehidratarse, ya que a través del agua recuperará sin problema los líquidos perdidos y, a través de la alimentación, repondrá los niveles de electrolitos.

Las cantidades de sodio que toma un niño en una dieta equilibrada son más que suficientes para suplir la pérdida de electrolitos a través del sudor y, además, en períodos de crecimiento la pérdida de vitaminas en los niños es mínima, por lo que no necesitan una recuperación severa de minerales tras el ejercicio, como ocurre en el caso de un adulto.

Lo ideal para los niños tras el deporte es combinar la hidratación de agua con alguna fruta rica en potasio y minerales, por ejemplo un plátano, y de este modo ingresar de manera constante azúcares naturales al torrente sanguíneo sin disparar niveles de azúcar e insulina con bebidas comerciales.

Pero, ¿qué pasa si la toma?

No tratamos de alarmar a la población, es decir, esto no quiere decir que si le damos en alguna ocasión una bebida deportiva a un niño vaya a ser malo, sino que los niños de forma general no deberían depender de este tipo de bebidas, tomándolas única y excepcionalmente aquellos mayores de 14-15 años, siempre y cuando se haya hecho una actividad deportiva exigente y continuada que justifique la necesidad de un aporte extra.

En cualquier caso, de lo que se trata es de dejar claro que abusar de ellas o incorporarlas como una bebida rutinaria no va a ser beneficioso, pudiendo conllevar un aporte extra de azúcares y calorías que puede acabar con una predisposición del niño a ganar peso, sin conseguir ninguna reposición adicional.

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