Ventajas y desventajas de las duchas frías y calientes, ¿cuáles son mejores?

Es una verdad universal que el mundo es un lugar mejor y menos apestoso desde que hemos hecho de la ducha una costumbre diaria. Hasta ahí, todos de acuerdo. Sin embargo, la hora y la forma de ducharnos sigue dando pie a cierto debate: ¿es mejor ducharse por la mañana o por la noche? Y sobre todo: ¿es mejor una ducha fría o una caliente?

Interesante pregunta. Partamos de la base de que las duchas frías, y sobre todo en invierno, son para los más valientes. Pero más allá de demostrar sus valor, ¿tienen las duchas frías sus ventajas? ¿Y sus inconvenientes? Vamos a intentar responder a estas y otras preguntas para que decidas por ti mismo qué tipo de ducha es mejor.

Ducharse con agua fría te pone las pilas

Existe mucha información en internet sobre las ventajas de las duchas con agua fría. Una de las más claras es que el agua fría nos ayuda a espabilarnos y nos pone las pilas.

Una ducha fría por las mañanas espabila mejor que cualquier café

El agua fría estimula el sistema simpático, involucrado en la respuesta pelea o huye que los seres vivos desarrollamos ante las amenazas. Esto nos hace ponernos alerta, nos aumenta el ritmo cardíaco, agudiza los sentidos y detiene la actividad de aquellos órganos que no son imprescindibles para la supervivencia en caso de amenaza. Es decir, que una ducha fría por las mañanas espabila mejor que cualquier café.

Las duchas calientes nos relajan

Por otro lado, las duchas calientes tienen un efecto relajante que nos ayuda a dormir y descansar mejor. Esto es así porque justo antes de irnos a la cama es cuando el cuerpo tiene la temperatura más alta. Es entonces cuando nos empieza a entrar el sueño.

Una vez dormidos, el cuerpo comienza a bajar de temperatura, liberando calor a través de los vasos capilares de la piel hacia el exterior. Por eso una ducha caliente un rato antes de irnos a dormir nos ayuda a dormirnos antes y descansar.

El efecto del agua fría y caliente en nuestra piel

El agua fría tiene un efecto vasoconstrictor (contrae los vasos capilares) que se refleja también en la piel y el pelo: los poros se cierran y los vasos capilares se contraen. Esto da a la piel un aspecto más uniforme y reduce la caída del cabello.

Por otro lado, el agua caliente reblandece la piel y abre los poros. Esto quizá no favorezca tanto su aspecto, pero tiene otro lado bueno, que es que así es más fácil limpiarla y eliminar las bacterias que se hayan podido quedar en los poros y que son las causantes del acné.

El agua fría y el estrés

La exposición prolongada al agua fría hace al cuerpo desarrollar una respuesta contra el cortisol y el estrés

Como hemos dicho, el agua fría causa una reacción de alerta en nuestro cuerpo. Entre otras cosas, favorece la producción de cortisol, una hormona relacionada con el estrés que, en niveles altos y continuados, tiene un efecto negativo en nuestro cuerpo porque favorece el envejecimiento y afecta al sistema inmune.

Pero algunos estudios han demostrado que la exposición prolongada al agua fría ayuda al cuerpo a desarrollar una respuesta contra el cortisol y el estrés, de forma que las personas que pasan tiempo en agua fría (deportistas acuáticos, por ejemplo) tienen mayores niveles de sustancias antioxidantes que combaten el envejecimiento prematuro.

Beneficios del calor y el frío para los músculos

Parece que ambas opciones tienen sus beneficios musculares. Por un lado, el agua caliente ablanda los tejidos y favorece la relajación muscular, especialmente en casos de lesión, donde se aplican toallas y compresas calientes. Una ducha caliente puede aportar beneficios similares incluso cuando no hay lesión.

Por otro lado, el agua fría podría conseguir la misma relajación muscular por otro camino: reducción del ritmo cardíaco, de la inflamación y de la circulación sanguínea. Por eso los deportistas se dan baños de hielo o de agua muy fría de forma habitual tras sus entrenamientos.

Otros supuestos beneficios (no probados)

Las duchas de agua fría han sido reivindicadas por muchos supuestos efectos beneficiosos, pero algunos de ellos no han sido todavía probados de forma sólida.

Uno de ellos es que es un remedio contra la depresión. Según esta hipótesis, el agua fría puede aliviar los síntomas contra la depresión y, si las duchas con agua fría se mantienen en el tiempo, puede incluso curarla. Lo cierto es que esto es todavía una hipótesis que no ha sido demostrada y, aunque sí es cierto que las duchas de agua fría ayudan a combatir la sensación de letargo que es uno de los síntomas de la depresión, de ahí a asegurar que sirve para curarla hay un trecho.

Otro de esos supuestos beneficios es que fortalece el sistema inmune. Varios estudios apuntan en esta dirección, pero pocos se han hecho con humanos en situaciones similares a las de una ducha diaria. Algunos han extraído sus conclusiones estudiando a nadadores profesionales, y otros con los resultados de exponerse al frío y no tanto al agua fría. Eso quiere decir que aunque la hipótesis no se puede descartar, hace falta más información para confirmarla, y en caso de hacerlo, determinar en qué condiciones se daría esa mejora para el sistema inmune.

¿Las duchas con agua fría adelgazan?

Este es un punto clave porque corre mucha información incompleta al respecto. La respuesta, de nuevo, es que parece que sí, que las duchas de agua fría favorecen la quema de grasa, pero siguen haciendo falta más evidencias que lo confirmen.

Al someter al cuerpo a temperaturas bajas se favorece la termogénesis

Los procesos por los que se produciría esa quema de grasas serían dos. Por un lado, al someter al cuerpo a temperaturas bajas se favorece la termogénesis, que es el mecanismo por el que el cuerpo quema energía en forma de grasa para mantener el calor.

Por otro, parece que las duchas de agua fría favorecen la movilización y el consumo de la grasa marrón, que es la grasa que el cuerpo acumula como reservas de energía para épocas de escasez y que es la más difícil de eliminar.

En cualquier caso, como decimos, hacen falta más estudios que demuestren estas hipótesis.

Entonces, ¿mejor ducha fría o ducha caliente?

No sorprenderemos a nadie con esta respuesta: pues depende. Como hemos explicado, ambas tienen sus ventajas y sus inconvenientes, aportando a nuestro cuerpo las dos caras de una moneda en lo que se refiere a sus efectos sobre la piel, los músculos, el descanso, etc.

Parece por tanto que lo más inteligente es intentar aprovechar ambas. Una forma de hacerlo es darse duchas frías (o frescas, si no eres tan valiente) por las mañanas, para activarnos, y calientes por las noches, para relajarnos y dormir mejor.

Imágenes | iStock
En Vitónica | Duchas de agua fría: ¿qué efectos tienen sobre el organismo?

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