"La vida azul, es un movimiento que te ayuda a recuperar el control sobre tu salud". Así describen los supermercados Alcampo el objetivo de su campaña La Vida Azul, una iniciativa por la que han señalado con este color productos que consideran especialmente saludables. Más o menos.
Más o menos porque algunos de los productos marcados con esas etiquetas azules no entran dentro de lo que los nutricionistas consideran saludable, y precisamente por eso se ha montado un buen jaleo en las redes sociales. ¿Las bebidas energéticas nos ayudan a recuperar el control sobre la salud? ¿Bollería industrial? ¿Chocolatinas?
Como decimos, en las redes sociales se ha montado un buen revuelo, señalando que más que recomendar productos saludables, esta campaña parece estar jugando al engaño con los clientes que no sepan interpretar las etiquetas de los productos señalados, que terminarán llevándoselos a casa pensando que han hecho una compra saludable para ellos y sus familias.
Las explicaciones de Alcampo
En su cuenta de Twitter, Alcampo ha respondido a las críticas con el siguiente mensaje:
¿Cuál es el problema con los transgénicos?
Más allá de lo enrevesado del asunto, y del valor que hay que tener para marcar una bebida energética, por ejemplo, como "saludable", aunque solo sea en comparación contras bebidas energéticas (es decir, elegir lo menos malo dentro de lo peor), hay algo en las explicaciones de Alcampo que nos rechina: ¿cuál es exactamente el problema con los transgénicos para que su presencia convierta un alimento en menos saludable?
La respuesta es que, en realidad, ninguno. Los transgénicos no hacen a un alimento menos saludable. No hay evidencias científicas que demuestren que los transgénicos perjudiquen a la salud, como sí las hay respecto al aceite de palma, el otro elemento citado por Alcampo en su respuesta a las críticas, así como al azúcar, la sal, las grasas saturadas... Diversos estudios, como este de las National Academies of Science, Engineering and Medicine, han concluido que los cultivos genéticamente modificados suponen para la salud los mismos riesgos que los no modificados.
¿Qué son los transgénicos?
Los organismos genéticamente modificados son productos biotecnológicos creados para aprovechar alguna propiedad especialmente beneficiosa para su producción, generalmente resistencias a plagas o a insecticidas. Para conseguirlo, se busca otro organismo que contenga esa propiedad y se insertan los genes responsables en el genoma del primer organismo.
Algunos de esos cultivos no están destinados al consumo humano. Por ejemplo, hay varios tipos de claveles modificados para conseguir colores que de otra forma nunca se producirían. En otros casos fueron creados con motivos médicos: la insulina que necesitan muchos diabéticos proviene de bacterias modificadas genéticamente para producirla.
En cuanto a los que sí están destinados al consumo humano, en Europa son solo de origen vegetal, aunque Estados Unidos aprobó hace varios meses el primero de origen animal, un tipo de salmón. Estos cultivos pasan un estricto control sanitario antes de ser aprobados (algo que no es igual en cultivos ecológicos, por ejemplo), de forma que se garantice su seguridad en el uso alimentario.
El hecho de que un alimento contenga algún ingrediente transgénico no lo hace especialmente diferente de uno que no lo contenga. Simplemente quiere decir que se ha utilizado la técnica de la transgénesis para darle las propiedades deseadas.
Practicamente todo lo que comemos está modificado
Es importante señalar que prácticamente ninguno de los alimentos que consumimos hoy en día se encuentra de la misma forma en la naturaleza salvaje: todos han sido sometidos a un tipo de modificación u otra, ya sea por transgénesis o por mejora tradicional (cruzamientos e hibridaciones).
Esto ha permitido crear una agricultura más eficiente con la que alimentar a una población mundial en aumento. También es lo que permite que determinadas frutas y verduras estén en el mercado todo el año, aunque no sea temporada. Gracias a las mejoras agrícolas, los alimentos tienen un precio asequible para la mayoría de las personas.
La postura contra los transgénicos tiene por tanto argumentos políticos, sociales y económicos, como por ejemplo, si no deberíamos replantearnos el modelo agrícola y su impacto medioambiental, pero ni los transgénicos tienen la culpa de eso, ni hay motivos científicos y de salud contra ellos, y quien diga lo contrario está ignorando décadas de estudios y evidencias.
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En Vitónica | ¿Son seguros los alimentos transgénicos? Esto es lo que nos dice la ciencia
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