El huevo es esa persona a la que no te acercas de primeras porque te han hablado muy mal de ella. Pero un día te la cruzas, empiezas a conocerla, y cuanto más la conoces, más te enamoras. Una revisión recién publicada en The American Journal of Medicine nos contesta a la gran cuestión: huevo, ¿ángel o demonio?
Demonio: el huevo es malo
Este alimento es una fuente de proteínas de calidad, aporta vitaminas y minerales y además tiene compuestos bioactivos que ayudan a nuestra salud cardiovascular. Sin embargo, como otros alimentos, ha sido señalado como culpable de aumentar nuestro colesterol y dañar nuestra salud.
La acumulación de varias sustancias, entre ellas el citado colesterol y las grasas, sobre las paredes de las arterias producen aterosclerosis. En dicha enfermedad las arterias pierden flexibilidad y elasticidad volviéndose rígidas y gruesas. Esa situación hace que el flujo sanguíneo se vea empeorado dando lugar a enfermedades como la hipertensión.
Algo más preocupante es que esas sustancias pueden formar depósitos de grasa (placas) que al desprenderse viajen por el torrente sanguíneo hasta bloquear una vía, como por ejemplo la que va al corazón, produciendo un ataque cardíaco. Y es por ello, por lo que la mayoría de la población tiene miedo al consumo de grasas y huevos.
Ángel: el huevo es bueno
La evidencia es cada vez más clara, como la parte blanca del huevo (aunque todavía falta mucho por investigar). Una revisión actual, que incluye estudios desde el año 1966 hasta el 2020, con un total de 1.415.839 individuos no identificó una asociación entre el consumo de huevos y el riesgo de eventos de enfermedad cardiovascular.
Los ultraprocesados y un estilo de vida inadecuado son los que dañan y hacen menos flexibles y elásticas nuestras arterias. El huevo contiene colesterol de alta densidad (HDL o cotidianamente denominado colesterol bueno) y compuestos bioactivos que podrían ayudar a nuestra salud arterial.
Siguiendo con los resultados de la revisión reciente: consumir un huevo o más de un huevo al día se asocia con menor enfermedad arterial coronaria en comparación no consumir ninguno al día.
Ángel o demonio: ¿a quién escucho?
Paracelso dijo hace algunos siglos: todas las cosas son veneno y nada es sin veneno. Solo la dosis hace que una cosa no sea un veneno. El huevo es bueno o malo según otros muchos factores. Todo depende del contexto.
Ante la duda de desayunar unos huevos revueltos o magdalenas con leche y azúcar, el ángel tendrá la voz cantante: el huevo es bueno. Si consumimos huevos fritos en un mal aceite, dentro de una hamburguesa de mala calidad, el demonio hablará: es malo.
Por tanto, cualquier alimento, el huevo en este caso, no es bueno o malo. Lo hace bueno o malo el contexto. Cada verdura destaca en una vitamina y/o un mineral, los frutos secos son saludables por su tipo de grasa, las legumbres son un alimento completo que aporta también su granito de arena a nuestra salud, etc.
Conclusión: la unión hace la fuerza. Un plato no estará completo si solo añadimos un alimento, por muy bueno que éste sea. La mejor estrategia para mejorar nuestra salud arterial será el consumo variado de fruta, verdura, frutos secos, legumbres, lácteos, carne, pescados y huevos de calidad, además de una buena ración de actividad física.
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