El aumento del número de tatuajes ha crecido de forma exponencial en la última década. Muchas de las personas que depositan tinta en su piel son deportistas, y esa mezcla podría dañar las glándulas sudoríparas, lo que afectaría a la sudoración y con ello al rendimiento. Eso sí, en valores muy bajos, por lo que solamente afectaría a pequeña escala en deportistas de élite donde hay muy poca diferencia entre el primer puesto y el cuarto.
Uno de los pocos estudios que analizan como los tatuajes podrían empeorar la sudoración concluye que tatuarse puede dañar los mecanismos de sudoración, pero sin afectar a la señal que inicia dicha sudoración.
Esa menor capacidad de sudoración afecta a la disipación de calor, especialmente si los tatuajes cubran gran porcentaje del cuerpo. En los casos de pequeños tatuajes no afectaría a ese potencial térmico de nuestro cuerpo para disipar el calor.
Los mecanismos de sudoración y disipación de calor nos permitieron sobrevivir
El humano es un animal de resistencia, no de fuerza. Sin armas teníamos todas las de perder en un cuerpo a cuerpo con la mayoría de los animales depredadores. Además en una carrera de velocidad, donde el papel de la fuerza es vital, también perderíamos en la mayoría de los casos contra los demás animales.
La mezcla de unos mecanismos que regulan nuestra temperatura corporal a la perfección, y un aumento de nuestra inteligencia dio lugar a la caza por persistencia, es decir, por pesados. ¿En qué consistía?
Ya sabemos que en las peleas cuerpo a cuerpo y en las carreras de velocidad salíamos perdedores, pero en una prueba de resistencia ganábamos. Con esa premisa perseguíamos al animal siguiendo su pista y sus huellas.
Ellos no podían regular la temperatura por lo que llegado el momento, después de muchas y muchas horas, caían fruto del agotamiento. Es ahí donde nosotros, los humanos aprovechábamos para darles caza.
¿Y esta historia de la caza por persistencia qué tiene que ver con los tatuajes?
Los tatuajes podrían aumentar la temperatura corporal. En los sujetos del estudio citado, el primero en abordar este tema, ocurre un incremento moderado de 1ºC de temperatura interna en las personas con gran parte de la piel tatuada.
Ese incremento no ocurre en las personas que no tienen tatuajes o que ocupan muy poco espacio corporal. Por tanto, aunque no merma el rendimiento considerablemente, los tatuajes tienen potencial para hacer que se pierda capacidad de sudoración en las zonas donde existen dichos tatuajes.
A su vez el decrecimiento en la capacidad de sudoración puede disminuir esa termorregulación innata del ser humano, animal de resistencia.
En deportistas de resistencia, a mayor nivel y a mayor masa corporal tatuada, mayor podría ser la merma del rendimiento
Esta asociación entre tatuajes y rendimiento no influyen en deportistas de fuerza o de pruebas de velocidad, ya que en esos casos la termorregulación no marcará una diferencia. Sin embargo sí podrían afectar a deportistas de élite en pruebas de larga duración.
En este grupo encontramos a ciclistas, triatletas, corredores de maratón o corredores de montaña, etc. La disipación de calor en este grupo de población es vital, hasta el punto que se han probado y se utilizan mecanismos como chalecos con hielo o bebidas frías para bajar esa temperatura interna durante las carreras.
Hasta la fecha no se puede concluir cuáles son los mecanismos principales que causan esa pérdida en la disipación de calor por los tatuajes. Sí se puede entrever que tatuar gran parte de nuestro cuerpo puede disminuir el rendimiento en atletas de élite en pruebas de resistencia de larga duración. En cualquier caso debemos tomar con cautela cualquier conclusión referente a esta asociación.
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