La salud mental es una de las ramas de la salud que se ha dejado de lado durante mucho tiempo. Desde hace algunos años ha tomado la importancia que se merece, ya que los síntomas de alteraciones de salud mental, como la ansiedad o la depresión pueden encontrarse también en niños y adolescentes. De hecho, en estas etapas vitales es muy importante detectarlo y tratarlo para que no aumente el riesgo de sufrir enfermedades mentales en la etapa adulta. ¿Puede ser la actividad física una de las mejores "medicinas" para curar, o al menor mitigar, las consecuencias de una mala salud mental?
Salud mental en la infancia y la adolescencia, y su relación con la actividad física
El número de suicidios entre los menores de 15 años en España crecieron un 57% en 2021 con respecto al 2020. La depresión es uno de los principales factores de riesgo para el suicidio, que es la segunda causa de muerte entre los adolescentes. A su vez, los síntomas depresivos en la infancia y la adolescencia aumentan el riesgo de desarrollar ansiedad o depresión en la edad adulta.
Con esos datos, queda claro que el foco en la salud mental es una cuestión de salud pública, especialmente en las etapas en las que se está formando nuestra personalidad. A su vez, es necesario buscar métodos alternativos a los tratamientos farmacológicos propios para controlar los síntomas depresivos.
Una razón es porque un fármaco tiene efectos secundarios que pueden ser evitables si se optan por otros tratamientos válidos, como la actividad física. Otra razón por la que orientarnos hacia el ejercicio físico en lugar de a los medicamentos es que muchos niños no son tratados por desconfianza de los padres hacia el uso de determinadas sustancias.
La estigmatización del propio niño a la hora de contarlo, que sería el primer paso para poder tratarlo, hace que tampoco se traten a muchos niños y adolescentes con síntomas depresivos, a pesar de necesitarlo. La realización de actividad física por parte de estos niños podría tomarse como un medicamento oculto, que si bien no va a solucionar por completo un asunto tan complejo, sí puede ayudarle en menor o mayor grado.
Actividad física para todos
Los niños y los adolescentes han cambiado jugar con amigos en los parques y las calles por móviles e internet. Ese cambio tiene un triple efecto negativo en el riesgo de depresión.
En primer lugar, la adolescencia comenzamos a compararnos con los demás. Hace unos años nos comparábamos con los vecinos y con las personas que nos cruzábamos por la calle. Ahora nos podemos comparar con las personas más guapas, altas y musculadas del mundo.
En segundo lugar, al cambiar el sedentarismo de las pantallas por la actividad física mejoramos la salud mental de forma dosis-dependiente, es decir, a mayor cantidad de actividad física, mejor para nuestro bienestar mental. De esta forma, rompemos el bucle en el que las pantallas aumentan el riesgo de depresión, pero a su vez, la depresión nos hace aislarnos más y pasar más tiempo con las pantallas.
En tercer lugar, en la infancia y la adolescencia se establecen hábitos y comportamientos que nos acompañarán toda la vida. Un niño sedentario es más probable que sea un adulto sedentario. Si sabemos que el aislamiento y las pantallas aumentan el riesgo de síntomas depresivos, y que la actividad física los disminuye, está claro que una de las políticas sociales urgentes es abordar este complejo asunto.
Mecanismos de la actividad física para mejorar el bienestar mental
Los niños y los adolescentes que juegan y practican deportes tienen una mejor autoestima, amor propio y autoeficacia. Además, al movernos nuestro cuerpo genera mecanismos que actúan como escudos de la depresión, el estrés y la ansiedad.
Nuestra salud mental, e incluso nuestra vida, pueden depender en una parte importante de los niveles de actividad física. El día que comprendamos asuntos como este y le demos más importancia al juego que a las integrales de matemáticas, por ejemplo, podremos evaluar a nivel colectivo lo que la amplia literatura ya ha demostrado: la actividad física reduce el riesgo síntomas depresivos en todas las etapas de la vida.
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Imágenes | Yuris Alhumaydy (Unsplash), Ben White (Unsplash), Kylie De Guia (Unsplash), Vice Fleming (Unsplash)
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