El estrés puede salvarnos la vida o puede ir "haciendo que la perdamos". El ser humano está diseñado para hacer frente a un peligro con un pico de estrés agudo que nos permite luchar o huir. Sin embargo, ese estrés sostenido en el tiempo puede ir destruyendo nuestra salud poco a poco. La diferencia está en correr diez segundos cuando un león viene hacia nosotros, o estar permanentemente con esa tensión. ¿Qué ocurre en el cerebro cuando cursamos estrés crónico y pensamos que nos persigue un león todo el día?
Efecto del estrés crónico en el cerebro
Fisiología del pasado para afrontar problemas del futuro
A pesar de la diferencia temporal con los primeros homínidos seguimos siendo prácticamente iguales a nivel genético. Las emociones primarias como la tristeza, la alegría, la ira y el asco no entienden de raza ni de siglos. ¿Qué hace un bebé cuando come un limón o cuando se asusta? Nada diferente a lo que hace un adulto.
Nosotros podemos alterar nuestra fisiología sin movernos del sitio. Pensar en algo que nos de miedo puede acelerar nuestro pulso, aumentar la temperatura y hacernos sudar. Esa activación nos salvará la vida si tenemos que esquivar un coche para que no nos atropelle.
El problema llega cuando comenzamos a darle vueltas una y otra vez a problemas del futuro que aun no han pasado, y con una alta probabilidad no ocurran. Ese estrés crónico puede producir muchos problemas de salud, como los que se pueden dar a nivel digestivo: colon irritable, úlcera...
El cerebro está preparado para afrontar picos de estrés, pero no el estrés crónico
El cerebro no escapa de ese estrés elevado que podemos encontrarnos ante un suceso de lucha o huida, o que podemos generar nosotros mismos al pensar en cualquier suceso. Cuando lo necesitamos, nuestro cerebro agudiza todas sus funciones para elegir la mejor opción.
Hasta aquí todo bien, pero si ese estrés se mantiene a lo largo del tiempo pueden ocurrir en el cerebro una serie de efectos negativos que conllevan diferentes consecuencias como la pérdida de memoria, menor control de nuestras acciones y una peor respuesta cuando realmente aparezca un estímulo estresante.
El cerebro puede modificar su arquitectura con sucesos como el deterioro del hipocampo (se encarga principalmente de la memoria) o el aumento de la amígdala (emociones y reacciones). Todo ello puede desembocar en última instancia en enfermedades mentales o aceleración de enfermedades neurodegenerativas (parkinon y alzheimer son las más conocidas).
El cerebro es plástico y puede modificarse con el estrés crónico
La actividad física puede mejorar las estructuras del cerebro y la cognición en niños y adultos. El estrés crónico puede producir lo contrario: empeorar la estructura y la función del cerebro. Por tanto, el estrés bueno nos ayuda a desempeñarnos acertadamente contra un desafío, mientras que el estrés malo puede acontecer en modificaciones problemáticas.
La materia gris del cerebro es la parte responsable de la toma de decisiones y la resolución de problemas. Una mayor y mejor conectada materia gris nos hará elegir mejores opciones y ser más resolutivos. El estrés crónico hace que se altere esa sustancia gris, a favor de otra sustancia menos interesante a nivel cognitivo: la sustancia blanca.
En situaciones normales nuestra corteza prefrontal, parte del cerebro que se encarga de la creatividad y la inteligencia, tiene la mayor carga de la actividad frente a cualquier tarea cognitiva. En situaciones de estrés se activan otras partes primitivas, como la amígdala, que se encarga de la supervivencia.
Si el estrés persiste en el tiempo se alternan esas activaciones de la corteza prefrontal y de la amígdala, permaneciendo esta última siempre con una alta actividad. Estamos en modo supervivencia y no en modo creativo, por lo que nuestros pensamientos complejos estarán en segundo plano, y nosotros estaremos continuamente preparados para luchar o huir, con el desgaste físico y mental que ello supone.
Las neuronas cerebrales pueden ser "asesinadas" por el estrés crónico
Un solo evento muy estresante podría matar neuronas en el hipocampo, centro que se encarga principalmente de la memoria. El aprendizaje también depende del hipocampo, y es una zona donde se produce la formación de neuronas a lo largo de toda la vida.
Lo importante del estrés en el hipocampo no está en la formación de nuevas neuronas, que parecen no verse afectadas, sino en la probabilidad de que esas nuevas neuronas sobrevivan o no. Por tanto, podemos encontrarnos una memoria afectada y un menor número de neuronas por culpa del estrés crónico, especialmente por sucesos muy estresantes.
El cortisol liberado por el estrés se relaciona con la disminución de la memoria a corto plazo. Si has pasado por un suceso muy estresante puede que no lo recuerdes, es ahí donde está esa relación entre la memoria y el estrés.
Si el cortisol permanece elevado de forma prolongada puede seguir interfiriendo en el aprendizaje y la memoria. Cuando estamos bajo presión nuestro cerebro utiliza sus recursos para la supervivencia, no para otras tarea como la memoria.
El estrés daña el control emocional
La exposición al estrés puede reducir la materia gris en la corteza prefrontal, la región del cerebro que se encarga del autocontrol y las emociones. Si acumulamos diferentes eventos estresantes en la vida podemos vernos con un peor control y regulación emocional para superar el próximo evento estresante que ocurra.
Existen eventos realmente estresantes como un accidente de coche o la muerte de un ser querido que afectan a la conciencia emocional y a los centros anímicos. Contra ellos podemos hacer más o menos según nuestra inteligencia emocional y los profesionales a los que recurramos.
Sin embargo, el ser humano tiene un cerebro tan potente que es capaz de "simular· el estrés que suponen esos sucesos sin pasar por ellos. En ambas condiciones las consecuencias son las mismas.
Los cambios en el cerebro pueden provocar enfermedades mentales
Si nos encontramos en un atasco durante mucho tiempo es más probable que podamos sufrir una alteración del estado de ánimo. A largo plazo, ese estrés crónico similar al que podemos sufrir en ese atasco produce cambios en el cerebro.
Ya hemos visto algunos de esos cambios, como la afectación del hipocampo (memoria, aprendizaje y nuevas neuronas) o la disminución de la masa gris (buena toma de decisiones). Estas y otras modificaciones podrían desarrollar trastornos mentales como la depresión u otras relacionadas con un incorrecto funcionamiento neurológico.
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