El consumo de carne, o mejor dicho el consumo excesivo de carne, se ha convertido en un tema de debate por su relación con el cambio climático y si una reducción de su ingesta podría beneficiar al planeta. ¿Es viable el consumo actual de carne con el aumento de población para la sostenibilidad de nuestro planeta? La evidencia científica cada vez lo tiene más claro. Resumimos las conclusiones más importantes en este artículo.
Contexto: carne y cambio climático
El interés público por el consumo de carne ocupa amplios debates acerca de la sostenibilidad del alto consumo actual y sus efectos sobre el cambio climático. En un lado de la balanza se encuentra la sostenibilidad del alto consumo de carne actual para el bienestar del planeta. En el otro lado se encuentra el sector de la producción cárnica, que es una fuente de ingresos y empleo para más de mil millones de personas en todo el mundo.
A principios de este año 2022 pudimos comprobar el efecto que pueden tener unas declaraciones sobre el sector ganadero, cuando el Ministro de Consumo Alberto Garzón puso sobre la mesa las macrogranjas. Una crítica de este tipo de cría animal hizo saltar todas las alarmas en partidos políticos y en la población que se dedica a ello, unos 1.300 millones de personas según estimaciones de 2020.
La conversión de este tipo de granjas en otras más sostenibles para el bienestar animal y nuestro planeta tendrá que ocurrir más pronto que tarde. Es normal que las personas que trabajan en ello no quieran utilizar su dinero para ello, a no ser que haya un plan estructurado para que gane el planeta, los animales y los ganaderos.
Una reciente revisión narrativa publicada en una de las revistas de salud más importantes del mundo, Annual Reviews, describe la relación entre carne, economía y cambio climático. La información de dicho informe de calidad será la base para elaborar este artículo.
La carne es una fuente rica de nutrientes necesarios para el ser humano, especialmente proteínas de calidad unidas a vitaminas y minerales. Destaca a nivel nutricional la carne blanca, mientras que la roja, y sobre todo la carne procesada, no es tan interesante para la salud, al estar relacionas con algunas enfermedades como cáncer.
Por tanto, la carne es un alimento que debe estar presente en la dieta. Sin embargo, su alto consumo propicia la pérdida de biodiversidad en algunas regiones y contaminación por el efecto invernadero producido por la emisión de gases de estos animales y los productos relacionados con su crianza.
Tendencias globales en el consumo de carne
El consumo de carne ha aumentado enormemente en las últimas décadas, siendo el cerdo y las aves las que dominan el consumo de carne en la actualidad. Los gráficos de la imagen muestran como no ha parado de subir desde la década de los 1960.
El aumento de la población es un factor clave de este crecimiento. Sin embargo, en países asiáticos y latinoamericanos el consumo por persona ha aumentado enormemente, haciendo que el promedio per cápita sea también mayor. Por tanto, se consume más carne al haber más población, pero también ha aumentado en muchos países el consumo promedio por persona.
A nivel mundial, la ganadería representa alrededor del 40% de la producción agrícola total. La oferta y la demanda de carne en un futuro no se puede prever ya que muchos factores entran en juego. Lo que sí es destacable es que continuar con estas tendencias de consumo provocarían problemas ambientales y de recursos.
Efectos negativos del elevado consumo de carne sobre el planeta Tierra
La carne tiene una huella ambiental y climática mucho mayor que los alimentos de origen vegetal. Opciones vegetarianas y veganas como la carne de origen vegetal y la carne cultivada en laboratorio son más sostenibles, pero tienen un valor nutricional diferente.
Los alimentos de origen animal son responsables de más de una cuarta parte de agua dulce de la humanidad y hasta dos tercios de todas la emisiones de gases efecto invernadero relacionadas con los alimentos.
La producción de carne se considera uno de los principales impulsores de deforestación global y pérdida de biodiversidad. Además, las sustancias químicas liberadas en la obtención de carne contribuyen a la contaminación de ecosistemas terrestres y acuáticos.
Un dato muy importante y destacable es que la mayoría de estos datos son extraídos de sistemas de producción intensivos, a lo que Garzón se refería al hablar de macrogranjas. Los sistemas de pastoreo extensivo son totalmente diferentes, pudiendo incluso afectar positivamente a la biodiversidad de pastizales en algunos casos.
Las granjas de engorde de aves y cerdos se asocian con consecuencias negativas para la salud de las comunidades locales. La producción de carne roja es un factor importante detrás de los daños de salud ocasionados con la calidad del aire, provocando 15 veces más daños relacionados con dicha calidad de aire que la producción de alimentos de origen vegetal.
Por lo tanto, continuar con esta alta producción y consumo de carne conducirá al colapso de ecosistemas globales de los que depende la humanidad de manera directa.
Efecto de la producción actual de carne sobre el agua
La huella hídrica de la producción de carne es significativamente mayor que la de casi la totalidad de los alimentos de origen vegetal, excluyendo algunos como las nueces que requieren también de una elevada cantidad de este líquido tan preciado.
Más del 97% de esa huella hídrica se debe a la producción de piensos, no al consumo por parte de animales que utilizan lluvia almacenada en suelos plantas. Otro de los problemas es la contaminación del agua por actividades ganaderas, aspecto de nuevo que es más preocupante en los sistemas intensivos de producción de carne que en los extensivos.
Emisiones de gases de efecto invernadero
El metano es uno de los gases de efecto invernadero principales, que seguramente pueda resultarte familiar. Si no disminuyen las emisiones del sistema alimentario no se conseguirá el objetivo de mantener el calentamiento global por debajo de 1,5ºC.
En ese sistema alimentario se incluyen más alimentos además de la carne, pero dado que este alimento representa la mayor parte de estas emisiones, es uno de los principales sectores que deben reducir los gases de efecto invernadero.
Los piensos y aspectos como la gestión del estiércol son los responsables de la mayor parte de las emisiones, no los animales directamente. Las emisiones del transporte y embalaje son mucho menores, aunque también suelen ponerse sobre la mesa en los debates para reducir los efectos de estos gases.
En la siguiente imagen, extraída de la revisión narrativa que utilizamos de guía para este artículo, se comparan los gases de efecto invernadero producido según el tipo de alimento. Los alimentos de origen vegetal producen muchas menos emisiones, que van creciendo a medida que nos acercamos a alimentos de origen animal, como los huevos el queso y la carne.
Biodiversidad afectada por la producción actual de carne
Con el crecimiento del consumo de carne es necesaria la expansión de los terrenos de cultivo y pastoreo para dedicarlos a la producción de este alimento. Esta ocupación de nuevas tierras es uno de los principales contribuyentes al cambio climático, además de la destrucción del hábitat natural y la biodiversidad silvestre.
El cambio climático, la contaminación del agua y del suelo y todo lo que ello conlleva conducen a la pérdida de especies que ven alterado su ecosistema. Este problema es más visible en América latina y el sudeste asiático que son los lugares donde más ha crecido el consumo de carne, tanto a nivel general como por persona.
Mensaje para llevar a casa
No hemos profundizado en aspectos económicos, bienestar animal y salud humana. Si te interesa este tema, puedes leer la revisión narrativa publicada hace apenas un mes que engloba la información de calidad publicada hasta la fecha.
El consumo de carne ha aumentado en las últimas décadas, y continúa haciéndolo actualmente. La producción de carne necesita más tierra y agua que la producción de alimentos de origen vegetal, y tiene huellas ambientales y climáticas mucho mayores.
Es necesaria e importante una reducción del consumo de carne para limitar el cambio climático y ayudar a la sostenibilidad del planeta, especialmente en países de ingresos altos. Reducir no significa eliminar. Reducir significa realizar un consumo bajo a moderado, especialmente ahora que rozamos los 8.000 millones de habitantes en el planeta Tierra.
Un trabajo en equipo entre el consumidor, las instituciones y la aplicación de nuevas tecnologías e incentivos en la industria cárnica es muy necesario para que ninguna de las partes se vea afectada.
Cabe mencionar que en ningún momento buscamos una cruzada contra la industria cárnica. La carne es un alimento nutritivo y que tiene cabida en la dieta mediterránea, una de las más saludables que existen. Lo destacable es que debemos evitar un consumo tan elevado y ciertos métodos de ganadería intensiva para que sea sostenible para el planeta, el único que tenemos.
En Vitónica | Siete claves si quieres reducir tu consumo de carne
Imágenes | Unsplash, iStock
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