Los dientes negros fueron bellos (y lo siguen siendo): así cambia el concepto de belleza entre tiempos y culturas

Si te paran por la calle de un concurso de televisión y te dicen que te dan 50 euros si defines qué es belleza, ¿los ganarías? En nuestra mente, todos tenemos unos cánones de belleza, pero hay ocho billones de cabezas en el planeta tierra, lo que hace complicado ponernos de acuerdo. Además, lo que era bello hace mil años, ahora puede ser totalmente contrario. En este artículo hablamos de algunas anécdotas que muestran como cada cultura y línea temporal cambia por completo lo que creemos como bello.

¿Existe realmente la belleza?

La RAE define belleza como aquello que es bello, es decir, que, por la perfección de sus formas, complace a la vista. Eso implica que alguna persona se emocione por la sensaciones que le produce un cuadro, mientras otra solamente ve una imagen, sin más.

La belleza depende de la cultura y de la época. Muchos son los casos de belleza que se nos escapan al no estar inmersos en esa cultura y tiempo. Algunos ejemplos de ello son el tono de piel lo más pálido posible de la aristocracia japonesa hace algunos siglos, que aún permanece en algunos rincones del país.

Más que un signo de belleza, que también, la piel blanca era síntoma de poder, ya que el tono pálido de la piel diferenciaba a los ricos y aristócratas de los trabajadores del campo, que por la radiación solar tenían la piel mucho más morena, o de los esclavos de piel oscura.

En países mediterráneos como España, el moreno se considera bello, y las personas tumbadas en la playa para tener una piel más oscura lo demuestran. De hecho, las cabinas de rayos son muy demandadas con ese mismo fin. ¿Dónde hay más belleza, en una piel blanca o una piel morena?

Depende, todo depende, de según como se mire. Ya lo decía Pau Donés en su canción. Si hubiésemos nacido en Japón en su época medieval, posiblemente tomaríamos el blanco como el tono de piel más bello. Si estás leyendo esto desde Miami, o un país latino, el moreno de piel puede ser lo más bello para ti.

Dientes negros como muestra de belleza y poder

También en la cultura japonesa se buscaba oscurecer los dientes, en lugar de buscar la sonrisa blanca que se demanda actualmente. Ohaguro es el nombre que hace alusión a este comportamiento antiguo de ennegrecerse los dientes. La razón es que el negro se consideraba inmensamente bonito.

Utilizaban una solución llamada kanemizu, hecha de acetato férrico de limaduras de hierro mezcladas con vinagre y tanino de vegetales o té. Esta mezcla se utilizaba a diario con el objetivo de oscurecer sus dientes, ya que en ese momento (entre el siglo XVII y XIX) las mujeres adineradas lo demandaban para mejorar su belleza.

¿Qué tiene que ver todo esto con la salud?

Las dos anécdotas anteriores nos llevan a una que sucedía en la Inglaterra Tudor, en la que también los dientes negros se convirtieron en muestra de poder y riqueza, pero por un motivo distinto al del Japón medieval. La dinastía Tudor abarcó del año 1485 al 1603.

En esos años, reyes como Enrique VIII e Isabel I, eran adictos al azúcar, comiéndola en cantidades abundantes en cada comida. Si nos situamos en ese periodo de la historia, el azúcar no era tan fácil de conseguir como ir al supermercado y echar un paquete al carro de la compra.

El azúcar tenía que importarse por largas travesías y era especialmente caro. Eso hacía que fuese difícil de conseguir, y quedaba reservado para los niveles más altos de la sociedad. Si ibas a una fiesta y había mucha azúcar, era síntoma de poder y riqueza.

Si a eso le añadimos que el azúcar se utilizaba también para remediar enfermedades, como disminuir la fiebre o como pastilla para la tos, la barra libre de azúcar está servida, pero solamente para unos pocos.

¿Qué pasa si consumimos tanta azúcar?

El azúcar es el enemigo de la salud bucal, por lo que se podía apreciar como algunos reyes tenían los dientes negros y con falta de piezas dentales. Seguramente piensas que los dientes podridos y negros no son bellos, pero en ese momento fueron una tendencia de belleza.

La reina Isabel I es la figura asociada a esta belleza peculiar. Era la influencer del siglo XVI, y al igual que se agotan las prendas de ropa que llevan algunas personas famosas, o buscamos el corte de pelo de un deportista conocido, había personas que buscaban parecerse a Isabel I.

Eso implicaba los dientes negros, que si le añadimos que era difícil de conseguir por el acceso limitado al azúcar, se convertía en la mezcla perfecta para desearlo. Las personas que sí podían conseguirlo lo tomaban en todas las comidas, también en ensaladas a modo de aliño, o en pastas de dientes. Sí, pastas de dientes con azúcar.

En Vitónica estamos muy lejos de ser expertos en historia, y en estos asuntos hay tantas historias verídicas como leyendas, por lo que habría que profundizar mucho más para saber hasta que punto los dientes negros y podridos de la reina Isabel I son reales, y cuánto de la historia se ido modificando con el paso del tiempo.

Mensaje para llevar a casa

Uno de los mensajes principales de este artículo es que el azúcar no es saludable para nuestros dientes. Eso ya lo sabíamos, pero más aún viendo lo que su abuso causa en la dentadura. No hay mayor problema en consumir azúcar de forma esporádica y seguir una buena higiene bucal.

El segundo mensaje, e incluso más importante es que la belleza depende siempre de los ojos con los que se mire. Hace dos décadas no sentíamos atracción por llenar nuestra piel de tinta, y hoy lo extraño es no tener tatuajes. Los modelos de pasarela demandados ahora son más corpulentos, y no tan delgados como hace no muchos años.

Nos empeñamos en encajar en "lo bello", pero no caemos en la cuenta que la belleza es arte, y que cada cual cuenta con su propia pincel. No sabremos cuáles serán los cánones de belleza dentro de 200 años, pero sí que serán distintos.

Haz ejercicio físico porque aprecias tu cuerpo, no porque lo odias. Mantente activo por tu salud, no por tu composición corporal. Aliméntate con comida saludable para que tu cuerpo funcione a la perfección, no porque tenga menos calorías. La obsesión por entrar en los márgenes de lo que la sociedad impone como bello, es contraproducente para la salud mental.

Si nos preguntamos qué es la salud, tendremos una definición más o menos rápida: la ausencia de la enfermedad. Sin embargo, si nos preguntamos qué es la belleza, hay ocho billones de respuestas, que es el número de habitantes del planeta, y dentro de 20 años habrá otras respuestas distintas. Qué complicado lo de ser "bello", ¿no?

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Imágenes | Manolj Kulkarni (Unsplash), John McArthur (Unsplash), Raphael Lovaski (Unsplash)

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