Dormir “cinco minutos más” tras el despertador no es buena idea, la ciencia lo acaba de demostrar

¿Cuántas alarmas te pones para despertarte? ¿Te pones varias por si no escuchas la primera o para tener esos "cinco minutos" extras después de escuchar la primera alarma? Una reciente investigación ha evaluado el comportamiento de una muestra de población para comenzar a asentar bases de literatura científica que pueda explicar esa fase previa antes de levantarnos de la cama.

"No tengo ganas de ir a la escuela. Cinco minutos más"

Dormitar es un verbo que hace alusión a estar medio dormido y que se da en casos como cuando escuchamos la alarma para despertarnos, pero nos quedamos unos minutos extras en la cama hasta que vuelve a sonar. Los científicos del sueño consideran que este comportamiento es dañino porque disminuye la calidad y la cantidad de sueño.

Gran parte de la población pone varias alarmas con el objetivo de despertarse en la última de ellas, aunque otras personas lo hacen por seguridad de no quedarse dormidas y se despiertan con la primera. Lo ideal es despertarse de manera natural, pero eso en nuestra época es prácticamente imposible para casi la totalidad de la población.

Lo segundo más ideal es poner una alarma única y que sea esa con la que nos despertamos y levantamos. Al hacerlo así aprovechamos hasta el último momento las opciones de sueño profundo, ya que una vez que suena la alarma solamente estaremos dormitando, pero en fases del sueño muy superficiales y poco reparadoras.

Por lo tanto, al poner una alarma a las 06:45h para levantarnos a las 07:00h estaremos cambiando 15 minutos de calidad por otros 15 minutos que realmente no nos servirán para descansar.

Varias alarmas porque tenemos sueño pendiente: la inercia del sueño

La inercia del sueño es el término que recibe esa fase cuando nos despertamos, pero que seguimos un poco dormidos: desorientación, menor rendimiento físico y mental, etc. Puedes ser breve o persistir incluso por un par de horas en algunos casos.

Si nos despertamos de forma natural, sin una alarma externa, el despertar llega después de pasar por unas fases del sueño menos profundas. Eso ayuda a que la inercia del sueño sea menor, y estemos a pleno rendimiento pocos minutos después de abrir los ojos.

Al poner una alarma estamos poniendo un límite a las horas de sueño, que puede estar bien si hemos dormido lo suficiente, pero que suele venir marcado por un número insuficiente de horas. Al dormir poco, y en muchos casos mal, nuestro comportamiento es necesitar esos "cinco minutos más". Por lo tanto, si tienes esa necesidad imperiosa de posponer la alarma es porque puedes tener falta de sueño.

No hay conclusiones que sacar sobre los efectos de varias alarmas sobre el sueño y la salud

Una reciente revisión sobre la forma que tenemos de despertarnos informa que se necesita aún mucha investigación. Cuando exista una base solida podremos saber cómo afecta ese comportamiento de poner varias alarmas y dormitar entre ellas a nuestra salud.

Lo que sí sabemos es que las alarma con la que nos despertamos provocan una respuesta de estrés, suponiendo por ejemplo un aumento del cortisol y de la frecuencia cardiaca. Si en lugar de una alarma única suenan varias puede invocar una respuesta de estrés mayor.

En cualquier caso, el sueño es un océano muy profundo del que falta mucho por descubrir. A pesar de la obligatoriedad de dormir cada día, aún no sabemos exactamente todos sus engranajes, menos aún los de esos "cinco minutos" extras antes de despertarnos por la mañana.

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