El envejecimiento es inevitable, pero el ejercicio físico frena los efectos secundarios de la edad avanzada

El ejercicio físico es la mejor "crema rejuvenecedora". La literatura científica es tremendamente concluyente en el papel protector del ejercicio físico contra una amplia gama de enfermedades, siendo el antienvejecimiento la base de ello. Una nueva investigación recién publicada en Proceedings of the National Academy of Sciences se une a la ya existente para apuntar al nuevo foco de salud y antienvejecimiento: las mitocondrias. La función mitocondrial es fundamental para la salud, pero aún no es bien comprendida por la población general.

Ejercicio físico y mitocondrias: la sociedad antienvejecimiento

Función mitocondrial y envejecimiento

Cuando realizamos ejercicio físico producimos una fatiga que fragmenta las mitocondrias, esas estructuras del interior de la célula que producen energía. El siguiente paso es la reparación de esa alteración mitocondrial que puede darse más o menos rápido según nuestro estado físico y edad.

Un ciclo de reparación mitocondrial es ese proceso de alteración de la mitocondria, seguido de su reparación y restauración. Una disfunción en estas estructuras celulares se asocia con enfermedades crónicas como las enfermedades cardíacas o la diabetes tipo II.

Al igual que aumentamos de masa muscular cuando producimos alteraciones a nivel de la fibra muscular, aumentamos nuestra capacidad de producir energía con estos ciclos de reparación mitocondrial. La investigación citada anteriormente investigó el papel del ejercicio sobre estos ciclos mitocondriales.

Utilizaron animales para ver los cambios significativos que se producían con el envejecimiento. Un tipo de gusano mostraba mitocondrias fragmentadas y desorganizadas a medida que envejecía. Después del ejercicio físico esas mitocondrias tardaban mucho más tiempo en volver la función mitocondrial normal, que lo que tardaban en etapas más jóvenes.

La dinámica mitocondrial es clave en el envejecimiento

El ejercicio físico a largo plazo frena de forma significativa el deterioro de la dinámica mitocondrial asociada al envejecimiento. Eso quiere decir que nuestra calidad de vida depende del ejercicio físico, porque no sirve de nada vivir más si no vivimos mejor.

Sea cual sea nuestro aspecto exterior, nuestro interior, en concreto la salud de las mitocondrias del interior de nuestras células, determinará la calidad de nuestra longevidad. El entrenamiento de fuerza y de resistencia son potencialmente fructíferos para frenar la disminución de la función mitocondrial, lo que frena también los efectos adversos del envejecimiento.

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Imagen de portada | Logan Weaver (Unsplash)

Imágenes | Claudio Schwarz (Unsplash)

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