El entrenamiento de fuerza supervisado por profesionales de la salud parece ser una alternativa prometedora al entrenamiento de resistencia o las caminatas en sujetos con enfermedades cardiovasculares. ¿Por qué quedarnos con un tipo de entrenamiento si podemos hacer los dos?
Una revisión sistemática con metanálisis (grado más alto de evidencia científica) recién publicado en Journal of Clinical Medicine recoge toda la evidencia actual de calidad sobre este tema. En este caso se centra en la enfermedad arterial periférica (EAP) y cómo el entrenamiento de fuerza pueda ayudarnos a mejorar una serie de parámetros.
Enfermedad arterial periférica (EAP): qué es y cómo tratarla
La enfermedad arterial periférica es la tercera causa principal de morbilidad cardiovascular, afectando a más de 200 millones de personas en todo el mundo. Con el envejecimiento de la población unido a un estilo de vida poco saludable la enfermedad arterial periférica podría continuar aumentando, convirtiéndose en una lacra para la salud de la población y los sistemas de atención sanitaria.
Esta enfermedad se produce al estrecharse los vasos sanguíneos que tenemos fuera del corazón. Ocurre cuando determinadas partículas se van acumulando en las paredes de las arterias y hacen que dichas arterias se estrechen o se obstruyan.
Si la placa obstruye lo suficiente el flujo sanguíneo puede producir la muerte de los tejidos, lo que llevaría incluso a una amputación del pie o la pierna. También reduce progresivamente la capacidad funcional, perdiendo entre otras funciones la movilidad, si no se trata.
¿Cómo tratar la enfermedad arterial periférica (EAP)?
Existen terapias médicas que son las principales a realizar si esta enfermedad se ha agravado. Por otro lado, existen terapias de ejercicio supervisado por profesionales que también pueden mejorar la capacidad funcional en estos pacientes.
Normalmente se utilizan prescripciones muy conservadoras como la caminata en cinta rodante, pero puede ser beneficioso introducir otras modalidades de entrenamiento como el trabajo de fuerza. Lo idóneo sería mezclar ambos tipos de entrenamiento como se hace en pacientes con otras enfermedades como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC).
El entrenamiento de resistencia nos ayudará en el flujo sanguíneo y el aporte de oxígeno a los diferentes tejidos. El entrenamiento de fuerza será útil en el apartado metabólico y la calidad de vida que está asociada con una buena base de masa muscular y fuerza.
Todo bajo supervisión profesional
Un equipo multidisciplinar que reúna diferentes profesionales de la salud serán los que evalúen y prescriban el tipo y la cantidad de ejercicio físico. No es recomendable realizar entrenamiento con una enfermedad cardiaca grave sin una supervisión profesional.
Si conoces a alguien con este tipo de enfermedad o o alguna relacionada puedes animarle a realizar ejercicio físico para abarcar su tratamiento desde diferentes prismas. Más vale prevenir que curar, así que la mezcla de un entrenamiento de fuerza y resistencia será nuestro mejora aliado para no aumentar esos números de pacientes con enfermedad arterial periférica grave.
Imágenes | iStock
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