El ejercicio físico y la alimentación correcta son aspectos saludables hasta que dejan de serlo. La vigorexia es una de las alteraciones mentales que nos hace pensar continuamente en el entrenamiento y en nuestro cuerpo. Comparte algunas similitudes con algunos trastornos de conducta alimentaria como la anorexia nerviosa. La alta exposición a cuerpos perfectos (o al menos lo parecen) en redes sociales son los principales causantes de no estar nunca satisfechos con nuestro físico.
¿Qué es la vigorexia o trastorno dismórfico corporal?
La Guía de Consulta de los Criterios del DSM-5 elaborada por la American Psyquiatric Association recoge los diferentes trastornos que existen como el trastorno bipolar, trastornos de la personalidad o trastornos de ansiedad, entre otros muchos.
Definen la vigorexia como un trastorno dismórfico corporal que desencadena una preocupación porque nuestro cuerpo no cuenta con la suficiente cantidad de masa muscular. Nuestra apariencia muscular no nos gusta y nos obsesionamos con cambiarlo.
Este trastorno influye en nuestro estilo de vida ya que la mayor parte del tiempo estaremos pensando en el entrenamiento y la nutrición que nos ayuden a aumentar esa masa muscular, tengamos realmente poca o mucha. Es por ello por lo que la comunidad médica tiene debate a la hora de clasificar la vigorexia como un trastorno dismórfico corporal, o añadirlo también a los trastornos alimentario o a la adicción.
Cómo se muestra la vigorexia
Ir al gimnasio cada día no es un síntoma de esta dismorfia corporal, pero sentirte mal por no ir algún día, o pasar horas y horas en él sí. El entrenamiento para aumentar la masa muscular requiere estimular nuestra musculatura un par de veces por semana con un volumen determinado.
Exceder esa capacidad que tiene nuestro cuerpo supondrá más inconvenientes que beneficios. La dieta es otro de los factores que afecta enormemente a una persona con vigorexia. El control de lo que ingerimos no está mal, siempre que sea flexible y nos permita salir con pareja, amigos o familia a tomar algo sin sentirnos culpables por ello.
El entrenamiento y la dieta conducen al tercer síntoma y más preocupante: odiar el cuerpo en el que vivimos y vernos siempre mal con él, tenga el aspecto que tenga. El culturismo es uno de los escenarios donde se muestra con más frecuencia esta dismorfia muscular. Personas con una gran masa muscular, pero que se ven así mismos "muy pequeños".
Una de las formas en que se muestra la vigorexia es con la "verificación del espejo". Nos miramos al espejo cada vez que podemos para chequear nuestro estado corporal, viéndonos siempre en un estado mejorable. Este comportamiento puede agravarse por diferentes causas que vamos a comentar a continuación.
Agravaciones de la vigorexia
Poco a poco la vigorexia puede adentrarnos en una alteración mental compleja que podría terminar con consecuencias graves. El aumento de masa muscular tiene un techo fisiológico a partir del cuál se hace muy complicado hipertrofiar nuestra musculatura.
Llegado ese punto, la aparición de esteroides puede entrar en juego para conseguir más masa muscular. Si seguimos viéndonos con poca masa muscular el consumo de esteroides puede llegar a ser abusivo, con el efecto sobre la salud que ello conlleva.
La depresión también puede aparecer al sentirnos mal con nuestro cuerpo, hasta el punto de no querer hacer planes. Una depresión severa, unido a otros factores de este trastorno puede incluso conducir a pensamientos de suicidio.
Factores que aumentan el riesgo de cursar vigorexia
Hay algunas experiencias vitales y factores psicológicos que pueden aumentar la probabilidad de cursar vigorexia. Uno de los más destacables es haber sido diana de acoso durante la infancia por nuestro cuerpo o por cualquier causa.
Mejorar nuestro cuerpo para evitar esas burlas, o hacerlo más grande para que nadie se meta con nosotros puede ser una reacción ante este acontecimiento. Eso hace que los adolescentes sean una de las principales poblaciones a tener en cuenta en la vigorexia, ya que un estudio con jóvenes estadounidense mostró que un 22% cursaba síntomas de este trastorno.
La condición mental también jugará un papel vital en la aparición de este trastorno dismórfico corporal. También si nuestro deporte requiere de un control de peso como los deportes de combate donde tenemos que dar un peso determinado puede aumentar la probabilidad de vigorexia.
La población más expuesta a este trastorno corporal son los culturistas que compiten con su cuerpo y lo exponen a unos jueces para que lo valoren. Esta población depende de su cuerpo y eso dispara el riesgo de obsesionarse con el entrenamiento, la dieta y la cantidad de masa muscular.
Las redes sociales son otro de los factores que ha hecho que la vigorexia se vea aumentada en la última década. Antes nos comparábamos con los vecinos de nuestro pueblo o barrio, o con los grupos que teníamos alrededor en la playa. Ahora nos comparamos con todo el mundo sacando el móvil del bolsillo.
Tal es así, que han aparecido dismorfias nuevas como la dismorfia de Snapchat con la que las personas asisten a centros estéticos para parecerse a sus filtros de esta red social. ¿Qué ocurrirá cuando las generaciones que han nacido con un smartphone bajo el brazo tengan cierta edad? Estamos cerca de comprobarlo.
¿Puede tratarse la vigorexia?
Como cualquier trastorno lo primero y recomendable es acudir a un profesional de la mente y el comportamiento para que marque los pasos a seguir. Si te has sentido identificado o identificada hay algunas cosas que ya puedes hacer en casa, pero siempre con la ayuda extra de un profesional de la salud mental.
Entrena como máximo una hora al día varios días de la semana con días de descanso. El entrenamiento es salud física y mental, por eso no debe eliminarse, pero sí cercarlo a unos tiempos saludables. En el caso de que utilices esteroides la mejor opción sería eliminarlos por tu salud a medio y largo plazo.
¿Tienes en el móvil un rastreador de calorías como Myfitnesspal? Elimínala y deja de pesar y medir todo durante un tiempo. Come sano y en cantidades aproximadas a lo que necesitas, pero contar las calorías no te ayudará si cursas vigorexia. Si no está presente este trastorno contar calorías siempre nos ayudará en nuestro objetivo, pero si hay cualquier ápice de obsesión puede ser interesante evitar su uso.
La vigorexia comparte síntomas con la adicción, por lo que puede tratarse como tal
Al igual que un alcohólico acude a un grupo de alcohólicos anónimos para tratar su adicción, una persona con vigorexia se beneficiará de rodearse de otras personas con dismorfia corporal. Se estima que una de cada 50 personas tiene algún tipo de alteración de este tipo.
Puedes ocupar el tiempo que excede de los saludable en el gimnasio por salir al aire libre a practicar otra disciplina deportiva. La meditación también puede ser incluida en tus rutinas diarias para tratar esta alteración, a lo que se puede añadir un diario de notas para expresar cómo te sientes cada día y ver la progresión.
Elimina los desencadenantes que te llevan a pensamientos relacionados con la vigorexia. El ejemplo más claro es dejar de ver vídeos de culturismo, CrossFit o disciplinas donde todo gira en torno a cuerpos musculados.
Un profesional de la salud mental ayudará en el tratamiento de la vigorexia con diferentes terapias en las que podremos identificar patrones de pensamiento y modificar la forma de respuesta de nuestro cerebro. Somos nosotros los que vemos nuestro cuerpo de una forma u otra, así que tendremos que ser nosotros mismos, con la ayuda del profesional, los que cambiemos esa forma negativa de mirarnos.
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