La felicidad no se busca, se trabaja con acciones cotidianas del día a día
La felicidad no se busca, se trabaja. En el mundo actual hay personas que buscan tener más dinero, otras que ponen el punto de mira en tener más relaciones sexuales y otras que desean el poder. Sea cual sea la meta de cada uno, todos tenemos en común la búsqueda de la felicidad, pero muy pocos trabajan para llegar a ella. La felicidad depende de ciertos hábitos que pueden acercarnos o alejarnos de ese estado de plenitud que todos queremos.
Hábitos que nos acercan a eso que llamamos felicidad
El ejercicio físico nos hace sentir mejor a nivel físico y mental, además de interactuar con otras personas
El ejercicio físico nos hace más felices por su componente fisiológico, mental y social. En el apartado físico destacan las endorfinas, conocidas como hormonas de la felicidad. Estas aliadas para la felicidad se liberan con el movimiento, al que además añadimos sentirnos mejor con nosotros mismos por ser capaces de completar retos y de ver crecer nuestra autoestima (componente mental).
En el ámbito social interactuamos con nuestra tribu, esas personas que buscan hacer ejercicio como nosotros y con las que se puede crear una relación personal para hablar en el día a día e incluso irnos a tomar un café o celebrar algún cumpleaños.
Descanso pleno para una felicidad plena
Dormir entre siete y nueve horas de cada 24 horas es una recomendación general que muchas personas ven desde lejos. La privación del sueño tiene consecuencias de todo tipo, también en la felicidad. Nuestro estado de ánimo depende de nuestro descanso, y todos sabemos qué ocurre en nuestro umbral de ira y enfado cuando dormimos poco.
Al juntar el estrés diario, la ausencia de ejercicio físico y una falta de horas de sueño se crea el combo perfecto para la infelicidad. Las horas de sueño son una inversión, no un gasto, que nos permitirá ver la vida de otra manera, tomar mejores decisiones y relacionarnos con el entorno y los demás de manera mucho más gratificante.
Alimentación y felicidad
Aunque se asocia erróneamente los alimentos ricos en azúcares y ultraprocesados de todo tipo con un pico de felicidad y placer, la realidad es que nos conducen a la infelicidad. Los humanos contamos con neurotransmisores que cumplen todo tipo de funciones en el organismo.
Al igual que se ocupan de hacer latir nuestro corazón, también son responsables de nuestro estado de ánimo. Algunos de esos neurotransmisores son la serotonina que se vincula a la felicidad y la calma; GABA que también ayuda a regular y estabilizar el estado de ánimo; la dopamina considerada hormona del bienestar; y otras hormonas.
Un bollo de chocolate puede darnos un pico de felicidad a corto plazo, pero infelicidad a largo plazo. Una alimentación adecuada como la dieta mediterránea aporta todos los nutrientes necesarios para que las hormonas citadas anteriormente funcionen a la perfección y dispongan a nuestro organismo a un mejor estado de ánimo, menos estrés y una verdadera felicidad a través de la comida.
El poder de la sonrisa cuando no tienes ganas de reír
¿Te has contagiado alguna vez de una risa repentina? Nuestro cerebro actúa bidireccionalmente con respecto a la sonrisa, por lo que reírnos con algo nos puede hacer reír más, pero si tenemos un día triste y forzamos la sonrisa puede ayudar al cerebro a sentirse mejor.
En eso consiste la bidireccionalidad de la sonrisa, que funciona igualmente si la risa va del cerebro a la boca que si va desde la boca al cerebro. Si no te lo crees, esboza una gran sonrisa ahora mismo y notarás como por arte de magia cambia tu estado de ánimo. Hazlo cuando veas que lo necesitas y tendrás una potente herramienta con la que modificar tu estado de ánimo al instante.
Disfruta de lo bueno, acepta lo negativo
Estaría genial que la vida fuesen solamente rosas bonitas que huelen bien y no tienen espinas, pero no es así. En algunos casos hay más flores y en otros más espinas, pero siempre unas vienen con las otras. Esa es la razón por la que la gratitud por tener todo lo positivo que hay en nuestra vida nos hace sentir plenos y felices.
Puede que tengas una casa en propiedad y eso te haga feliz, pero hay cosas mucho más sencillas por las que sentirnos agradecidos. Si estás leyendo esto es porque tu visión funciona, has tenido oportunidad de aprender a leer, tienes un móvil o un ordenador, conexión a internet...
Ser agradecidos por lo que tenemos y agradecer a los demás por lo que nos aportan es la forma más rápida de alcanzar la felicidad. Ofrecer un cumplido a otra persona, alegrarte por las cosas buenas que le pasan y todo lo que rodea a la gratitud tiene un potencial de felicidad inmenso.
También hay espinas en esas rosas, y la felicidad también se forja aceptando los baches de la vida, que son muy bestias muchas veces. Con tiempo, ayuda profesional y paciencia podremos volver a ver los pétalos de las rosas más grandes que las espinas y empezaremos a mirar con otros ojos.
Las comparaciones son odiosas: cuidado con redes sociales
Hace 60 años, mis abuelos se podían comparar con muy pocas personas a su alrededor. Hoy en día estamos conectados con los puntos más recónditos del mundo, y eso nos hace creer que no tenemos las abdominales del modelo de Instagram, que no viajamos tanto como nuestro vecino o que los platos de comida de un chef a miles de kilómetros lucen mejor que los nuestros.
Las redes sociales son el foco de infelicidad más grande al que nos enfrentamos al compararnos continuamente con los demás. Miramos el número de seguidores, el cuerpo de otros, la vida de los demás, etc. Controlar lo que sentimos cuando nos invade la envidia o merma la autoestima por compararnos en redes sociales es un paso fundamental para ser felices por lo que somos y por lo que tenemos.
Puede llegar incluso el punto de tener que eliminar las redes sociales porque se pueden convertir en un problema, como conducirnos a problemas de trastornos de conducta alimentaria o entrar en un bucle de operaciones estéticas para parecernos a los filtros de nuestro móvil.
Pasar tiempo con familia y amigos
Lo que no se comparte con familia y amigos es como si no se viviera. Ese es el principal problema de adicción de las redes sociales, que si no compartimos algo es como si no lo hubiésemos vivido. La realidad es que nos alegramos más al decir a nuestros padres o pareja que hemos aprobado un examen que del hecho de haberlo aprobado.
Eso nos lleva a la conclusión que pasar tiempo con familia y amigos nos hará felices. No basta con pasar tiempo porque sí, sino que ese tiempo sea de calidad, de risas, de aportar comentarios e historias que nos hagan crecer y no críticas que nos quiten la energía.
La naturaleza ha sido nuestra compañera a lo largo de los milenios
¿Haces senderismo frecuentemente? Pasar tiempo en la naturaleza aclara la mente, aleja el estrés y nos sirve como meditación en movimiento. Pasamos nuestros días alejados totalmente de la tierra, del sol, del aire puro y de tantas otras cosas que la naturaleza ofrece de manera gratuita.
El estrés del tráfico diario se puede combatir al sentarnos y ver un atardecer en la montaña. Crear nuevos recuerdos y emociones en la naturaleza ayuda a sentirnos menos melancólicos al vivir de etapas anteriores que parece que nunca se repetirán.
La naturaleza nos demuestra lo pequeños que somos con respecto al mundo que conocemos. Nos sentimos vivos y las pilas se van recargando con el contacto con la tierra y el paisaje. La unión de ejercicio físico, sol, un táper con comida saludable, risas con amigos, alejarnos de internet y el aumento de la gratitud por sentirnos plenos es lo que hace lograr la felicidad plena con la naturaleza.
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Imágenes | Ave Calvar (Unsplash), Surface (Unsplash)
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