La ducha después de entrenar es el mejor momento del día. Nuestras endorfinas estás por las nubes, lo que nos hace sentir bien, además de saber que hemos hecho los deberes. La duda está en cuánto tiempo dejar entre el final de la sesión principal y la ducha, ya que solemos cometer el error de no dejar espacio suficiente, y salir sudando de la ducha.
Ducha después de entrenar sí, pero ¿cómo?
Lo más recomendable es dejar entre 15 y 25 minutos después de la parte principal de la sesión y la ducha. Ese tiempo variará dependiendo del tipo de entrenamiento, su duración y su intensidad. Una sesión ligera de pesas en el gimnasio con aire acondicionado no aumentará drásticamente la temperatura, pero hacer 10 kilómetros al aire libre en una época calurosa sí.
El tiempo entre la fase principal de la sesión y la ducha podemos dedicarlo a volver a la calma. De esta forma nuestra temperatura volverá a niveles más bajos poco a poco, además de recuperar nuestra frecuencia cardiaca y otros mecanismos que han sido modificados en el entrenamiento.
La homeostasis es el equilibrio que nuestro organismo busca continuamente. Al practicar ejercicio físico se rompe ese equilibrio, pero poco después del entrenamiento volveremos a niveles basales de temperatura, frecuencia cardiaca, etc.
Me he duchado, pero sigo sudando
Si terminamos de entrenar y nos vamos rápidamente a la ducha, es muy probable que mientras estamos duchándonos nuestro cuerpo siga evacuando el calor interno. Esa es la causa por al que seguiremos sudando después de ducharnos, y que podríamos haberlo evitado simplemente esperando un poco más de tiempo.
Al continuar sudando después de la ducha y vestirnos, pasaremos el resto del tiempo con esas bacterias que se han multiplicado, lo que aumenta el riesgo de erupciones o brotes en la piel.
Utiliza esos 15 - 25 minutos para introducir ejercicios de vuelta a la calma, e incluso relajarnos con música y los ojos cerrados a modo de reseteo del estrés diario.
Agua fría o caliente
La ducha fría después de entrenar puede ayudar a disminuir más rápidamente la frecuencia cardiaca y el daño muscular causado con el entrenamiento. La crioterapia ha sido mostrada como una herramienta eficaz a la hora de mejorar la recuperación y evitar picos de daño muscular.
El agua caliente puede ser más reconfortante y mejorar nuestras sensaciones después de completar el entrenamiento. Sin embargo, todo dependerá del objetivo de la sesión y de cómo hayamos entrenado.
Si buscamos aumentar la masa muscular, el agua fría puede funcionar como interruptor que detiene el daño muscular, y con él los mecanismos de crecimiento muscular. Si el objetivo es de fuerza o rendimiento, sí será interesante el baño de agua fría después de entrenar.
La mejor opción para la mayoría es comenzar a ducharnos con agua caliente, cortar el agua, enjabonarnos y enjuagarnos con agua fría. De esa forma ahorramos agua y obtenemos todos los beneficios del agua fría y el agua caliente después de entrenar.
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Imágenes | Bruce Mars (Unsplash), Victor Furtuna (Unsplash)
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