Una frase que suele escuchar es que lo que rápido llega, rápido se va. En esas siete palabras puede resumirse todo lo que vamos a describir en este artículo. A pesar que la pérdida de peso es tremendamente compleja ya que va mucho más allá de comer menos y movernos más, existe un trío de ases para perder peso y mantenerlo en el tiempo sin sufrir un efecto rebote. Está formado por la paciencia, la perseverancia y los hábitos.
Muchas veces solemos buscar hacer todo perfecto, a sabiendas que no encaja en nuestros gustos y nuestro estilo de vida. ¿Cuánto tiempo podemos mantener esos cambios que van contra nuestros gustos? Es preferible hacer las cosas con un notable o un suficiente y hacerlas así toda la vida, que hacerlas de matrícula de honor un mes y después no hacer nada más.
Si esperas algo rápido y fácil este artículo no es para ti. Tampoco abarcaremos aspectos específicos de entrenamiento. Abordaremos el tema buscando cambios que duren toda la vida, no una operación biquini o un "tengo que perder 9 kilos para esta fecha".
Déficit energético corto: comer mejor y movernos más
Ya hemos comentado que la pérdida de peso es muy compleja e influyen aspectos físicos, sociales y emocionales. Sin embargo hay un apartado que debe cumplirse ya que es una regla sine qua non hay pérdida de peso. Hablamos de gastar más energía de la que necesitamos en nuestro día.
En ese punto llega nuestro primer día marcado en el calendario para perder peso y arrancamos con un déficit energético grande al que solemos añadir un aumento de la actividad física, lo que aumenta aún más ese déficit.
Es por ello que para evitar el efecto rebote no debemos comer menos y movernos más, debemos comer mejor y movernos más. Dietas poco estrictas serán mucho más llevaderas en el tiempo y nos producirán mejores resultados a largo plazo que dietas muy estrictas.
Esas dietas con gran déficit de calorías pueden llevarnos pronto hacia nuestro objetivo y lograr perder muchos kilos en poco tiempo, pero ¿vamos a estar comiendo así toda la vida? ¿Qué pasará cuando volvamos a comer más calorías? Pues el temido efecto rebote.
No hagas cambios bruscos: pasos pequeños durante mucho tiempo hacen más algunos pasos grandes durante poco tiempo
En este punto es donde podemos observar verdaderas aberraciones a nuestra salud física y mental. Pasar de repente de un día a otro a cumplir a raja tabla lo que dice una dieta cerrada va a suponer un esfuerzo abismal, y lo que mal empieza, mal acaba (o eso dicen).
Pequeños cambios cada día hacen que todo cambie en un tiempo
No es fácil distinguir qué alimentos son saludables y cuáles no lo son, pero sí que podemos diferenciar algunos que sabemos a ciencia cierta que no nos ayudarán en la pérdida de peso. Esos alimentos son los primeros que debemos eliminar de la alimentación y cambiarlos por otros más saludables.
Pasar de tomar café con azúcar a disminuir la cantidad de azúcar que le echamos, después tomarlo con un endulzante sin azúcar y por último tomarlo solo son pequeños pasos que nos llevan donde queremos. De primera mano te puedo decir que si lo haces de forma progresiva, nunca más endulzarás el café. Se convertirá en un hábito para siempre.
Al igual que ese caso lo podemos hacer con todo lo demás. De ese modo llegará un momento en el que nuestra alimentación no será para perder peso, sino que será nuestra dieta durante toda la vida.
Actividad física como hábito para toda la vida
Ya hemos hablado del déficit energético y su relación con la pérdida de peso. Uno de los errores por los que se produce el efecto rebote es porque establecemos un objetivo y una vez cumplido abandonamos los buenos hábitos que nos han llevado hasta él.
En ese periodo de pérdida de peso debemos encontrar la actividad física o deporte que nos apasione. Puede ser cualquiera, pero que aumente ese gasto energético diario que nos permitirá poder ingerir más alimentos, eliminando así la aparición de hambre.
Una mezcla de entrenamiento de fuerza con un entrenamiento de resistencia hará que nuestra maquinaria funcione a la perfección. Si nuestro coche es eficiente hará sus labores en mejor medida que otro coche que no sea cuidado. Nuestro cuerpo igual. Todos los sucesos fisiológicos funcionarán mejor si lo cuidamos con varios entrenamientos semanales.
Llegado el momento en el que alcancemos nuestro objetivo, si nos hemos enamorado de la actividad física el efecto rebote será más complicado que aparezca. De hecho entraremos en una dinámica positiva en la que nos pondremos nuevos objetivos cada vez e iremos mejorando continuamente.
Pérdida de peso progresiva: centrarnos en la pérdida de grasa
Todo lo anterior confluye en este apartado. El ser humano tiene una capacidad limitada de perder grasa, no así de perder peso. Son dos términos que pueden confundirse, pero que son totalmente diferentes. La báscula nos da un número que se refiere a todo el peso que hemos perdido.
Dentro de ese peso encontramos la masa grasa, pero también la masa muscular, el agua, los depósitos de glucógeno, etc. A nosotros solo nos interesa perder masa grasa, nada más. Si no tenemos esto en cuenta y perdemos peso de forma rápida estaremos arrasando con otros compartimentos como la masa muscular, que vamos a necesitar para evitar un efecto rebote.
La masa muscular, además de ser vital para nuestra salud, es una masa activa que demanda energía. Es cierto que debe ser mucha masa muscular para que nos suponga un número elevado de gasto de calorías por día, pero todo nos sumará en esta lucha para evitar el efecto rebote.
A ello debemos sumar que cuando perdemos peso uno de los objetivos principales es vernos mejor en el espejo. Para ello debemos centrarnos en la pérdida de grasa, porque si arrasamos con la masa muscular también puede dar lugar a vernos como "delgados gordos", es decir, pesamos mucho menos que antes, pero no vemos esa silueta que nos da la masa muscular.
No dividas los años en operación biquini y operación chaquetón
La última clave es no hacerle caso al título de este artículo en la parte que decimos "conseguirlo este verano". En la composición corporal tendemos a dividir el año en dos partes. La primera parte va desde después de Navidad al verano cuando empezamos a poner sobre la mesa la "operación biquini".
La segunda parte en que dividimos el año es desde que pasa el verano y estamos ofuscados por no haber llegado a tiempo, hasta que vuelve a pasar la Navidad siguiente y repetimos el ciclo.
Ponernos un objetivo está genial, de hecho es obligatorio saber donde vamos para trazar un camino. Sin embargo ese objetivo debe trascender el verano o el invierno. Hacer algo tan simple, y difícil a la vez, logrará que no haya un efecto rebote porque no habrá un inicio y un final.
Que el proceso sea la meta
La conclusión final y la idea principal es que el efecto rebote se produce cuando establecemos un objetivo para un escenario y pasado dicho evento volvemos a unos hábitos antiguos. Pensar fuera de la caja y comenzar hoy a entrenar para sentirnos bien, sin una meta a la que llegar y detenernos después evitará el efecto rebote.
Podemos verlo con la analogía de su nombre: efecto rebote. Si tiras un balón rápido y con toda tu fuerza contra una pared, ese balón volverá a ti con un fuerte rebote. Si ese balón va lento, con poca fuerza y no golpea contra ninguna pared, ese balón no rebotará. Quizá sea ahí donde reside el truco.
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