El pollo nos provee nutrientes altamente importantes para nuestra salud, pero cada uno de ellos varían según la parte de esta ave que escojamos, por lo tanto, marcaremos las principales diferencias para que puedas elegir lo más sano y nutritivo, según los objetivos que pretendes lograr con tu alimentación.
La pechuga de pollo suele ser promocionada como la parte más saludable, y ésto no es para nada falso, ya que su contenido en proteínas es de alrededor del 22% y su aporte de grasa es inferior al resto de las presas del pollo, ya que contiene aproximadamente un 6% de grasas totales, mientras que el ala del pollo contiene un 16% y el muslo alrededor de un 11% de grasa.
Respecto a las proteínas, el principal nutriente de esta carne, el ala aporta un 18%, el muslo un 20% y ya hemos dicho el contenido de la pechuga, que es superior respecto a otras partes. Además, cada vez que seleccionemos una porción debemos considerar los aportes de la piel, la cual eleva la cantidad de grasa, colesterol y por lo tanto, su valor calórico. Entonces, si pretendes reducir las grasas de tu dieta y priorizar la ingesta de proteínas de buena calidad mediante una carne magra, opta por la pechuga sin piel, que no dejará de brindarte minerales y vitaminas esenciales en tu organismo.
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