El muesli es uno de los alimentos más usados para conjugar con la leche o el yogur, en el desayuno o durante el resto del día. Su gran versatilidad a la hora de combinar ingredientes, permite que su elaboración en casa, nos ofrezca la posibilidad de adaptarlo a nuestras necesidades.
En un muesli tradicional podemos encontrar diferentes cereales, frutas secas, frutas deshidratadas y algún endulzante, por eso, en casa podemos variar la proporción de éstos ingredientes y así, adaptarlo a lo que nuestro cuerpo necesita. Por ejemplo, si estamos necesitando menos calorías y más volumen, podemos recurrir a frutas frescas y disminuir la cantidad de nueces y almendras. En cambio, si queremos concentrar las calorías aún más, incrementaremos la proporción de frutos secos y utilizaremos frutas deshidratadas.
Por otro lado, podemos usar todos cereales integrales para incrementar la cantidad de fibra y no usar azúcar o miel para endulzar si lo queremos adaptar a la dieta de un diabético. Incluso, si queremos elaborar un muesli apto para celíaco, podemos eliminar la avena, el trigo germinado y demás derivados de trigo, cebada o centeno y emplear otros cereales como los copos de arroz, utilizar frutas deshidratadas, frutos secos y hasta bayas como arándanos o fresas.
El muesli es un alimento muy nutritivo, pero su composición nutricional puede variar de acuerdo a nuestros gustos y preferencias o incluso, según la época del año para aprovechar los alimentos de temporada. Por eso, la mejor alternativa para que el muesli se adapte a nuestra dieta es elaborarlo en casa, con sólo mezclar un poco de cereales, semillas y frutas.
Personalmente, me encanta el muesli que tiene avena, bastones de salvado, un toque de almendras picadas y frutas varias deshidratadas, entre las que destacan la papaya, la piña y la manzana. Después, tú eliges con que mezclarlo o si lo degustas así simplemente.
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