Empiezo este artículo repitiendo una vez más lo que en Vitónica no nos cansamos de decir: las dietas milagro no existen y si quieres perder peso, lo mejor que puedes hacer es pasar de las dietas estrictas y adquirir poco a poco buenos hábitos de vida que no solo te ayuden a perder peso sino también a vivir más y mejor.
Y habiendo dejado esto claro, pasamos a hablar de nuestra protagonista de hoy, la dieta alcalina, que nunca ha dejado de estar de moda porque siempre hay una famosa de turno o una revista o web de belleza que la recomiendan, otorgándole todo tipo de bondades: desde ayudarnos a adelgazar hasta curar el cáncer, nada menos.
¿Qué es la dieta alcalina?
La base de esta dieta es la idea de que a través de los alimentos podemos modificar el ph, es decir, el nivel de acidez de nuestro cuerpo. A veces se menciona la sangre, a veces se menciona el organismo de forma más general, a veces se habla de otros fluidos corporales...
Según esta teoría, alimentos como la carne, el pescado, los huevos o los lácteos tienen componentes que acidifican nuestra sangre, mientras que otros como las frutas, las verduras o las legumbres la alcalinizan, es decir, la hacen menos ácida. Según esta teoría, es mejor tender a una sangre menos ácida para el bienestar de nuestro cuerpo y también para adelgazar.
¿Qué tiene de cierto? Nada
Pues lo cierto es que de cierto tiene poco. El ph de nuestra sangre no se altera por lo que comemos, así que modificando nuestra alimentación no vamos a conseguir cambiarlo. La sangre tiene unos componentes llamados tampones que son los que se encargan de regular el ph cuando hace falta de forma que siempre se mantenga dentro de los mismos límites.
La orina, por su parte, sí que puede presentar ciertas variaciones en cuanto a la acidez, pero se deben a los desechos de esos alimentos, y en cualquier caso esto no tiene ningún efecto sobre nuestra salud siempre que se mantenga dentro de unos niveles normales.
¿Adelgaza la dieta alcalina?
Curiosamente, la dieta alcalina sí que puede hacernos adelgazar, pero no por el motivo que sus defensores aseguran.
Lo que ocurre es que una dieta que fomente un mayor consumo de vegetales y una moderación en el consumo de carnes y lácteos sí que puede tener un efecto positivo sobre nuestra salud y nuestro peso.
Los alimentos de origen vegetal incluyen las frutas, las verduras, los frutos secos, las legumbres y las semillas. En esos grupos hay algunos alimentos ricos en hidratos complejos, que dan energía a nuestro cuerpo; ricos en proteínas, que sirven para construir nuestra masa muscular; ricos en grasas saludables, necesarias entre otras cosas para un correcto funcionamiento hormonal de nuestro cuerpo; ricas en fibra, que nos ayudan a sentirnos saciados y a regular el sistema digestivo; ricas en todo tipo de vitaminas...
Fomentar un mayor consumo de estos alimentos, especialmente en una sociedad que consume demasiada carne, en general un alimento con una mayor densidad calórica, puede ser una buena forma de cuidar nuestra salud y a la vez contribuir a consumir menos calorías, favoreciendo la pérdida de peso.
No tiene nada que ver con el ph de la sangre
Ahora bien, ni eso tiene nada que ver con el ph de la sangre, que ya hemos dicho que no se altera según lo que comamos, ni eliminar grupos enteros de alimentos es en absoluto necesario para adelgazar o para estar sano (a no ser que tengamos algún problema de salud, en cuyo caso te recomendamos que consultes con un médicos especialista).
Más allá de decisiones ideológicas personales, no es necesario desterrar la carne, los lácteos o los huevos de tu dieta para sentirte bien y adelgazar. Simplemente, plantéate si los consumes en cantidades excesivas y cómo podrías ir modificando tu alimentación para que sean los vegetales los principales protagonistas de tu dieta.
Eso sí, no lo hagas por el ph. Al ph de tu sangre le da igual lo que comas, porque va a seguir siendo el mismo.
Imágenes | Unsplash
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