Abre tu frigo. ¿Qué tienes a mano? ¿Seguro que ese blister contiene pavo? ¿Y qué hay de los dichosos palitos de cangrejo? En esta era de auténtica innovación alimentaria, la cantidad de alimentos que parecen una cosa, pero son otra, es mayor de lo que pensamos.
Si no nos crees, te vamos a presentar algunos ejemplos cotidianos que sorprenden por la realidad que encierran. ¿Quiere decir que son peores nutricionalmente? Algunos sí, otros no. Pero, en cualquier caso, es bueno saber qué comemos de verdad.
El jamón york que no es jamón ni es de york
En España, según el Real Decreto 474/2014, los productos cárnicos derivados de los cuartos traseros del cerdo están regulados según su nomenclatura y la procedencia de la carne. Sin embargo, esto no ocurre con el jamón de york, también llamado york a secas y otra miríada de nombres.
El verdadero jamón de york se "inventó" en la ciudad homónima en el siglo XIX y sí que procedía del propio jamón, cocido en agua salada. A día de hoy, muchos de los productos vendidos bajo este nombre, en realidad, contienen, como mucho, un 50% de carne de cerdo.
¿Y el resto? El resto es, principalmente, fécula (almidón, normalmente de patata), proteínas que suelen proceder de la leche y una larga lista de aditivos. Los aditivos, en sí mismos, no tienen por qué ser malos para la salud, pero son una manifestación de la naturaleza ultraprocesada de este alimento, que nos venden como sano, pero no lo es tanto.
Pechuga de pollo y pavo: mucho almidón y poca ave
No hace falta que nos quedemos en los cuartos de los mamíferos: la pechuga de las aves también es objeto de aparentar lo que no es. Así, por ejemplo, mientras que la pechuga de pavo contiene solo un 69% de esta carne, la de pollo lo rebaja hasta un 57%.
Estos datos están sacados directamente de los ingredientes de dichos productos. ¿Y el resto, a qué corresponde? De nuevo, tenemos almidón, proteína de soja, proteína láctea y un sinfín de aditivos alimentarios. Muy sano tampoco parece este producto ultraprocesado, aunque depende del que elijamos, por supuesto.
Azúcar morenilla, que no azúcar moreno
El azúcar moreno siempre ha sido más caro que el blanco, ¿no? ¿Por qué, ahora, es tan sumamente fácil de encontrar en todas partes? Muy sencillo, porque en realidad no es azúcar moreno. Es azúcar morenilla, y otros mil nombres distintos y originales. El azúcar moreno real, o panela, es el jugo de la caña de azúcar sin refinar.
Su textura es granulosa, tosca y apelmazada. Los tonos ocres y pardos provienen, precisamente, de no haber sido refinada. Sin embargo, el azúcar "moreno" de las cafeterías es exactamente igual que la procesada, pero en un tono marroncillo. Eso se debe, básicamente, a que en realidad lleva un tinte alimentario.
Demostrarlo es tan fácil como dejarla con un poco de agua para que lave rápidamente el tinte. Por tanto, no estamos consumiendo azúcar moreno real, sin refinar, sino con tinte añadido. Por otro lado, recordemos que el azúcar moreno no es más sano por no ir refinado. Pero, al menos, seamos conscientes de qué nos venden.
Palitos de cangrejo sin artrópodos
La palabra surimi procede del japonés "carne de pescado picada". Básicamente, los palitos de cangrejo no llevan nada de cangrejo, sino partes trituradas de pescado. En concreto, de su carne blanca. Además, se le añade fécula, de nuevo, sal, clara de huevo y otros aditivos. Entre ellos, por supuesto, está el colorante anaranjado para recordar al cangrejo. Sin embargo, como decimos, no contiene carne de este animal.
Lonchas del queso que sobra
El queso procesado es excelente para fundir. Esto se debe, ni más ni menos, a la gran cantidad de grasa que suele contener. Normalmente, a no ser que sea un queso loncheado de verdad, estos "quesos" son productos lácteos fermentados, algunas veces quesos pero otras no, que se tratan con emulgentes y un poco de colorante alimenticio.
Normalmente, estos quesos se obtienen del subproducto de estos lácteos. El resultado es un "queso" cremoso, fácil de utilizar como condimento en todo tipo de alimentos, con una calidad nutricional peor que la de un queso real (con más proteína y de mayor calidad) y que, bueno, podemos meterlo dentro de los quesos, pero por poco.
El chocolate que no lo es, y tiene color blanco
El mal llamado "chocolate blanco" comparte con el chocolate, únicamente, la manteca de cacao. De hecho, debe contener, como mínimo, un 20% de esta sustancia, aunque puede llevar bastante más. Pero poco tiene que ver con el verdadero chocolate (y no tiene ninguna de sus propiedade beneficiosas)
Y, además de la manteca de cacao, ¿qué más tiene el chocolate blanco? Básicamente azúcar. Sí, también contiene leche (y proteínas, por tanto). Pero sobre todo tiene azúcar. Así que no nos dejemos engañar por este falso chocolate, sin propiedades nutricionales positivas, se mire desde donde se mire.
Ketchup, una salsa de tomate casi sin tomate
A estas alturas ya nadie se sorprende si desvelamos la cruda realidad del ketchup: esta popularcísima salsa lleva muy poco tomate, en realidad. En concreto, contiene menos del 21% de este ingrediente en su composición total. Pero, con lo roja que es, ¿qué lleva entonces?
Su composición es rica en jarabe de maíz y fructosa, vinagre destilado, sal, especias, cebolla en polvo y saborizantes naturales. Pero básicamente, es jarabe, con algo de tomate. Además, contiene una exorbitante cantidad de azúcar, lo que lo hace un condimento que es mejor apartar de nuestro plato.
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