El pescado en sus distintas especies y preparaciones es por lo general un alimento muy sano y recomendable: rico en proteínas, grasas saludables, vitaminas y minerales, probablemente puedas hacer buen uso del eterno consejo de comer más pescado.
Pero ojo porque igual que ocurre con cualquier otro alimento, cómo lo compres y lo prepares influirá mucho en que lo que te termines llevando a la boca sea realmente saludable, y muchos productos derivados del pescado llegan ya a nuestras manos siendo mucho menos recomendables de lo que parece.
El surimi no es cangrejo
Uno de ellos es el surimi, lo que normalmente llamamos palitos de cangrejo por su color rojizo y su consistencia carnosa. En realidad, el surimi no tiene nada que ver con los cangrejos: se trata de carne de pescado picada y lavada varias veces para obtener una textura gelatinosa.
A eso se le añaden otros componentes como sal, clara de huevo, almidón, aceite vegetal, azúcar, proteína de soja y otros condimentos que no son saludables.
En cualquier caso, el principal problema es que los estás consumiendo sin ser consciente de ello. Creías estar comiendo pescado y de hecho estás comiendo un alimento ultraprocesado.
Solo el 35% de los palitos de merluza es merluza
Algo parecido ocurre con las varitas o palitos de pescado: un alimento que habitualmente se prepara para los niños como una forma sencilla de hacerles comer pescado pero que si lo miramos más de cerca, veremos que su idoneidad como alimento infantil es cuestionable.
Cojamos como ejemplo los palitos de merluza rebozados de la marca Capitán Pescanova. Si nos fijamos en los ingredientes podemos ver que el porcentaje de merluza que llevan es solamente del 35%. El resto son harina de trigo, agua, aceite de girasol, almidón de trigo, levadura, sal, almidón modificado de maíz, azúcar, albúmina de huevo, gasificantes, espesantes y colorante. Es decir, que de nuevo estamos ante un alimento ultraprocesado, y que cuando creemos estar comiendo algo sano como la merluza, le estamos añadiendo otras cosas que no estábamos teniendo en cuenta.
A este alimento hay que añadirle otro inconveniente más: lo habitual es comerlo frito. El rebozado está hecho de harinas refinadas y retiene mucho aceite, así que la cuenta de las grasas también se incrementa.
En definitiva, puestos a consumirlo, lo mejor es prepararlos caseros y cocinarlos en el horno.
A las gulas se les pinta el lomo para que parezcan peces
Las gulas son esos pequeños pececillos blancos y grises que nos comemos tan ricamente al ajillo y con gambas. Un momento, ¿pececillos? Fíjate bien. De hecho las gulas no son peces, sino que están hechas también a base de surimi.
Es decir, que son carne de pescado blanco, lavado y cortado varias veces para obtener esa textura gelatinosa que permite darle forma, en este caso de pequeños espaguetis blancos. Con tinta de calamar se les pinta una línea grisácea que hace las veces de lomo.
Las gulas se inventaron como sustituto de las angulas, la cría de las anguilas, un alimento mucho más caro y al alcance de unos pocos. Las gulas en cambio son mucho más asequibles, pero a cambio no son un alimento fresco, sino otro ultraprocesado. Su lista de ingredientes incluye proteína de pescado, agua, aceite de girasol, harina de trigo, sal, proteína de soja, proteína vegetal, proteínas de leche, albúmina de huevo, aromas, potenciador del sabor (glutamato monosodico), estabilizante, corrector de la acidez (ácido lactico) y tinta de cefalópodo.
El concentrado de caldo de pescado es sobre todo sal
Es cierto que nadie confundiría una pastilla de caldo concentrado de pescado con estar comiendo pescado fresco, pero no queremos perder la oportunidad de recordar que estos productos, los caldos concentrados, de pescado o de lo que sean, tienen la sal como principal ingrediente.
El que vende la marca Gallina Blanca sitúa este ingrediente el primero de su lista, seguido por glutamato monosódico como potenciador de sabor, aceite de palma, almidón de maíz, harina de soja, hidrolizado de proteínas vegetales y azúcar. Solo detrás de esta retahíla aparecen las gambas (un 3,5%) y el pescado (3%), seguidos de aceite de oliva virgen extra, cebolla, tomate y laurel.
Es decir, que entre un caldo de pescado hecho en casa y una pastilla de concentrado de caldo, las diferencias son obvias: el primero siempre será mucho más sano que el segundo, y merece la pena invertir el tiempo extra que hace falta para cocinarlo.
Imágenes | Wikimedia Commons y Unsplash
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