Aunque tengas el protector solar adecuado, a veces pasa: un día de playa con la brisita del mar refrescándote y entre chapuzón y chapuzón no te has dado cuenta y al final del día te das cuenta de que pareces un cangrejo. Con suerte notas la piel caliente y un poco tirante... si no, puede que te hayas abrasado vivo y en unas pocas horas el mero roce con la ropa te haga ver las estrellas. Una vez llegados aquí, ¿ahora qué?
Date una ducha templada o fresca
Lo primero que puedes hacer es darte una ducha con agua fresca (no muy fría) que te ayude a bajar la temperatura de la piel y que te la limpie de todos los restos de crema, sal o arena que puedas llevar encima.
Eso sí, hazlo con cuidado: si tienes arena y te frotas, puede dolerte bastante. Frótate con delicadeza y deja que el agua se lleve todos los restos que puedas tener de la playa. Si te lavas la cabeza, ten cuidado también: frotándote vigorosamente puedes descubrir con cierto dolor que te has quemado el cuero cabelludo.
Después de la ducha, hidrátate
Una vez que has limpiado la piel, es importante ayudarla a recuperar la hidratación que ha perdido con el sol. Aplícate la crema más hidratante que tengas
De todas formas, debido a la situación de especial vulnerabilidad de tu piel en ese momento, es importante que la crema no tenga ingredientes o aromas agresivos. En caso de duda, busca lociones que contengan aloe vera y que estén especialmente indicadas para pieles sensibles.
Si tienes a mano, aplica aloe vera directamente
El aloe vera es una planta de entornos muy secos que contiene en el interior de sus hojas una especie de gelatina transparente. Si puedes hacerte con una, aplícala directamente sobre la piel quemada y notarás un alivio instantáneo, porque está fresca y húmeda, y creará sobre la piel una capa que retendrá la hidratación. Póntelo tantas veces al día como quieras y notarás una mejoría inmediata.
Si no, busca aftersun
No todo el mundo tiene una planta de aloe vera a mano, pero sí que puedes ir a la farmacia y comprar aftersun, cremas especiales para después de tomar el sol (no solo si te has quemado) que hacen especial incidencia en la hidratación y el refresco de la piel.
A partir de ahora, evita el sol
Sería lógico pensar que, total, ahora que te has quemado, ya no tienes problema para seguir tomando el sol. Error. Tu piel ahora está más vulnerable que nunca y no deberías exponerla a más agresiones. Evita exponerla de nuevo al sol, y aplícate abundante protector solar. En el caso del cuero cabelludo: hazte con un bonito sombrero que te acompañará el resto del verano.
Cuidado con la deshidratación
No es raro que las quemaduras vayan acompañadas de cierto grado de insolación. En cualquier caso, son fuente de deshidratación, así que asegúrate de que te mantienes bien hidratado bebiendo líquidos abundantes, especialmente agua fresca (evita el alcohol y los refrescos).
Toallas húmedas sobre las quemaduras
Durante los primeros días, las noches pueden ser muy incómodas. Prueba a dormir con toallas húmedas sobre las quemaduras para mantenerlas frescas e hidratadas y que así puedas dormir mejor. Úsalas también durante el día si la quemazón de las picaduras te molesta. Si en vez de humedecerlas utilizas las toallas para envolver hielos con ellas que se vayan derritiendo y así las vayan mojando, el efecto será más refrescante y durará más.
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