Las grasas son necesarias, no son veneno, y en el caso del deportista son muy necesarias, no sólo por el aporte calórico que nos da, sino por la importancia que tienen en el proceso de regulación fisiológica del cuerpo.
En una dieta baja en grasa habrá casi seguro una deficiencia de ácidos grasos esenciales (omega-3 y 6) y por tanto problemas cutáneos y lo más importante, un mal funcionamiento de los procesos inflamatorios y presión sanguínea, dando al traste con los procesos que el organismo despliega para adaptarse al deporte.
Por otro lado una dieta baja en grasa puede provocar falta de vitaminas liposolubles: vitamina A, D y E. Las dos primeras podemos obtenerlas por exposición al sol y a través del beta-caroteno, pero el problema está en la vitamina E, un poderoso antioxidante fundamental para el deportista. Todos los radicales libres procedentes del metabolismo deben ser neutralizados, y si no tenemos antioxidante como la vitamina E, habrá un problema.
También hay que tener en cuenta que las grasas son una fuente potente de energía, muy útil para el deportista, ya que si no hay grasas se tirará de glucógeno y el agotamiento aparecerá de forma prematura. Así es habitual en dietas bajas en grasas sentir una sensación crónica de cansancio y de no poder entrenar ni descansar bien.
Ni mucho ni poco, ahí está la virtud de la grasa. Alimentos como los aceites vegetales y pescado no pueden faltar en la dieta, son ricos en omega-6, 3 y proporcionan la valiosa vitamina E. Habrá que tener cuidado con las grasas saturadas, que son el verdadero peligro de las dietas ricas en grasa.
En Vitónica | Problemas de las dietas bajas en grasas En Vitónica | La importancia de los ácidos grasos Imágen | Cajie