Seguramente a la mayor parte de nosotros nos sucede que cuando culminamos de comer algo salado, deseamos aunque sea un pequeño dulce después. Siempre dejamos el sabor dulce para el final de una comida y así, ya sea la fruta, un pastel o un helado, cierran la comida de un almuerzo o cena dando origen al efecto postre que a continuación describiremos y aprenderemos cómo controlarlo.
El efecto postre no es más que el resultado de un aprendizaje asociativo que nos lleva a creer, inconscientemente, que si no comemos algo dulce la comida no ha concluido, por eso la necesidad del dulce tras el plato principal de una comida.
Muchas veces, y hasta me animaría a decir la totalidad de las veces, comemos el postre sin tener hambre real, es decir, nuestras necesidades fisiológicas de nutrientes están satisfechas pero nuestros deseos por lo dulce debido al efecto postre nos llevan a comer igual, algo más.
Entonces, el efecto postre puede llevarnos a comer sin hambre y así, sumar calorías innecesarias, por eso es importante desarmar poco a poco este aprendizaje que realizamos desde pequeños, cuando nuestra mamá nos da primero el puré de zapallo y después, el puré de banana.
Para controlarlo lo que podemos hacer es esperar tras ingerir un plato salado al menos una hora, para consumir algo dulce. Además, podemos comer algo dulce primero y después el plato salado, de manera de invertir la secuencia que aprendimos de plato salado primero y por último, lo dulce.
Por supuesto, podemos prescindir del postre y comerlo en otro momento del día, o bien, comer menos de manera de comer con hambre real el plato final de la comida. De esta forma, el efecto postre no nos hará sumar calorías al comer sin hambre.
Imagen | Fernand0
Ver 8 comentarios
8 comentarios
beatman
quereis una receta de postre bajisima en calorias pero que al paladar parece una bomba -> natilla de chocolate, lo improvise el otro dia y vaya que bueno esta:
-yogur desnatado (si el mismo de sabor insipido) -una cucharilla de cacao valor sin azucar añadido -un poco de sacarina liquida
pues poneis todo en un bol pequeño y removeis con la cuchara, y nada a tragar! jeje, de verdad que se le parece a una natilla incluso la textura
XemarY
Yo he sentido este efecto alguna vez, y alguna vez he acabado comiendome de postre un yogur natural azucarado.
patricia33
Gracias Gabriela aprecio como siempre tus consejos. Pero esperar una hora por mi postre es mucho para mi frágil voluntad... prefiero aumentar la intensidad de mi entrenamiento.
redheart
Esto me ha pasado a mi toda la vida, cuando acabo de comer o de cenar, como no coma algo de postre tengo la sensación de no haber comido.
Lo malo es que en mi caso como mucho y siempre suelo andar con hambre, así que el postre me termina de matar el hambre.
Siempre optaba por los postres más grandes (y más calóricos) pero ahora que me cuido más, suelo optar por fruta o alguna "chuchería" light como por ejemplo queso de burgos light con membrillo bajo en calorías, dentro de lo malo no me como 500 calorías de golpe, sino unas diez veces menos y así me quito el gusanillo.
rduran
Yo suelo quedarme sin hambre al acabar de comer, por lo que realmente ¡no me entra el postre!
9898
Hola Gabriela:
Lamento decirte que el "efecto postre" no se corresponde con tu descripción: "resultado de un aprendizaje asociativo que nos lleva a creer, inconscientemente, que si no comemos algo dulce la comida no ha concluido, por eso la necesidad del dulce tras el plato principal de una comida".
En verdad, el efecto que tu mencionas nada tiene que ver con el efecto postre. El efecto postre consiste (Capaldi, 1996) en el fenómeno de aprendizaje donde el sabor del último alimento ingerido parece quedar asociado a las consecuencias gastrointestinales post-ingesta (agradables) de la comida (más cercanas en el tiempo al último sabor consumido) y, por tanto, las preferencias por este alimento tienden a incrementar.
Dejo enlace para quienes realmente estén interesados en saber qué es el efecto postre (al margen de opiniones no fundamentadas):
http://www.raco.cat/index.php/AnuarioPsicologia/article/viewFile/61418/88370
Referencia: Capaldi, Elizabeth D. (1996) Conditioned food preferences. In Capaldi, E.D. (Ed.) Why We Eat What We Eat: The Psychology of Eating (pp. 53-82). Washington, DC: American Psychological Association.