Los índices de obesidad infantil han aumentado 10 veces en tan solo 40 años. Esto implica, entre otras cosas, que en el mundo existen 50 millones de niñas y 76 millones de niños obesos. Esto está teniendo implicaciones en la salud de nuestros niños. Entre otras cosas, cada vez más niños sufren enfermedades consideradas de adultos como la diabetes tipo 2 o el hígado graso no alcohólico. Incluso hay cada vez más casos de operaciones de cadera en menores.
En los últimos años se han ido proponiendo algunas posibles políticas que ayuden a recudir estos índices de obesidad. Entre otras cosas, en Reino Unido se planteó el que los niños no pudieran comprar ciertas bebidas azucaradas. Algunos cocineros conocidos y personajes públicos han presentado una campaña solicitando que se regule la publicidad de comida basura que se dirige a los niños. En este contexto, uno se plantea cuál es el papel de las escuelas y qué políticas podrían funcionar.
Una nueva investigación publicada hace unos días pone el foco en las políticas y programas nutricionales en las escuelas. Así, estos investigadores encuentran que este tipo de programas que promueven hábitos más saludables en los menores consiguen ayudar a limitar el aumentos en los índices de masa corporal.
Se trata de un ensayo con una duración de cinco años para la que contaron con 600 niños de 12 escuelas diferentes. Los investigadores tuvieron en cuenta tanto indicadores biológicos como comportamentales a la hora de realizar la investigación. Evaluaron el efecto que tenían los programas nutricionales en la escuelas durante esos cinco años en comparación con niños en cuya escuelas no existieran ese tipo de programas.
Los programas de nutrición incluían el asegurarse de que todas las comidas que se ofrecían en los colegios, incluidas las de las cafeterías, cumplían con criterios nutricionales adecuados. Además, hacían llegar tanto a alumnos como a los padres de estos hojas informativas de manera periódica con información y consejos nutricionales. También realizaban campañas para limitar el consumo de bebidas azucaradas, animar al consumo de agua además de concienciar de no utilizar la comida o bebida como premio por logros académicos. Es decir no premiar con "ir a comer al restaurante de comida rápida de moda si apruebas todo".
Los resultados de la investigación encontraron que aquellos niños cuyos colegios implementaba estas políticas y programas tenían comportamientos más saludables tras los cinco años de la investigación y un índice de masa corporal más saludable que los niños cuyos colegios no seguía el programa. En cifras, los niños de los colegios con programa nutricional tuvieron un aumento en el percentil del índice de masa corporal de un 1%. En el mismo tiempo, los niños de los colegios sin programa nutricional tuvieron un incremento del 3 o el 4%.
La investigación, de comprobarse con nuevos estudios, podría ser un buen primer paso a la hora de plantearnos qué políticas llevar a cabo a la hora de intentar reducir los niveles de obesidad infantil y conseguir implicar a los colegios. Al fin y al cabo, nuestros niños pasan mucho tiempo en la escuela y la influencia que puede tener en los patrones de alimentación no se puede obviar.
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