El cuello del útero, también llamado cérvix, es la parte más baja de este órgano, el lugar donde crece el bebé durante el embarazo. El cáncer en esta zona es uno de los llamados cánceres ginecológicos, porque afecta a los órganos reproductores femeninos, y está estrechamente relacionado por las infecciones por el virus del papiloma humano.
¿Qué es el cáncer de cuello de útero?
El cáncer de cuello uterino se origina en las células que recubren esa parte del órgano, que son principalmente de dos tipos: escamosas o glandulares. Las primeras recubren la zona del cuello del útero más cercana a la vagina, mientras que las segundas se encuentras más adentro, donde el cuello del útero se une al propio útero.
La mayoría de los casos de cáncer se producen en la llamada zona de transformación, donde las células escamosas se encuentran con las glandulares.
Estas células no se convierten en cancerosas de repente, sino que comienzan a sufrir unos cambios precancerosos, que reciben distintos nombres, como neoplasia intraepitelial cervical, lesión intraepitelial escamosa o displasia. Estos cambios se pueden tratar para prevenir que se desarrolle el cáncer.
En cuanto al cáncer propiamente dicho, existen dos tipos principales: el carcinoma de células escamosas (que supone entre el 80 y el 90% de los casos) y el adenocarcinoma.
Factores de riesgo del cáncer de cuello de útero
Los factores de riesgo son aquellas características, hábitos o acontecimientos de nuestra vida que aumentan las probabilidades de que desarrollemos una enfermedad, aunque no significa que vayamos a sufrirla seguro. En el caso del cáncer de cuello de útero son los siguientes.
Infección por VPH
El factor de riesgo más importante en el cáncer de cuello de útero es la infección con el virus del papiloma humano o VPH. En realidad no es un solo virus, sino un grupo de unos 150 virus relacionados, algunos de los cuales causan el crecimiento de papilomas o verrugas, que afecta a tejidos como la piel de los genitales, el ano, la boca o la garganta.
El VPH se transmite por el contacto con la piel de una zona afectada, por eso normalmente se contagia en el momento de las relaciones sexuales (aunque no es la única forma). En muchas ocasiones no causan síntomas, o pueden tardar mucho tiempo en hacerlo. Por eso muchas personas no son conscientes de que han sido infectadas, lo que facilita posteriores transmisiones a terceras personas.
La mayoría de estos virus son considerados de bajo riesgo porque no están directamente relacionados con el cáncer de cuello uterino, pero hay algunas variedades del VPH que sí lo están. Se los considera de alto riesgo e incluyen el VPH 16, el VPH 18, el VPH 31, el VPG 33 y el VPH 45. Alrededor de dos tercios de todos los cáncer de cuello uterino están causados por los VPH 16 y 18.
Aunque se cree que es necesario haber estado infectado con el VPH para desarrollar el cáncer, la mayoría de las mujeres que lo están nunca llegarán a padecer esta enfermedad. Hacen falta otros factores para que esto ocurra.
Tabaquismo
Las mujeres que fuman tienen aproximadamente el doble de probabilidades de padecer este tipo de cáncer, ya que fumar expone al cuerpo a muchas sustancias químicas cancerígenas que no afectan solamente a los pulmones: son absorbidas a través de estos y conducidas por el torrente sanguíneo a todo el cuerpo.
Se cree que estas sustancias dañan el ADN de las células del cuello uterino y contribuyen al origen de este tipo de cáncer, además de hacer al cuerpo en general menos eficaz a la hora de combatir infecciones por el VPH.
Estar inmunodeprimida
Las personas con VIH, el virus que causa el SIDA, tienen dañado el sistema inmunológico, lo que las hace más vulnerables ante infecciones como VPH
Las personas con VIH, el virus que causa el SIDA, tienen dañado el sistema inmunológico, lo que las hace más vulnerables ante infecciones como VPH. Esto explicaría el aumento de riesgo de padecer cáncer de cuello de útero en las mujeres con sida. Además, el sistema inmune es importante en la lucha contra el cáncer, ya que ayuda a detectar y destruir las células cancerosas y así retrasa el crecimiento y la extensión del cáncer.
Y no es solo el sida. Algunas personas toman medicación para suprimir su respuesta inmune debido a enfermedades del sistema inmunológico (en las que las defensas ven como enemigo a partes normales del cuerpo) a un trasplante de órganos.
La infección por clamidia
La clamidia es una bacteria bastante común que afecta al sistema reproductor y se transmite por contacto sexual. Según la American Cancer Society, algunos estudios indican que las mujeres con infecciones pasadas o actuales por clamidia tienen un mayor riesgo de desarrollar cáncer de cuello uterino, aunque muchas veces ni siquiera presenten síntomas.
Sobrepeso y mala alimentación
Las mujeres que tienen sobrepeso y obesidad, y aquellas que no comen suficientes frutas y verduras frescas tienen un mayor riesgo de desarrollar este tipo de cáncer.
Los anticonceptivos orales
Las mujeres que han tomado la píldora durante más de 5 años tienen un riesgo ligeramente mayor de sufrir un cáncer de cuello de útero. El riesgo disminuye al dejar de tomarlos, y pasados 10 años es igual al de una mujer que nunca haya tomado anticonceptivos orales.
La píldora, en cambio, parece tener un efecto protector sobre otros tipos de cáncer, además de distintos beneficios para la salud, el principal de ellos un eficaz control sobre los posibles embarazos no deseados (si bien no debe sustituir al preservativo en aquellas personas con distintas parejas), por eso es importante consultar con un ginecólogo sobre sus ventajas y riesgos a la hora de tomarla.
Tener varios hijos (y el primero antes de los 17 años)
Las mujeres que han tenido tres o más embarazos completos tienen un mayor riesgo de padecer cáncer de cuello de útero, aunque no están claras las razones. Algunas teorías apuntan a que han estado más expuestas a infecciones por VPH a causa de cambios inmunológicos u hormonales durante el embarazo.
En concreto las mujeres que tuvieron a su primer hijo antes de los 17 años tienen un riesgo casi dos veces mayor de desarrollar un cáncer de este tipo.
Antecedentes familiares
Es probable que si una persona cumple algunos de los factores de riesgo antes descritos, otras personas de su familia los cumplan también
El cáncer de cuello de útero es más frecuente en algunas familias: si una madre o hermana de una mujer lo ha padecido, las probabilidades de padecerlo aumentan entre el doble y el triple.
Por un lado, podría ser que algunas personas sean menos eficaces combatiendo el VPH que otras por cuestiones genéticas; por otro, es probable que si una persona cumple algunos de los factores de riesgo antes descritos, otras personas de su familia los cumplan también.
Síntomas y señales del cáncer de cuello de útero
En etapas tempranas del cáncer y en estados precancerosos esta enfermedad no tiene por qué causar ningún síntoma que alerte a quien lo padece. A menudo los síntomas no aparecen hasta que el precáncer se torna en cáncer invasivo. En esos casos, los más frecuente son:
- Sangrado vaginal anormal: después de mantener relaciones sexuales, una vez en la menopausia, entre periodos menstruales o reglas que se extienden más de lo normal.
- Flujo vaginal anormal: puede contener algo de sangre.
- Dolor durante las relaciones sexuales.
Todos estos síntomas no son exclusivos del cáncer de cuello de útero, y pueden deberse a otros problemas, como por ejemplo una infección. En cualquier caso, si los padeces acude a tu ginecólogo para que te haga las pruebas pertinentes y pueda recomendarte el tratamiento que necesitas.
Cómo prevenir el cáncer de cuello uterino
Existen dos formas principales de prevenir el cáncer de cuello uterino. Una de ellas es someterse periódicamente a revisiones ginecológicas en las que se compruebe que no hay lesiones precancerosas en la zona.
La otra consiste en evitar el contagio por VPH, algo que de hecho no es fácil ya que basta con el contacto con una zona de la piel infectada, sin necesidad de que se complete la relación sexual. Aun así, es recomendable utilizar siempre preservativo cuando se tienen varias parejas sexuales, ya que si se utiliza siempre y de forma correcta, puede reducir el riesgo de contagio hasta un 70%.
La vacuna contra el VPH
En España, la vacuna del VPH está incluida en los calendarios de vacunación de todas las Comunidades Autónomas para las chicas de entre 11 y 14 años
Existen vacunas para protegerse contra el VPH, especialmente contra los subtipos 16 y 18, responsables de dos tercios de los casos de cáncer de cuello de útero. Es importante señalar que estas vacunas previenen la infección, pero no la curan una vez que se ha producido. Por eso lo más importante es aplicarlas antes de exponerse al VPH, por ejemplo, antes de que una persona sea sexualmente activa.
Estas vacunas se aplican en una serie de inyecciones y tienen efectos secundarios leves, como enrojecimiento, inflamación e irritación de la zona de la piel donde se han puesto las inyecciones.
En España, la vacuna del VPH está incluida en los calendarios de vacunación de todas las Comunidades Autónomas para las chicas de entre 11 y 14 años, y la Asociación Española de Pediatría recomienda valorarlo también para los chicos, ya que si bien ellos no sufren cáncer de cuello de útero, también pueden contraer y transmitir el virus.
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