La electroestimulación, es una técnica de trabajo muscular pasivo (se puede combinar con técnicas activas) que actúa sobre los puntos motores del músculo, provocando la contracción muscular de la zona mediante una serie de corrientes reguladas por un aparato.
La tendencia comercial de aumentar la publicidad en la venta de productos de estimulación eléctrica requiere de una reflexión sobre las bases de este recurso deportivo y terapéutico para saber discernir la verborrea comercial de las referencias técnicas y científicas.
¿Cuando se puede recurrir a este tipo de elementos?. Hay que contar desde un principio con que la actividad pasiva nunca será tan natural y eficaz como la activa, por lo que la electroestimulación no debería ser una opción que sustituya a la práctica deportiva natural. Una vez dicho esto, veamos las situaciones en las que puede beneficiarnos:
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Después de una intervención quirúrgica. Cuando una lesión determinada o su posterior intervención quirúrgica desaconsejan o imposibilitan el trabajo de potenciación muscular, nos va a ayudar a recuperar el tono y volumen muscular previo a la intervención.
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Como complemento al trabajo de musculación. Sobre todo va a aportar una mejora en la vascularización de la zona y un aumento del metabolismo, lo que hará a las fibras musculares más sensibles al crecimiento y la proliferación.
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En la terapia de reinervación. Ayuda a la recuperación de determinados problemas de inervación del vientre muscular, favoreciendo la reinervación de la estructura dañada que, mediante la estimulación, se induce ese “recuerdo” necesario para ayudar a que el nervio vuelva a ser capaz de estimular de nuevo al músculo.
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