Desde que a principios de marzo, estrenamos el "Espacio Duerme Mejor", hemos ido tratando y diseccionando, semana tras semana, todos los temas que pudieran ayudarnos a dormir mejor, buscando las claves susceptibles de proporcionarnos un sueño reparador, que nos hiciese levantarnos al día siguiente llenos de energía y con buen humor.
¿Qué os parecería hacer un alto en el camino, para echar la vista atrás y hacer una recopilación que sea un compendio de los puntos más importantes que hemos ido examinando hasta la fecha? Como hemos considerado con exhaustividad casi todas las cuestiones, creemos que lo mejor es elaborar una lista con los puntos clave. Pero, para no dejarnos nada en el tintero, vamos a dividir el tema en dos partes. Hoy consideraremos las cinco primeras claves, para obtener un buen descanso, la base principal de una buena salud. Y ya, sin más dilación, comenzamos.
1. Ambiente óptimo
Para poder descansar bien es importante un buen ambiente. Eso incluye que en el dormitorio reine un cierto orden y equilibrio, que exista una buena temperatura (ni mucho calor ni mucho frío), que la habitación disponga de una ventana que permita la ventilación y la entrada de luz natural, y de una puerta que al cerrarse nos aísle del resto de los ruidos de la casa. También es muy importante elegir bien los colores de las paredes para que generen una sensación de paz y de tranquilidad. La disposición de la cama resulta fundamental. Hemos de procurar que el cabecero de la misma esté siempre orientado hacia el norte. El colchón es una inversión en la que no conviene escatimar, al igual que la calidad de las sábanas y la de un buen edredón nórdico que nos permita dormir calentitos y hacer la cama por la mañana en un abrir y cerrar de ojos.
2. Revisar rutinas y corregir hábitos
Un cambio de comportamiento puede ser, para muchos de nosotros, el primer paso que nos ayude a pasar una buena noche. A la hora de dormir, hay que procurar crear, y respetar, los mismos rituales, e irse a dormir todos los días a la misma hora. Si queremos cambiar de estilo de vida hemos de adquirir lo que se ha dado en llamar una higiene del sueño que pasa por procurar evitar acostarnos cada noche a una hora diferente; dormir la siesta (aunque esta sea sólo de veinte minutos); pasar demasiado tiempo en la cama mientras se está despierto viendo la televisión, trabajando con el ordenador portátil o con el móvil; y no hacer nada de ejercicio. El dormitorio y la cama están para dormir y descansar. Recordar también que otros factores como la alimentación y el ejercicio físico son determinantes en la higiene de sueño.
3. El ejercicio y sus efectos
Está comprobado que hacer ejercicio al menos tres veces a la semana, mínimo 45 minutos, puede favorecer el descanso y ese sueño reparador tan necesarios para recuperarse del cansancio mental y físico acumulado a lo largo del día. Sin embargo, debemos procurar no practicarlos después de las 16,00 h porque podría producir el efecto contrario. El ejercicio atenúa la sensación de fatiga y libera endorfinas. Las personas que hacen ejercicio, generalmente duermen mejor, tienen menos tensiones y, podría decirse que están inmunizados contra el estrés y la ansiedad. Si te cuesta conciliar el sueño, prueba a practicar algún deporte, aprenderás a canalizar tu energía de forma adecuada.
4. Comer bien
Es importante evitar los alimentos proteicos y grasosos en las cenas y, como os decíamos anteriormente, procurar fijar horarios regulares para comer. Hay que cenar algo ligero por lo menos dos horas antes de irse a dormir. No es bueno acostarse lleno, pero tampoco con hambre. La experiencia nos dicta que cuando comemos mucho por la noche no sólo engordamos más, sino que también hacemos peor la digestión y, como consecuencia, dormimos mal y no descansamos lo necesario. Para evitar los picoteos tardíos, lo ideal es no pasar demasiada hambre durante el día y evitar las improvisaciones de última hora planificando nuestros menús con antelación.
5. No llevarse las preocupaciones a la cama
A la hora de irse a la cama, hay que evitar pensar en los problemas laborales o personales, liberando la mente. Dormir es más importante de lo que parece. La preocupación produce malestar, nerviosismo, tensión, y puede influir en nuestra salud por medio de dolores de cabeza, estrés, insomnio o problemas estomacales, y afecta en todo lo que hacemos durante el día, desde nuestro rendimiento en el trabajo hasta nuestras relaciones con los demás. En vez de preocuparnos, lo mejor es ocuparnos, dedicando unos minutos a pensar en lo que nos preocupa, y buscarle una solución. No te quedes dormido centrando tu atención en tus problemas, ni permitas que la ansiedad te robe el sueño.
Os emplazamos a una próxima segunda entrega, para seguir pasando revista a todos esos consejos que nos ayudarán a disfrutar de ese ansiado descanso que nos ayudará a recuperar la energía necesaria para realizar las actividades físicas y mentales, y que evitará que seamos carne de cañón para el estrés y la ansiedad.
Fotos | Planet Schopstick, Inside My Shell, Paci Mau
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